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La paradoja Brown: contestado en Gran Bretaña y respetado en Europa

Por ÁLVARO LLORCA (SOITU.ES)
Actualizado 14-10-2008 01:29 CET

Más de un dirigente político habrá tenido problemas para conciliar el sueño en estos días, ante la necesidad de ofrecer medidas contundentes para frenar la sangría bursátil que vivían los parqués de todo el mundo. En mitad de esta tensión hay un hombre, de apariencia gris, siempre alejado de grandes aspavientos, cuestionado en su propia casa, uno de aquellos a quienes hasta los trajes a medida sientan grandes (tomando prestada una expresión de Umbral), que respiraba más tranquilo que nadie y que, de momento, puede salir reforzado de toda esta coyuntura. Es el primer ministro británico, Gordon Brown.

Durante la semana pasada, un teléfono móvil interrumpió un discurso del 'Premier', quien reaccionó con rapidez refiriéndose a la dichosa llamada: "Yo no sé si otro banco ha caído". Los periodistas británicos asistieron atónitos a una de las salidas más airosas que recuerdan de Brown desde que, hace 15 meses, se convirtiera en el inquilino de Downing Street. Algunos medios resaltaron entonces el aplomo con el que Brown está afrontando la compleja situación financiera, en contraste con las contestaciones que recibe en cada decisión local que toma y que hacen cuestionar su liderazgo en las filas laboristas un mes sí y otro también.

Pero lo cierto es que Brown se siente cómodo cuando el debate cobra tintes económicos. Es un lugar pantanoso para otros líderes, pero no para el escocés, que cuenta en su currículo con una trayectoria de 10 años al frente del Ministerio del Tesoro, convirtiéndose en el político que durante más tiempo ha ostentado ese cargo de forma continua si contamos desde el primer cuarto del siglo XIX. Ahora, sus colegas europeos, enfangados como estaban en la búsqueda de una salida conjunta para la crisis, se han encomendado al británico, y han decidido aplicar una estrategia inspirada en el paquete de medidas que anunció la semana pasada en su país. Y parece que va funcionando, a juzgar por la respuesta de las Bolsas mundiales al nuevo plan.

Cuando mucha gente empezaba a dudar de la capacidad de respuesta de los países europeos ante una de las decisiones económicas más cruciales de su historia, resulta llamativo que haya sido un país ajeno al euro el que ha enseñado la puerta de salida de la crisis a los 15 que conforman el Eurogrupo [aquellos que han asumido el euro como moneda propia]. De hecho, en un principio, Gordon Brown no debía acudir a la cumbre que los 'quince del euro' han celebrado el fin de semana en París, aunque lo oscuro de la situación y la necesidad de una acción coordinada hizo imprescindible la presencia del líder de una de las economías más potentes del continente.

No sólo los políticos se han sumado a la alternativa ofrecida por Brown, sino que eminentes economistas también han valorado de forma positiva los planes británicos. Sin ir más lejos, el recientísimo Premio Nobel de Economía Paul Krugman saludaba los planteamientos de Brown en una columna que reproducía El País este domingo: "El plan británico no es perfecto, sin embargo, los economistas están en su mayoría de acuerdo en que representa, con creces, el mejor modelo para un rescate más amplio". Krugman añadía que el Gobierno británico había hecho gala durante estos días de "la lucidez de pensamiento" que había brillado por su ausencia en otros lugares. Al mismo tiempo, el Premio Nobel criticaba la alternativa estadounidense, encarnada por Henry Paulson.

Junto a esta ráfaga de halagos, Gordon Brown tiene otro motivo para sacar pecho, y es que sus medidas mantienen en buena medida la coherencia con respecto a su visión de la economía (algo de lo que no pueden presumir algunos líderes políticos, que se han visto obligados a recular). Y esto es algo que reconoce la revista Forbes al recordar en un artículo que "Brown nunca llegó a sentirse tan cómodo con el libre mercado y el capitalismo como su predecesor Tony Blair".

Problemas para conectar con el electorado

Hasta este momento, la popularidad del 'Premier' y los indicadores financieros tenían una cosa en común: ambos conformaban una clara línea descendente. En estos días, Gordon Brown espera revertir ambas tendencias, aunque es difícil adivinar qué tarea puede ser más sencilla: o que el mundo financiero salga del bache o que Gordon Brown recupere su popularidad en el Reino Unido, en un momento en que las encuestas le situaban hasta con 20 puntos de desventaja con respecto a su gran rival, el conservador David Cameron.

Entonces, ¿servirá su liderazgo durante la crisis para remontar el vuelo entre sus votantes? Lo cierto es que su habilidad a la hora de tratar asuntos económicos choca con sus problemas a la hora de conectar con el electorado: "Gordon lo está haciendo muy bien ahora que está actuando como Ministro del Tesoro otra vez, pero tendrá que volver a ser Primer Ministro en un mes o dos", reconocía un ex ministro británico al diario The Independent.

El Daily Mail, por su parte, publicó el sábado una divertida entrevista con Brown en la que la periodista se lanzaba en busca y captura del lado humano del Primer Ministro, ya que la imagen distante y gris que transmite es uno de sus principales campos de batalla. "Sí, es humano después de todo", era el título de la desenfadada entrevista. En ella se ofrecen amplias pinceladas de la vida personal de Brown, un intento de rescatar su lado humano, una estrategia que ya se percibió en el pasado Congreso Nacional del Partido Laborista, cuando la mujer de Brown, Sarah, fue la encargada de realizar el discurso de presentación, de una profunda carga emotiva.

Ahora, pues, Brown intenta conjugar su lado más humano (la campaña electoral de Estados Unidos está dejando constancia de la importancia política que puede llegar a tener la exhibición del lado más humano de las biografías) con un perfil de gestor veterano y capacitado para liderar la crisis. Sin embargo, todavía tiene mucho trabajo por delante. Precisamente hoy, mientras recibía las palmadas en la espalda de los líderes europeos por su receta anticrisis, la Cámara de los Lores tumbaba su propuesta de ampliar de 28 a 42 días el plazo de detención sin cargos para sospechosos de terrorismo. La paradoja Brown, otra vez, en su máximo esplendor: respetado en Europa y contestado en Gran Bretaña.

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