El acertijo de la semana pasada no lo ha acertado ni pichichi. ¿Conrad? Frío, frío. ¿Julio Verne? Frío, frío. ¿Boris Vian? Te vas a helar. El autor de la semana pasada es... Sí, es él, ¡el gran Mark Twain! A ver si esta semana tenéis más suerte con este texto dedicado al ejercicio de escribir. Una pista: repetimos autor. Evidentemente, no nos referimos a Mark Twain, sino a algún otro entre los 19 publicados hasta hoy.
Plantearse escribir es adentrarse en un espacio peligroso, porque se entra en un oscuro túnel sin final, porque jamás se llega a la satisfacción plena, nunca se llega a escribir la obra perfecta o genial, y eso produce la más grande de las desazones. Antes se aprende a morir que a escribir. Y es que (como dice Justo Navarro) ser escritor, cuando ya se sabe escribir, es convertirse en un extraño, en un extranjero: tienes que empezar a traducirte a ti mismo. Escribir es hacerse pasar por otro, escribir es dejar de ser escritor o de querer parecerte a Mastroianni para simplemente escribir, escribir lo que escribirías si escribieras.
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