Periodistas vigilantes contra los despidos

MADRID.-  Los despidos han llegado a la prensa con la virulencia de una crisis ya anunciada. La Gaceta de los Negocios, Grupo Zeta, Prisa, Unidad Editorial, 20 Minutos, además de varios medios locales, son parte de una lista de recortes, despidos, regulaciones de empleo y jubilaciones anticipadas que crece día a día y que en un mes ha supuesto una pérdida de un millar de puestos de trabajo, según datos de las organizaciones de periodistas. Por eso la Federación de Asociaciones de la Prensa (FAPE) ha decidido poner en estado de vigilancia a sus miembros y crear un observatorio de seguimiento de la crisis para reunir datos para negociar con editores y sindicatos.

«Los periodistas seremos las primeras víctimas de la crisis que ya azota el sector», las palabras de la presidenta de la FAPE, Magis Iglesias, representan el sentir de muchos profesionales que ven cómo los medios empiezan a despedir a sus profesionales tras una década de crecimiento y aumentos de facturación.

«No podemos permanecer impasibles y cruzados de brazos», dice la carta de la presidenta de la FAPE a los responsables de las 48 asociaciones de la prensa españolas que formarán parte del observatorio, encargado de recopilar los datos de las medidas laborales que se tomen en todo el país, al estilo del mapa creado en Estados Unidos para seguir los recortes en los principales medios.

Pero la iniciativa de la FAPE pretende poner una barrera a la socialización de las pérdidas iniciada por los editores y los responsables de los medios para «denunciar, en su caso, decisiones oportunistas, injustificadas o abusivas».

Por eso la organización periodística pretende comenzar las conversaciones con las organizaciones sindicales y empresariales para buscar soluciones al tiempo que exige «una mayor atención de los poderes públicos a la situación de un sector que ha de ser considerado estratégico». Y es aquí donde la presidenta de FAPE coincide con los editores, que en su congreso de la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) celebrado este fin de semana pidieron al Gobierno ayuda para superar la crisis.

Entre las medidas solicitadas están la reclamación de ayudas económicas estatales, ahora dependientes de las autonomías y administraciones locales, el fomento de la lectura de diarios y la aplicación de planes de fomento de la lectura como los solicitados en la Declaración de París de mayo de este año de la Asociación de Editores de Periódicos Europeos (ENPA), así como la relajación de algunas restricciones publicitarias impuestas por la Comisión Europea.

Tanto los periodistas como los editores justifican esas peticiones en la importancia de la función social y democrática del periodismo, «imprescindible en todo régimen de opinión pública y marchamo de calidad de nuestra democracia», según la FAPE.

Los representantes profesionales de los periodistas españoles lamentan que, como en tantos sectores, no existan reservas para los malos tiempos después de los años de bonanza, aunque en la prensa la crisis se sentía ya desde hace tiempo, pero la buena marcha de la publicidad ha retrasado las reformas y la reestructuración que ahora se hace urgente y que arrastrará muchos puestos de trabajo por falta de previsión y decisiones.

El año ha comenzado mal y la crisis ha agudizado los malos resultados. La mayoría de los medios españoles sufren una fuerte caída de la publicidad y los grandes diarios han visto descender sus resultados operativos más de un tercio en lo que va de año. Un -34,9% en El País o -36% en los diarios regionales de Vocento e incluso más en el caso de Unidad Editorial y otros grupos más pequeños. Hasta los gratuitos sufren pérdidas importantes después de haber sido durante años el único producto impreso en crecimiento. La publicidad ha caído alrededor de un 20% y frena incluso el empujón de internet, que ha pasado de crecer muy por encima del 30% anual a un ritmo del 20%, insuficiente para compensar las pérdidas del papel.

Los responsables periodísticos de El País, El Mundo o Vocento reconocieron en la asamblea de los editores que la crisis acelerará los cambios y la convergencia mientras se criticaba el «inmovilismo» de los medios impresos, en palabras de Ángel Arnedo, ex director de El Correo y adjunto al consejero delegado de Vocento.

Los más perjudicados, los periodistas. Así que la profesión vuelve su papel de vigilancia de los asuntos públicos también sobre sus propios asuntos en un intento que las pérdidas no golpeen con especial virulencia a los más débiles.

Pero medios y periodistas viven obligados a cambiar un modelo de negocio y una forma de trabajar y entender la profesión urgente. Ninguna ayuda pública servirá más que para disimular las cuentas de los editores, ya beneficiados los años pasados del dinero de las comunidades autónomas, que han repartido subvenciones y publicidad institucional en muchos casos con liberalidad y con controles siempre bajo sospecha. Ayudas en casi todos los casos con requisitos más ligados a la lengua propia y a otros intereses que a modernizar el sector y fortalecer su estructura. Sólo en 2007, Cataluña destinó subvenciones a la prensa de más de 12,9 millones de euros, seguida del País Vasco, con 4,3 millones, y Galicia, con 2,1 millones, según los últimos datos.

Pero el juicio del público sigue siendo duro con la prensa y muchas veces coincide con palabras como las de Rupert Murdoch, dueño de The Times, The Wall Street Journal, The Sun o el New York Post: «No son los diarios los que han llegado a ser obsoletos. Son algunos de los directores, reporteros y propietarios que han olvidado el más precioso bien de la prensa: el vínculo con sus lectores». Un mal que las ayudas económicas no pueden curar.

Resultado: «La crisis de la prensa española es de tal calibre en estos momentos que, si no se toman medidas inmediatas, muchas empresas informativas tendrán que cerrar sus puertas». Son las quejas de Pedro Crespo de Lara, presidente de los editores, en 1978. Treinta años para prepararse para una crisis que ya entonces tenía los mismos argumentos y a la que en los últimos años se suma internet, una oportunidad vista demasiado tiempo por muchos como una amenaza.