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El Nuevo Orden Futbolístico Europeo

Por G. LÓPEZ / A. LLORCA (SOITU.ES)
Actualizado 30-06-2008 02:12 CET

Que no es el orden mundial, pero poco le falta. A la espera de esa potencia africana que llevamos lustros esperando, y con permiso de las dos potencias futbolísticas del cono sur americano, nadie duda de que el viejo continente concentra la mayor parte del poder futbolero mundial. No por nada muchos opinan que una Eurocopa es más dura que un Mundial: aquí no hay Arabias Saudíes en primera fase. Tras ver a España coronarse como el nuevo poder hegemónico en el continente, repasamos la nueva configuración futbolística de esta Europa nuestra.

  • El calor latino inflama el continente. Será por el clima, será por el gusto por la buena vida, será por esa tradición filosófico-estética de anteponer el 'cómo' al 'qué', resulta que el mejor juego visto este mes lo han aportado las selecciones de la rivera mediterránea: España, Portugal, Croacia, Holanda... han jugado bien para ganar, demostrando que ambos verbos no son incompatibles. ¿Holanda? Pues sí: no olviden que Flandes fue española por mucho tiempo (todavía tiran del Duque de Austria para asustar a sus niños), y que su cerebro se llama Rafaé, Fali para los amigos.
  • Nadie echa de menos a la pérfida Albión. Después de treinta partidos, nadie recuerda un campeonato de naciones con más emoción, goles, juego, intensidad... pero también con estadios llenos, tranquilidad y mucha pasión. No se ha echado en falta a Inglaterra, que para consolarse decía que a un campeonato sin los inventores del juego le faltaría «algo». Si se referían al amor por el deporte, ha quedado claro que se equivocaban; si lo decían por vándalos alcoholizados destruyendo todo lo que de duelo pacífico tiene el fútbol, pueden quedarse ese «algo» por muchos campeonatos.
  • La decepción que llegó del frío.Tras las malas fases clasificatorias de Dinamarca, campeona en el 92, y Noruega, un equipo que a finales de la década pasada parecía candidata a meterse entre los fijos de estos torneos pero ahí se quedó, Escandinavia sólo han conseguido meter a Suecia en la fase final. Y todo, para irse a las primeras de cambio, con solo una victoria ante Grecia en su haber. Parece que la crisis del estado del bienestar ha alcanzado también al balón.
  • El poder otomano a las puertas de Viena. Normal que Francia no quiera ni oír hablar de la entrada de Turquía en la Unión Europea. Si con la mitad de su plantilla lesionada o sancionada ha sido capaz de poner a Alemania contra las cuerdas hasta el minuto 91, ¿qué podrían hacer los ochenta millones de euroasiáticos si empiezan a recibir los fondos Feder?
  • El Muro sigue en pie. La Europa de las dos velocidades sigue existiendo, por mucho que les pese a los burócratas de Estrasburgo. Polonia, Rumania, Chequia... los antiguos miembros del Pacto de Varsovia asimilados ahora por la UE no han conseguido superar la primera fase, y donde muchos esperaban ver el milagro económico reflejado en el césped, se han encontrado con el espíritu casposo de los gemelos Kaczynski.
  • El Oso despierta. desde la desintegración de la URSS (en cuyos equipos por cierto figuraban muchos jugadores ucranianos), Rusia se había caracterizado por presentar onces técnicamente notables pero anímicamente desastrosos. La nueva generación de futbolistas, criada en la Perestroika, sufragada por los nuevos magnates rusos y guiada por el espíritu cosmopolita de Hiddink, ha encontrado su identidad en un fútbol total, preciso y trepidante. El oso ha despertado, y lo ha hecho con una sonrisa en sus fauces.
  • El Eje no se olvida. Por mucho que se les critique su feísmo, por más campeonatos que pasen sin renovar su fórmula, la réplica futbolera del Eje Berlin-Roma sigue manteniendo vigente todo su poder intimidatorio. Si Alemania se ha colado en la final más por predestinación que por juego, no mucho le ha faltado a Italia para coincidir con ella: solo el pie de Casillas ante el tiro de Camoranesi impidió el reencuentro de los dos máximos exponentes del orden, la táctica y el músculo como vías a la victoria.
  • Je t´aime, moi non plus. Mucho ha llovido desde que el francés fuese la lingua franca de las cortes europeas. Ahora los países francófonos viven solo del recuerdo de su antiguo esplendor imperial. Suiza ha caído en casa, Bélgica ni siquiera ha llegado a la cita, y Francia ha asistido impotente a la desintegración de un cadáver futbolístico que ni las transfusiones de sangre colonial han conseguido resucitar.
  • La hospitalidad es un grado. Y no sólo porque Suiza y Austria hayan brindado una organización sobresaliente, sin incidentes violentos y con todos los coquetos estadios hasta la bandera. Tan lejos han llevado su afán por agradar, que los dos han preferido quedarse en la primera fase para no incordiar a sus invitados. Y aunque es cierto que Suiza venció a Portugal, lo hizo cuando los lusos ya estaban clasificados y ellos eliminador. Orgullosos sí, pero sin llegar a lo descortés.
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