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A finales de año lanzaremos una web. Informativa, útil y abierta. Aquí te contamos cómo se fabrica. Sin trampa ni cartón. Con entusiasmo y alguna cosa más...

sábado, 17 de noviembre de 2007

Nuestros tesoros

Cachivaches custodiados con más celo que las joyas de la familia. Cualquiera que guarda una basurilla como si fuera una maravilla de la humanidad nos entenderá. En soitu.es ya tenemos una pequeña colección de restos arqueológicos que nos hacen sentirnos como en casa.

El primero en entrar fue un mapamundi del año 86, editado por Reise und Verkehrsverlag GmbH, con su muro de Berlín y la URSS, que nos advierte de lo rápido que suceden los acontecimientos. Fue rescatado de en medio de la calle y ahora pende orgulloso de una pared de ladrillo tan desgastada por el paso del tiempo como él. El banco doble de listones de madera vino después. En él se sentaban los atléticos cuerpos de un gimnasio de Barcelona, con la toalla liada a la cintura, hace muuuuchos años. Nos sirve para marcar la frontera entre mutantes y plumillas, y para echar una cabezadita cuando dan las tantas.

Pieza especialmente simbólica es la clásica señal de 'en obras' que un amigo nos regaló con ironía. Machacada por el uso, nos viene como anillo al dedo. Otro residuo de la sociedad al que hemos cogido cariño es un soporte de antena comunitaria cercenado salvajemente, al que hemos dotado de una nueva vida. Ahora sirve de perchero. Reciclaje puro y duro. Y para acabar con el capítulo de restos, presentamos la lámpara industrial que iluminaba jornadas interminables en una fábrica textil de antes de la guerra -¿civil?-.

Claro que también disfrutamos de alhajas del diseño actual como la 'estontería' roja de Kartell, que seductora recorre una enorme pared desnuda. Bautizada así por Óscar, es sólo un ejemplo de las diferencias conceptuales entre técnicos y periodistas. Inútil, para unos, espectacular para los otros. Y para terminar, el capricho común. Una cafetera Nespresso de las que anuncia Clooney. Pones la capsulita, cierras, y un hipnótico chorro de café obliga a las pituitarias a dirigirse a la cocina. Es la hora del recreo.

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