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¡Que no! ¡Que las vitaminas no dan energía!

  • Los complejos vitamínicos no son de utilidad en personas con dietas completas
Por ESTHER SAMPER (SHORA)
Actualizado 30-12-2007 01:16 CET

No tengo nada en contra de los publicistas en general. Los hay que hacen buenos anuncios y malos anuncios. Por último tenemos a los que hacen anuncios engañosos, que son muchos y que aparecen en las cadenas de televisión con total impunidad.

Cada vez veo menos la tele, pero la sigo viendo, lo confieso. Aquellos que me conocen saben que la pongo sólo para comer y cenar aprovechando así que veo los Simpsons y los posteriores Informativos, para desinformarme un poco de cómo va el mundo hoy.

Pero, ni en una franja tan minúscula de visión televisiva, me ahorro los tremendamente engañosos anuncios de vitaminas, con el Supradyn como su máximo exponente y que aprovechan estas fechas para buitrear por ser de «estrés y agotamiento físico».

Son ese tipo de anuncios que te hacen llegar a pensar que hay gente que sería capaz de venderte a su abuela y encima te terminarían convenciendo de que incluso es más joven que tú.

Y es que ha llegado hasta tal punto la manipulación de estos anuncios que la gente ha terminado haciéndose una idea falsa de lo que las vitaminas son.

Porque, señoras y señores, ¡las vitaminas no dan energías! Por mucho que esté ese anuncio lavador de cerebros diciendo una y otra vez «¡Supradyn: ¡Para recargar toda tu energía!» es simple y llanamente una mentira. Mentira que da dinero y en el que hay muchos intereses y por eso se permite.

Y no sólo los medios de comunicación, sino también algunos médicos que por quitarse de encima al paciente y que no se vaya sin nada recetado, les mandan vitaminas a mansalva.

Después me vienen a mí preguntando que por qué se las ha mandado y, claro, tras comprobar que la persona en sí tiene una dieta la mar de completa (y la mayoría de veces en exceso) y ningún déficit, le digo lo que hay.

Que le ha recetado las vitaminas o bien como placebo o bien para quitárselo de en medio al tiempo que el paciente sienta que se ha solucionado su problema, que muchos se quejan cuando no les dan nada.

Y es que todos los que nos dedicamos a esto de la salud y especialmente los de los laboratorios farmacéuticos que venden estos productos vitamínicos sabemos una cosa que ellos nunca cuentan: Que el consumo de vitaminas en personas con dietas completas es absolutamente innecesario. Y que su consumo «extra» no supone ninguna «recarga de energía» ni mucho menos va a hacer que no estés agotado física o psicológicamente después de días duros de trabajo.

De hecho, las únicas indicaciones adecuadas de vitaminas son en aquellas personas con déficits vitamínicos reales que son poquísimas en nuestro país o bien aquellas con necesidades especiales como las embarazadas o deportistas de élite.

¿Alguno de los médicos aquí presentes ha visto frente a sí a un caso de escorbuto, pelagra o raquitismo carencial?

Porque es así como se manifiestan los síntomas de déficits vitamínicos, a través de enfermedades definidas y no algo tan bonito y sencillo como "agotamiento y cansancio físico". Una falta de vitamina A se evidencia por ceguera nocturna y alteraciones en la piel; si es de ácido fólico, por anemia y malestar general y si es de vitamina K por hemorragia.

Aunque puede ocurrir, eso sí, casos de agotamiento y cansancio físico en una anemia por déficit de hierro, pero los complejos vitamínicos lo poseen en tan poca cantidad que no resultaría efectivo para tratarlo.

Y aun cuando hay déficits vitamínicos, suele ser fácil aportarlos a través de una dieta normal más enriquecida en vitaminas. Los nutricionistas de los hospitales lo saben muy bien cuando tienen que diseñar la dieta de pacientes con unos requerimientos más específicos.

Sin ir más lejos, hace poco vi a un señor afectado de leucemia linfoblástica que estaba con déficit de vitaminas y se estaban aportando a través de la dieta.

Y es que es así de sencillo, con la dieta adquirimos con facilidad todas aquellas vitaminas que necesitamos. Y, aunque tuviéramos una época concreta de estrés y comiéramos peor, para muchas de las vitaminas (especialmente las liposolubles) tenemos reservas de varios meses en algunos casos, como en el del ácido fólico, incluso de hasta casi un año.

Vamos, que si se hiciera un consumo responsable, lógico y razonable de las vitaminas, las empresas que se dedicaran sólo a eso se irían a la bancarrota. Claro que eso es como decir que si se dejara de hacer especulación inmobiliaria, muchas más constructoras se irían a la bancarrota.

Es lo que tiene montar un negocio basándose en la manipulación de la información. Por si acaso, las farmacéuticas utilizan de vez en cuando formas de publicidad camufladas de estudios epidemiológicos engañosos para hacernos creer que hay mucho déficit por todos lados. Pongo aquí un ejemplo sangrante:

La publicación reciente en España del libro blanco titulado 'Las vitaminas en la alimentación de los españoles' da cuenta de que el 43% de los hombres y el 37% de las mujeres son consumidores de dietas deficientes en vitamina A.

El origen del déficit se encuentra muchas veces en la fuente alimenticia: un informe llevado a cabo por Roche Vitaminas (cof, cof , cof) subraya que los animales que proporcionan el mayor suministro de vitamina A a nuestro organismo son criados a menudo con piensos de escaso valor vitamínico.

¿Un 43% de hombres y un 37% de mujeres con dietas deficientes de vitamina A? No se lo creen ni ellos.

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