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¿Simple ópera o propaganda en la clausura?

Por MARTIN XIAOBAO (SOITU.ES)
Actualizado 21-08-2008 18:08 CET

PEKÍN.- ¿Tíbet independiente? ¿Por qué? ¿En base a qué? Cada vez que el tema sale a la palestra, los tibetanos disconformes con el Gobierno de Pekín, sea dentro o fuera de este territorio, señalan que su tierra fue en su día libre antes de que las tropas del Ejército Rojo de Mao Zedong la ocupasen en 1950. Al otro lado de esta tensa cuerda, el argumento predominante en China es que aquello fue una acción destinada a recuperar y 'liberar' un territorio que legítimamente había estado subordinado a las sucesivas dinastías chinas.

La parte más afín al Gobierno de Pekín, incluidos algunos historiadores chinos, suele argumentar además que se pueden rastrear los lazos de unión entre ambas sociedades hasta el siglo VII. El punto de giro, según esta versión, tuvo lugar en el año 640, cuando el rey Songtsan Gampo tomó como esposa a la princesa Wencheng, sobrina del poderoso emperador Taixong, de la dinastía Tang. Motivada por el sentido del deber, la amistad y el sacrifico personal, Wencheng se trasladó a Lhasa para servir de puente diplomático entre ambos mundos.

Coincidiendo con las celebraciones del final de los Juegos, Pekín es el escenario donde se estrena una representación de esta boda real, con una puesta en escena que funde elementos de tradición tibetana con la particularísima ópera pekinesa. Su creador es Gao Mukun, un afamado director de ‘Jingju’ u ópera de Pekín, que saltó a la fama durante la Revolución Cultural como parte de una troupe dirigida por Madame Mao, la actriz y esposa del fundador de la nueva China.

Gao estrenó la ‘Princesa de Wencheng’ por primera vez en 2005, en Lhasa, con motivo del 40 aniversario de la Región Autónoma del Tíbet, la figura administrativa bajo la cual el Tíbet se integra dentro del territorio chino. Pero su marcado carácter propagandístico le viene de lejos, puesto que el primer borrador del guión fue encargado por el primer ministro Zhou Enlai a finales de los años 50, coincidiendo con una oleada de revueltas que se saldaron con la huida al exilio del líder espiritual tibetano, el Dalai Lama.

Es difícil saber qué hubo de amor y entendimiento en el supuesto idilio entre Songtsam y Wencheng. Él está considerado una de las principales figuras de la construcción nacional tibetana, siendo el primer monarca que unificó a los tibetanos dentro de una entidad con fronteras defendidas y quien introdujo el budismo en la región. La boda con Wencheng, que según algunos datos históricos tenía entonces 12 años, fue un arreglo como parte de un acuerdo con los emperadores Tang, después de que el ejército de Songtsam se hubiese hecho con buena parte del territorio chino y tomado el control de sus rutas comerciales.

El mensaje de la ópera, sin embargo, es otro: el de la convivencia en armonía de dos pueblos y la afirmación de que el Tíbet siempre fue (es y será) parte de China. "Se puede decir que la ópera es un matrimonio perfecto entre dos formas de arte, igual que la boda entre la princesa Wencheng y el rey Songtsen Gampo fue un matrimonio entre las gentes chinas y tibetanas", ha explicado Gao, su director, al diario londinense 'The Times'.

El Tíbet sigue siendo uno de los principales focos de conflicto para el Gobierno chino, a quien muchos tibetanos acusan de haber usurpado su cultura y colonizarlos con población de etnia han, la mayoritaria en China. Estas suspicacias explotaron el pasado mes de marzo en unas revueltas violentas por toda la región, que provocaron una dura respuesta por parte de Pekín y, a la postre, el cierre de Lhasa y alrededores al exterior. Los Juegos intensificaron el conflicto, pues la antorcha olímpica tuvo que sortear por esta razón, toda una serie de obstáculos y protestas durante su recorrido por el mundo.

¿Por qué se decide poner pues en escena una ópera con un subtexto político tan claro y delicado? Gao insiste en que el estreno en plena celebración olímpica es una coincidencia, que sólo se debe a su valor artístico y que, por tanto, no tiene ningún objetivo propagandístico. "Esto es un trabajo de arte, no una lección. Su objetivo es conmover a la audiencia y educarla", afirma el director.

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