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Tratamientos ingeniosos (II)

Por ESTHER SAMPER (SHORA)
Actualizado 05-09-2008 19:36 CET

Después de comprobar en su día cómo el alcohol, una pelota de tenis o una simple bolsa nos pueden sacar de más de un apuro, hoy comprobaremos la utilidad de la miel y el agua salada.

Las heridas y la miel

Muchas veces ocurre que nos hacemos una herida en algún lugar un poco apartado de la civilización y resulta que tenemos poco más que agua y jabón para limpiar la herida y poco o nada para desinfectarla. No tenemos ni yodo ni clorhexidina a mano y ya empezamos a ver como tentador el bote de alcohol. ¡Que no cunda el pánico! Si en la casa rural/aldea disfrutáis de la dieta mediterránea con casi toda probabilidad habrá algún pote de miel rondando por alguna estantería. Es hora de darle un nuevo uso.

La miel es conocida desde la antigüedad no sólo por su sabor sino también por su utilidad en la prevención y tratamiento de heridas. Y cada vez son más y más las investigaciones que evidencian la utilidad que tiene este manjar en tratarlas incluso frente determinados tipos de infecciones resistentes a algunos antibióticos o en heridas complicadas diabéticas.

¿Cómo actúa la miel para combatir las infecciones en las heridas? Su función se debe principalmente a tres características: Tiene gran cantidad de azúcar, es ácida (su pH está en torno 3-4) y al contacto con la herida se produce una pequeña cantidad de peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) por la acción de una determinada enzima.

La gran concentración de azúcar de la piel, la convierte en una esponja cuando se encuentra en una herida. Por un mecanismo llamado ósmosis debido a las diferentes concentraciones de azúcar entre los tejidos de la herida y la miel, se produce el paso de agua desde los tejidos hasta la miel. Al resecar la herida, se dificulta el crecimiento de bacterias y otras alimañas que suelen necesitar el agua para tal fin. El pH ácido dificulta aún más el crecimiento y no es lo suficientemente elevado como para agredir la zona de la herida. Además, tras el contacto con los tejidos, se libera una pequeña cantidad de agua oxigenada que refuerza aún más el poder antibacteriano de la miel y que no llega a ser lo suficientemente abundante como para lesionar los tejidos.

Aparte de estas propiedades generales, cada tipo de miel posee una acción bacteriana característica debido a los componentes químicos procedentes de las plantas (fitoquímicos antibacterianos) de la que es originaria. Lo que significa que el poder bactericida de la miel depende mucho de su tipo y también de las modificaciones que se hayan realizado sobre ella en la industria. Por lo cual, la marca X puede no que sea igual de efectiva que la marca Y. Y que la miel "al natural" sea mucho más efectiva para el tratamiento de heridas que aquella que viene procesada.

La óptima forma de aplicar la miel no es directamente sobre la herida, sino sobre una venda para posteriormente aplicarla sobre el tejido dañado. Así no sólo evitamos pringarnos más de lo necesario sino que también evitamos que la miel pueda contaminarse por el contacto con cualquier cosa.

Las mejores bazas de la miel son su tolerancia con los tejidos, lo que permite una cicatrización rápida, y su poder antibacteriano frente a determinados tipos de bacterias resistentes al tratamiento convencional . Su desventaja es que suele ser menos efectivo que la mayoría de antisépticos y antibióticos en el mercado y que es raro encontrar preparaciones "estériles" y estándar de miel para su aplicación en heridas.

Por ello, la miel sería un recurso importante a aplicar en heridas cuando no se tiene a mano ningún antiséptico convencional. Por ejemplo, estando en la montaña o en algún otro recóndito lugar.

Las rinitis y congestiones nasales, los tapones de cera y el agua salada

Pocas cosas hay más frustrantes que sólo poder respirar por la boca debido a esa congestión de narices debido a un resfriado o a una rinitis. Te asfixias cada vez que hablas y el moqueo te obliga a llevar siempre un pañuelo dispuesto. Por suerte, existen gran cantidad de anticongestivos para paliar los síntomas. Pero no hace falta tener que recurrir a la farmacia para poder descongestionar nuestras vías nasales. Con algo tan simple y barato como agua con sal o agua marina podemos paliar los síntomas. Su eficacia se debe a la alta concentración de sales que posee que, al contacto con los tejidos de la mucosa nasal, produce un efecto osmótico haciendo que el agua salga de los tejidos de la mucosa y se produzca así una menor cantidad de moco durante un tiempo.

En la sabiduría popular, que a veces aporta información y no sólo mitos, es famosa la mejoría que obtienen los veraneantes con congestión nasal tras un día de playa. De hecho, algún médico hay que aprovecha el día de playa en barco para coger el agua de mar adentro y guardarla para sus hijos para futuras congestiones o tapones de ceras.

Si alguien de aquí es más sibarita y eso de echarse agua con sal directamente en las napias no le parece muy agradable, hay pulverizadores de agua marina en la farmacia para su disfrute. Por supuesto, no le debe importar pagar por conseguir algo que sale gratis en cualquier casa con agua corriente y sal.

Una de las principales ventajas del agua con sal o marina frente a los anticongestivos es que pueden utilizarse tanto como quieran. Los anticongestivos, usados en exceso, dañan la mucosa nasal y pueden empeorar aún más el cuadro congestivo.

En cuanto a los tapones de cera en el oído, el agua con sal o marina es un buen método para prevenir su formación o, si ya se ha formado, para reblandecer el tapón y eliminarlo. Su alta concentración en sales permite, además, actuar como antiséptico previniendo posibles infecciones de oído. Los bastoncillos, por mucho que sean utilizados en nuestra sociedad, no están recomendados. Cuando hay presente un tapón de cera, lo único que hacen es meterlo hacia dentro empeorando la situación aún más. Sin embargo, el agua con sal reblandece el tapón y favorece su eliminación automática. Recordemos que en nuestras vías auditivas tenemos cilios que están diseñados específicamente para eliminar la porquería que se va quedando en nuestros oídos. Así que lo mejor que podemos hacer por ellos es facilitarle la tarea al diluir y reblandecer el tapón de cera, que ellos ya se encargarán del resto.

De nuevo, hay preparados farmacéuticos específicos de agua marina en difusores para los oídos dirigidos a quienes les guste pagar y quieran mayor comodidad.

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