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¿Alguien se acuerda de Joe Biden?

  • Esta noche tiene lugar el esperadísimo debate con su contrincante, Sarah Palin
Por MARIAN HENS (SOITU.ES)
Actualizado 02-10-2008 11:48 CET

El enjambre de informadores que sigue allí donde va a Sarah Palin, candidata republicana a la vicepresidencia, hace fácil olvidar que tiene un rival: Joseph Biden. ¿Lo recuerdan? Ese hombre canoso que acompaña a Barack Obama en su carrera hacia el Despacho Oval.

El político afroamericano lo escogió porque no está casado con Bill Clinton, cuenta con muchos seguidores entre los blancos de clase trabajadora y —ante todo—, con 36 años a sus espaldas como senador, tiene la experiencia que Obama necesita desesperadamente.

Biden disfrutó de unos momentos de gloria cuando Obama anunció su elección, pero 48 horas más tarde volvió a caer en en la oscuridad mediática. El gigantesco imán de cámaras Sarah Palin había aparecido en escena y atraía todos los disparos de flash.

Este jueves, Biden volverá a primera plana durante el esperadísimo encuentro con su contrincante, Sarah Palin, que nunca ha participado en un debate a nivel nacional. En un momento en que Wall Street parece hundirse por la crisis económica y con la incertidumbre sobre el futuro del país pesando como una losa, el debate es, en potencia, un territorio minado y una oportunidad de oro para ambos.

Los dos presumen de hablar el lenguaje corriente de la familia media, trabajadora, norteamericana. Ambos tienen hijos que han servido en Irak. Pero ahí parecen acabarse las similitudes entre el combatiente de cabellos plateados, conocedor de los entresijos de Washington y la estilosa mamá de la remota Alaska.

Pese a su bajo perfil mediático, Biden parte con ventajas. El veterano senador es un panelista elaborado que ha aprendido mucho desde su primer debut en los años 70. Un repaso a sus intervenciones en pasados debates indica que Biden es un profundo conocedor de una amplia gama de temas. No en vano tiene cuatro décadas de experiencia en Washington y ha sido presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.

La superioridad de su trayectoria frente al breve CV de Palin es inmensa. No es sorprendente que la prensa está salivando ante el espectáculo de la probable masacre que se avecina, sobre todo tras las últimas intervenciones públicas de Palin en las que la candidata a vicepresidenta ha dado respuestas muy pobres, cuando no desalentadoras.

"Creo que ha demostrado muy claramente que no está a la altura del puesto al que aspira", señalaba en una entrevista el columnista David Frum, quien solía escribir los discursos de George Bush. "Nadie pondría a un piloto no cualificado en la cabina de un avión", escribía en referencia a la candidata republicana el columnista Bob Herbert.

El senador de origen católico irlandés es un hombre locuaz, con ojo para el detalle y una mente ágil, aunque impredecible. Uno de los mayores riesgos que correrá hoy, según los analistas, es su tendencia a hablar demasiado y a hacerlo con una autoridad que para muchos raya en el paternalismo y la condescendencia.

Su exuberante discurso, que no parece interrumpir casi ni para tomar aire, podría interpretarse como si estuviera dando una tanda de palos a su contrincante, en lugar de permitir un debate con él. Esa lectura podría perjudicarlo, sobre todo porque, en esta ocasión se enfrenta a una mujer, y no faltará quienes estén acechando para colocarle la etiqueta de sexista, como advierte Katharine Q. Seelye de 'The New York Times'.

A Biden le encanta arremeter contra los Republicanos. Lo hizo en un episodio inolvidable en octubre pasado, cuando dijo del alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani: "Sólo es capaz de hacer frases con tres elementos: un nombre, un verbo, y el 11S". Pero sus embestidas y su tendencia a soltar lo que se le pasa por la mente a velocidad de vértigo a menudo han terminado en un 'faux pas'.

Durante la campaña instó a un colega de partido a que se levantase para que los votantes lo reconocieran: "Chuck, levántate", le espetó al senador Chuck Graham antes de darse cuenta con horror de que Chuck era parapléjico. "Dios te bendiga", continuó Biden en vista del desaguisado. "¿Pero qué estoy diciendo?". La escena aún le persigue en la memoria de los votantes.

Biden también ha logrado dejar al público boquiabierto con algunas de sus afirmaciones durante la campaña. Cuando dijo que Hillary Clinton habría sido una candidata mejor que él a la vicepresidencia reabrió heridas que el Partido Demócrata había hecho un enorme esfuerzo por suturar. Después defendió que la clase adinerada debería considerar como 'su deber patriótico' pagar mayores impuestos, una declaración que atrajo andanadas de fuego enemigo y le hizo retroceder en popularidad.

Este jueves la audiencia juzgará si los lapsus de Biden son sólo lapsus y si Palin está más preparada de lo que sus pobres actuaciones en los medios parecen indicar.

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