Campesinos urbanos

MADRID.-  Vivir en un piso en la ciudad no impide cultivar tu propio huerto. Tan sólo necesitas algunos metros cuadrados de terraza o balcón, luz, agua y algo de dedicación. Recuerda: "Tu perejil, siémbralo en abril"

Estamos en el mes adecuado para sembrar hortalizas como lechuga, zanahoria, espinacas, tomate, pepinos... Así que prueba a convertirte en campesino urbano. Con algunas técnicas tradicionales, se pueden sembrar y recolectar cosechas concentradas en espacios reducidos, usando sistemas como mesas de cultivo o estructuras con bandejas modulares.

El primer paso es asegurarte de que la terraza podrá soportar todo el peso de los recipientes, la tierra, el compost o el agua de riego. Si usas maceteros de grandes dimensiones, asegúrate de que tienen un buen drenaje. En el mercado existen mesas de cultivo especiales para huertos urbanos con unas dimensiones de 140 x 70 cm y un peso de alrededor de 100 kg (incluyendo el sustrato). Valen unos 200 euros y una bolsa de tierra unos 50 euros.

No todas las terrazas son aptas y el factor limitante suele ser la luz. Se necesitan entre cinco y seis horas de sol al día, tomando como referencia el verano. Lo ideal es que la terraza o el balcón esté orientado al sur. Además, se debe contar con una toma de agua para el riego, preferiblemente mediante sistema de goteo, para evitar el derroche. Si se opta por el riego manual, es preferible que sea mediante una regadera o una manguera de baja presión. Y en caso de no disponer de una toma de agua, se puede instalar un depósito de 25 ó 50 litros en la terraza, que permita además recoger el agua de lluvia.

Es importante el uso de un buen sustrato, la tierra, que posea los nutrientes minerales que necesitan las plantas para crecer. Pasados unos meses de cultivo, los nutrientes se agotan y entonces resulta clave un buen abonado. Es recomendable utilizar abono de origen orgánico y se puede fabricar uno mismo el compost, mediante una compostadora. Al estar cultivando en recipientes de dimensiones reducidas, se recomienda abonar cada tres o cuatro meses, pues los nutrientes se agotan más rápidamente que si se cultivara en el suelo directamente. En internet existe múltiple información para el montaje de estos huertos urbanos.

La siembra

Una vez listo el huerto, ha llegado el momento de sembrar las semillas o trasplantar los plantones de las hortalizas. La siembra no debe ser a gran profundidad, si no la semilla tendrá dificultades para germinar. La variedad de verduras que puedes cultivar en la terraza es enorme: berenjenas, acelgas, cebollas, pepinos, lechugas, espinacas, tomates,... Lo mejor es combinar y cultivar diferentes especies, creando pequeñas "selvas", aunque tampoco se pueden mezclar todas. Si el balcón es pequeño, cultiva entonces unas pocas hortalizas: Con tres lechugas, puedes disfrutar de ensaladas durante uno o dos meses, cortando las hojas externas de la planta cada 2 ó 3 días; lo mismo ocurre con las acelgas, hasta que finalmente, la planta hace flor por excesivo calor. En el caso de los tomates, con dos o tres matas se puede disfrutar durante meses de tomates frescos y sabrosos.

El mantenimiento de los huertos urbanos no resulta complicado. Y existen numerosos movimientos y proyectos en muy diversas partes del mundo que reivindican el aprovechamiento de estos espacios urbanos. Puedes hallar más información en los siguientes libros: 'El Huerto Familiar Ecológico' o Balcón y terraza comestible'.

Lo más satisfactorio es saber que lo que comes lo has cosechado tu mismo. ¿Has cultivado alguna vez en una ciudad? Cuéntanos tu experiencia.

*Vanessa Sánchez es ambientóloga y trabaja en la Fundación Global Nature

(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).