Secciones bajar

Si Obama pierde, ¿quién cargará con la culpa?

  • Su derrota sería desastrosa para los medios y la clase política
Por JOHN DICKERSON (SLATE)*
Actualizado 04-11-2008 13:38 CET

CLEVELAND (OHIO, EEUU).-  Si Barack Obama gana estas elecciones, será un hecho histórico. Y si las pierde, será también bastante histórico: representaría el mayor error colectivo en la historia de los medios y el establishment político.

Una derrota de Obama significaría que la mayoría de los expertos, reporteros y analistas estaban equivocados. Las empresas de sondeos tendrían que buscarse otro campo profesional, ya que Obama ha estado en cabeza en los 159 sondeos realizados las últimas seis semanas. Y resultaría que las enormes multitudes que se han congregado regularmente para ver a Obama habrían resultado inútiles. Este error colectivo de las élites propiciaría tal explosión de alegría por la desgracia ajena, que republicanos como Rush Linbaugh se quedarían sin habla (otro hecho histórico inédito).

Esta situación ha imprimido una sensación de irrealidad a los acontecimientos, cuando empezamos a medir en horas el tiempo que faltaban para la jornada electoral. Para no mentar la soga en el avión de campaña, nadie dice esta boca es mía. Se supone que los periodistas no deberían. Además, nos hemos equivocado tantas veces, y los políticos son tan imprevisibles, que sería una estupidez decir que Obama va a arrasar.

John McCain sigue presentando batalla, y Obama no está celebrando nada prematuramente. Los miembros de su equipo están muy susceptibles ante cualquier noticia que pueda sugerir que ellos o el candidato están mostrando exceso de confianza. Sus asistentes han dicho que Obama está reaccionando a las noticias aparentemente buenas con la mesura que lo caracteriza, aunque también han dicho que Obama se alegra de estar llegando al final de su travesía. "Está entusiasmado", afirmó David Axelrod. "Ya huele la línea de meta".

A pesar de la equilibrada prudencia de Obama, hay unos cuantos indicios de que se siente bien. Está desplegando un poco más a menudo esa sonrisa resplandeciente de portada de revista que le ilumina todo el rostro. En el estrado, donde lleva dando casi el mismo discurso desde hace una semana, ha empezado a mostrar algo de la soltura que tenía al principio de la campaña. "No os dejéis embaucar", dijo refiriéndose al discurso de McCain, una fórmula convencional, a la que añadió una filigrana menos común: "No os dejéis engatusar, no os traguéis el ‘vale, fenomenal’".

En Columbus, Ohio, Obama dedicó incluso un elogio a McCain. Hablando de la necesidad de mejorar el discurso político, afirmó que eso implicaba también tener más sentido del humor. "John McCain estuvo gracioso ayer en Saturday Night Live", dijo. "No lo vi anoche, pero lo he visto en YouTube. Así es como deberían ser nuestros políticos, capaces de reírse de sí mismos".

Con quien más se ha divertido Obama ha sido con Dick Cheney, quien dijo recientemente que estaba "encantado" de respaldar a McCain. "Nunca se ha visto a Dick Cheney encantado, pero lo está", dijo Obama al público de aquí, riéndose entre dientes para sus adentros. "Es un pelín difícil imaginárselo, pero es cierto". Y continuó felicitando a McCain: "¡Se lo ha tenido que trabajar mucho!" En medio del número sobre Cheney, se puso a llover a cántaros, pero Obama no perdió comba: "¿Os dais cuenta de que ha empezado a llover en cuanto he hablado de Dick Cheney? Hemos recorrido una nación asolada por las tormentas, pero el sol está a punto de salir".

En Cleveland, Bruce Springsteen fue telonero de Obama. Cuando terminó, se le unió la familia Obama, y Springsteen hizo subir a su mujer Patty Scialfa y sus tres niños. De repente, parecía que estábamos todos en una fiesta infantil de fin de año, con The One [El Único] y The Boss [El Jefe, sobrenombre de Springsteen] pidiéndoles a sus hijos que salieran a darse la mano.

Cuando terminó el mitin de Cleveland, Obama estaba empapado, pero se quedó un momento frente a la multitud, estimada en 80.000 personas, haciendo unos pasitos de baile al son de 'Signed, Sealed, Delivered, I’m Yours', la canción de Stevie Wonder que suena en cada mitin nada más acabar el discurso.

Es difícil adivinar los sentimientos íntimos de un candidato. Y resulta particularmente difícil con Obama, que moldea sus emociones como quien poda un bonsai y mantiene a la prensa a una fría distancia. Podría ser que Obama se alegre sencillamente de estar con su familia. Desde el sábado, su mujer, Michelle, y sus hijas, Malia y Shasha, han estado a su lado. Es evidente que a las niñas les encanta estar con él. En la mayoría de los actos, Michelle presenta a su marido y ruega a la audiencia que lo ayude a concluir la tarea que emprendió en su nombre 21 meses atrás. "Me encantaría atribuirle el mérito a mi marido, pero esta carrera no es cosa suya, sino de todos nosotros, de todos vosotros. Él nos ha hecho recorrer el 85% del camino. El resto depende de nosotros".

Obama dijo al público de Cleveland que la compañía de su familia está repercutiendo en su estado de ánimo. "Los últimos días me he sentido bien", afirmó. "Uno empieza a pensar que tal vez podamos ganar las elecciones".

Genial: otra institución americana que podría correr peligro. Si Obama pierde, tendríamos motivos para dudar también del poder de la familia.



*Artículo publicado originalmente en el medio digital estadounidense Slate.

Di lo que quieras

Aceptar

Si quieres firmar tus comentarios puedes iniciar sesión »

En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.

Di lo que quieras

Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si ya lo estás registrado puedes iniciar sesión ahora.

Volver a Elecciones en EEUU Volver a portada
subir Subir al principio de la página