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El disfraz científico de la homeopatía (I)

Por ESTHER SAMPER (SHORA)
Actualizado 06-07-2008 20:53 CET

¿Quién no ha oído hablar de la homeopatía? Es la disciplina mágica disfrazada de ciencia de más rabiosa actualidad. Desde el declive de las pulseras magnéticas, no ha existido en España un fraude sanitario de proporciones tan gigantescas como la homeopatía.

La población en general, sin un conocimiento básico de sus fundamentos, se encuentra con farmacias que venden remedios homeopáticos y médicos (una minoría) que les aconseja, lo que lleva a una percepción válida de la homeopatía.

Pero nada más lejos, la homeopatía se ha demostrado ineficaz en innumerables ensayos clínicos. Mítica fue la portada del Lancet de hace unos años con "El fin de la homeopatía" donde se hacía un llamamiento a los médicos para que fueran honestos con sus pacientes ante la falta de eficacia de la homeopatía tras repasar más de 100 ensayos clínicos. Y más llamativa fue la decisión de Suiza que, tras muchos años de estar incluida la homeopatía en la cobertura de seguros médicos (desde 1999), terminó siendo eliminada de ellos en 2007 ante la evidente ausencia de efectos que no fueran en el bolsillo.

Y la cosa no queda ahí. No sólo esta terapia carece totalmente de base científica sino que si sus principios fueran ciertos, la química, la biología y la física como las conocemos estarían completamente equivocadas. Y aún hay más, si los principios de la homeopatía fueran ciertos, moriríamos inmediatamente al beber cualquier trago de agua que contuviera alguna molécula dañina ultradiluida o si tuviéramos la mala "suerte" de que el agua del grifo hubiera memorizado los contaminantes por los que pasó antes de ser potabilizada.

Suena paradójico que precisamente la homeopatía, cuyos principios son filosófico-metafísicos y se asientan en unos conocimientos anticuados de hace siglos que contradicen a los descubrimientos y conocimientos científicos más actualizados, trate de disfrazarse de científica. Veamos a continuación cuáles son sus principios, sus argumentos y cómo se contradicen con la ciencia y la realidad:

1) La enfermedad es un desequilibrio de la Fuerza Vital

La enfermedad se produce por una alteración energética invisible que afecta primero a la mente y después a los órganos. Según este principio de la homeopatía, si te resfrías no es culpa de un virus, sino que en origen es culpa de una alteración energética que ha hecho que fueras proclive a la infección de un virus y por eso te has resfriado.

Discusión: Ni que decir tiene que la "Fuerza Vital" es un concepto filosófico sin ninguna evidencia de su existencia. A estas alturas de la medicina, cuando cada vez más se conocen las causas concretas de las enfermedades, es sencillamente estúpido acudir a entes filosóficos como la fuerza vital para explicar las enfermedades. Una idea que no difiere mucho de cuando nuestros antepasados en la prehistoria veían caer un rayo y pensaban que era culpa de los dioses. De hecho, este principio de la homeopatía se formuló antes del descubrimiento de numerosas causas concretas de enfermedades. Pero como la homeopatía es un dogma y no ciencia, no se ha eliminado este principio.

2) La Ley de la similitud o Ley de los semejantes

Lo similar cura lo similar. El tratamiento a dosis infinitesimales con una sustancia que en cantidades normales producirían unos efectos o enfermedades determinadas en una persona sana, puede curar a un enfermo que padezca esos mismos síntomas o enfermedades. Por ejemplo, si tienes una diarrea, el tratamiento indicado es una dosis infinitesimal (diluida numerosas veces) de una sustancia que también provoque diarrea.

Discusión: sólo hay dos tratamientos de la medicina moderna que algunos podrían pasar como ejemplos de la Ley de la similitud:

— Aplicación de vacunas: Donde se inyectan virus o bacterias causantes de enfermedades en pequeñas cantidades (atenuadas o inactivadas) para que el cuerpo actúe contra esos mismos microorganismos en un futuro gracias a la memoria inmunológica.

— Desensibilización progresiva de alérgicos. Exposiciones pequeñas y repetidas a la molécula que provoca la alergia para que la persona deje de actuar en exceso frente a ellas.

Pero hay grandes diferencias con la Ley de la similitud. No se aplican dosis infinitesimales, sino pequeñas dosis. Y su efectividad se debe a las características del sistema inmunológico que tiene una gran capacidad para aprender y memorizar agentes extraños. En el resto del terreno de la medicina, no hay nada que valide o muestre que el principio de la similitud sea cierto, sino justo lo contrario. Si tienes diarrea y tomas algo que provoque diarrea, tendrás aún más diarrea. Si tienes ansiedad y tomas algo que produce ansiedad, tendrás aún más ansiedad.

Resulta llamativo como una disciplina que achaca el origen de la enfermedad en algo tan abstracto como una alteración de la fuerza vital, termina centrando su orientación "terapéutica" en un conjunto de síntomas. Cosa lógica por otro lado puesto que manejar un tratamiento guiándose por la fuerza vital, debe ser algo realmente difícil, me imagino que casi tanto como cazar gamusinos.

3) La ley de los Infinitesimales

Cuanto más diluida esté una sustancia, más potente será su efecto. De esta forma, los preparados homeopáticos se diluyen y diluyen y vuelven a diluir hasta no contener nada o prácticamente nada de la sustancia original diluida. Los homeópatas achacan el efecto entonces a la memoria del agua que es capaz de retener "los efectos" de la sustancia.

Discusión: Para que te hagas una idea, tendrías que beber más de 29.000 litros de una solución "estándar" homeopática (a 30X) para poder llegar a ingerir alguna molécula de la sustancia que se supone que trata tu enfermedad y además, según la homeopatía, curará tu enfermedad. Algo que va en contra de la lógica, el sentido común, la vida cotidiana, la química, la física, la medicina y la inteligencia. Una sustancia tiene mayor efecto cuanto mayor es la dosis. Es algo que puede comprobarse en cualquier fármaco, veneno o sustancia tóxica sobre cualquier organismo (incluido el humano). De hecho, un grupo de personas en Bélgica trató de suicidarse con una mezcla de varios venenos en disolución homeopática (arsénico, belladona, veneno de víbora...) y ninguno murió. Bueno, ni murieron ni tuvieron ningún síntoma.

Precisamente la afirmación de "cuanto más diluida esté una sustancia, más potente será su efecto" lleva al típico chascarrillo escéptico de: "Un homeópata dejó de tomar su medicamento y murió de sobredosis".

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