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El ‘Kung Fu Panda’ gana en China su batalla más dura

Por MARTIN XIAOBAO (SOITU.ES)
Actualizado 09-07-2008 13:22 CET

Qué bien sienta ir al cine, sobre todo cuando llevas más de un año sin pisar una sala. Para quienes habitamos en China, repostar de vez en cuando en el carrito de deuvedés pirata de la esquina resulta mucho más cómodo y agradecido que ir al cine. Sobre todo para la cartera, si se tiene en cuenta que cada entrada sale por ocho eurazos. En moneda local, esto son nada menos que 80 yuanazos, que si te lo propones alcanzan para pagar las tres comidas del día.

Entre las producciones chinas de diverso calibre y calidad que acumulan estos videoclubs móviles, uno se puede topar con gratas sorpresas, como la última película de DreamWorks, Kung Fu Panda, calentita en copias ilegales antes incluso de llegar a la pantalla grande.

Pero la historia de Po (ese panda regordete, glotón y muy cachondo que se ve atrapado por su sueño de convertirse en el super héroe del wushu) merecía hacer el esfuerzo de congelarse los pies con el aire acondicionado que gastan los cines aquí. Para suerte la mía, porque la sesión golfa del sábado resultó salir a mitad de precio, y el frío polar prefabricado quedaba atemperado con la montonera de espectadores.

Y hay que decirlo. A los chinos les encanta la película. Se partieron de risa desde que Po asomó en la pantalla. Tras los títulos de crédito (sed pacientes y esperad sentaditos que el final depara sorpresa), los amigos que me acompañaban, chinos todos ellos, se mostraban entusiasmados.

Les convence, a pesar de que echa mano de muchos clichés de la cultura china. O quizá, precisamente, por las referencias a varios iconos de su cultura popular: tallarines y dumplings, artes marciales, animales fetiche para los chinos, montañas picudas rodeadas de niebla… hasta hay papel estelar del venerable maestro de sabiduría infinita.

Todo muy redondo, muy gomoso y muy digital. El guión saca jugo con los diálogos a una historia más bien simplona. Pero lo importante es que en China, donde apenas hay una pantalla de cine por cada medio millón de habitantes (en Estados Unidos hay una por cada 8.100 habitantes) está batiendo récords de audiencia.

Ha sido la primera cinta de animación en superar la barrera de los 100 millones de yuanes (9,3 millones de euros) y ya va cerca de los 200 en un mes corto. Su debut se retrasó en Sichuán, el hogar de los panda, a consecuencia del terrible temblor que arrampló con casi 90.000 vidas en mayo. Y a punto estuvo de no estrenarse en el resto del país cuando un tal Zhao Bandi pidió boicotear a Po y sus colegas.

Este peculiar artista, conocido por hacer uso y abuso de los pandas como fuente de inspiración para sus performances y creaciones (incluida una línea de ropa para vestir a prostitutas-panda y concubinas-panda) denunciaba así la apropiación de un símbolo nacional por parte de los norteamericanos y, en concreto, de Steven Spielberg, dueño de DreamWorks y ex asesor artístico de los Juegos Olímpicos por razones de conciencia.

Otros, sin embargo, se lo han tomado como autocrítica. "Desde el punto de vista de la producción, la película es casi perfecta. Los creadores muestran una actitud sincera respecto a la cultura china", escribía en su blog un afamado cineasta, Lu Chuan. "¿Por qué los chinos no podemos hacer una película tan buena?", se preguntaba Lu, que renunció a hacer un documental sobre las Olimpiadas porque las presiones de los organizadores deterioraron su entusiasmo y creatividad.

Así que el éxito comercial de 'Kung Fu Panda' ha llevado a los parlamentarios chinos a debatir por qué una película que explota la simbología chinesca se hace mejor en los estudios de Los Ángeles que en casa. La conclusión es que en China hay demasiados controles y embrollos políticos con los que lidiar, por lo que pocos productores están dispuestos a arriesgarse y meterese en producciones multimillonarias.

"El Gobierno debería relajar su vigilancia", dicen los asesores del legislativo chino. "Una mayor apertura para los artistas chinos daría lugar a más innovación y, a la postre, una mayor influencia cultural de China en el exterior". Con todos sus topicazos y a golpe de patada voladora, Po ha contribuido a derribar un barrerón en favor de la industria cinematográfica local.

PD: ¿Quién dijo que China es el paraíso del pirateo? El Gobierno municipal de Pekín está intensificando las redadas a los establecimientos de música y películas pirateadas. Malos tiempos para los señores de los carritos y bueno para las salas de cine, que, gracias a las Olimpiadas, este agosto podrían hacer su ídem.

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