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Remelluri

  • O de un lugar en el que no hay días, ni horas
Por DAVID DE JORGE
Actualizado 18-11-2008 16:05 CET

En la bodega nuestra Señora de Remelluri, elaborar vino es una cuestión íntimamente relacionada con el buen gusto de una familia y un personaje único, Jaime Rodríguez Salís. La cultura, el arte y la historia de este paraíso se pueden beber juntas en la copa.

Aquello es una Euskadi provenzal, un saber vivir a la vasca aliñado de tierras de secano, extensiones de olivar, espliego, romero y tomillo limón.

La cultura, el arte y la historia de este paraíso se pueden beber juntas en la copa y si se tercia y se aproxima la hora de la cena, lo mejor es dejarse caer rendidos en los brazos de Ana y Eugenio, guisandera mayor y asador honoris causa de la casa.

Sí, allá dormimos a pierna suelta en la habitación de los sombreros, bajo vigas centenarias y vistas al jardín del árbol verde encantado, roncamos, silbamos y hasta aullamos como el mismísimo hombre lobo.

Antes, cenamos estupendamente: tiernas alubias estofadas y patatas a la riojana, con su picante y su embutido púrpura, chorizo santo compostelano. Luego, puerros cocidos con aceite de oliva de la granja, sal y ajo y remate con unas chuletillas asadas al sarmiento y su ensalada verde. De postre, peras al vino acompañadas de un helado mantecado de cortar el hipo a un mercenario sarraceno. Dicho y hecho, y a la cama.

Despertarse en Remelluri es atómico. Doy fe. La luz en La Rioja Alavesa es limpia y el horizonte bien dibujado. El jardín es pura fragancia y las viñas tienen el mismo color que luce el pan tostado del desayuno que espera sobre la mesa.

Café, leche fresca, mermelada de moras y albaricoques de allá mismo, mantequilla y té para las damas. La tertulia del desayuno es inevitable y tras un buen rato, mientras unos deciden qué hacer (subir a Toloño, ir caminando hasta Labastida o escaparse a potear por San Vicente), el chef que esto escribe se pone a cocinar.

Dicho y hecho. El grueso de las compras viene ya resuelto de casa y mientras unos visten la mesa y otros bajan al jardín a por verdura y hierbas, arreo con unos platillos de cortar el hipo, panceta de cerdo al sarmiento, verduras, costilla a la brasa y lomo asado en salsa con ensalada.

No hay mejor postre para aligerar la andorga que una macedonia de naranjas cortadas en gajos con fresas, pasas de Remelluri, moscatel y azúcar. Las damas desfilan al jardín. Los más listos, echan la siesta y los más plastas nos quedamos en la cocina chupando cubalibres de ron y fumando habanos.

Si lee esto mi médico, me mata.

No olvidéis que en este lugar celestial, aparte de probar los vinos y darse la vida padre, es más que recomendable visitar la necrópolis que hay en la finca. Si tienes la fortuna de conocer bien a la familia o vienes enchufado, podrás contemplar, además, la obra de Vicente Ameztoy encerrada en la oscuridad de una ermita.

¡Viva Remelluri y la madre que parió a sus dueños!

¡Y Dios bendiga a toda la familia!

(Que Dios nos bendiga, a Diego un poco más que al resto)

Amen.

Granja Ntra. Sra. Remelluri

Ctra. Rivas de Tereso, s/n.

01330 Labastida

Teléfono: 945 331 801

Página web: www.remelluri.com

Correo electrónico: info@remelluri.com

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