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Hacia los 4 millones de parados... ¿Triunfará aquí la 'flexiseguridad'?

  • Alude a un concepto europeo que auna la flexibilidad y la seguridad en el trabajo
  • Los sindicatos se oponen porque creen que da precariedad al mercado laboral
Por PAULA CARRIÓN (SOITU.ES)
Actualizado 30-12-2008 09:22 CET

La cosa está fea. Muy fea. Y a tenor de los datos que nos salpican cada día no parece que vaya a ir a mejor. El último estudio de Funcas augura que en 2010 la tasa de paro llegará al 18%; eso significa ni más ni menos que un día nos despertaremos con casi cuatro millones de parados. Desde el Gobierno se evita hablar de una reforma estructural del mercado de trabajo aunque desde hace unos días tanto el presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, como su ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, van soltando perlas en este sentido: la semana pasada se supo que los autónomos podrán cobrar paro a partir de 2011 y días atrás el propio Zapatero dijo que se subiría "en la medida de lo posible" el dinero a cobrar cuando se está desempleado. ¿Hacia dónde va Zapatero?, ¿qué quiere hacer? Muchos hablan de guiños a un vocablo tan poco atractivo como el de flexiseguridad.

El concepto

Una rápida encuesta (totalmente subjetiva porque está hecha a personas con edades similares y profesiones idénticas) muestra un cierto desconocimiento del término. "Eso tiene que ver con el trabajo, ¿no?", dice uno. "Es hacer flexiones de una forma segura" contesta otro. Los que más, saben definir el término pero desconocen todas las medidas que implica. El economista Daniel Fernández nos aclara la duda. En su blog Fernández define la flexiseguridad como "la combinación de la flexibilidad laboral y la seguridad del trabajador". El economista considera que el modelo descansa en tres pilares:

  • Libertad para contratar y despedir a trabajadores (flexibilidad para el empresario).
  • Elevada generosidad de las prestaciones por desempleo (seguridad para el parado).
  • Políticas activas de búsqueda de empleo.

Este término, aunque poco usado aún en España, ya tiene cierto recorrido en los despachos de Bruselas. Hace algo más de un año la Unión Europea (UE), en el marco del Tratado de Lisboa, hizo toda una declaración de principios entre los que figuraba la flexiseguridad como un nuevo contexto de relaciones entre empresarios y trabajadores. El sistema, que toma como referencia el cambio en el mercado laboral que realizó Dinamarca en 1994, se ha implantado con éxito en Suecia, Reino Unido y Holanda.

La UE ha apostado fuerte por implantar este concepto en todos los países miembros, aunque cada país decidirá si quiere aplicarlo. Por el momento ya existe un Consejo Permanente para este asunto y cientos de páginas redactadas que defienden encarecidamente el modelo. La última, este mismo mes, propone una reforma laboral en este sentido para evitar que la crisis económica se convierta en una crisis social.

No han sido los únicos, sin embargo, en juntar letras para hablar de esta palabra tan poco atractiva. En los congresos de este año del PP y el PSOE también se incluían ponencias en este sentido. ¿Qué ocurre?, ¿por qué están de acuerdo? Por si acaso recuperamos sus ponencias en este artículo, no sea que les dé por tirarse los trastos a la cabeza cuando uno u otro saque a relucir tan pomposo concepto.

En junio el PP decía:

Un aspecto que se debe incluir en la reforma del mercado de trabajo es el desarrollo de la llamada flexiseguridad. Para afrontar con éxito la apuesta por una economía más competitiva y productiva, y a la vez más atenta a los ciudadanos, debemos ser capaces de mejorar simultáneamente las necesidades de seguridad y estabilidad de los trabajadores y la flexibilidad que requieren las empresas para adaptarse a las circunstancias competitivas cambiantes del entorno globalizado. El Partido Popular entiende que el mercado laboral español debe ser más flexible a la hora de conjugar oferta y demanda laboral, con unas políticas activas de empleo que garanticen trabajadores cualificados a través de la continuidad de la formación y la capacitación profesional. A través del diálogo social, en España debe hacerse realidad el binomio flexibilidad del mercado de trabajo y seguridad de los trabajadores, que requiere un equilibrio entre los derechos y las responsabilidades de todas las partes.

Y en julio los socialistas asentían:

Junto a las nuevas medidas para equipar a las personas y extender la sociedad de la información, el éxito de nuestro país en el nuevo modelo productivo globalizado reside en nuestra capacidad de hacer reformas importantes en las reglas y las políticas sociales y laborales. La única forma de combinar estas exigencias paralelas de mayor flexibilidad y una protección creciente es encontrar una combinación creativa de nuevas políticas laborales. «Flexiguridad» es la expresión con que la que la Estrategia Europea de Empleo designa este tipo de combinación que tan bien ha funcionado en los mercados de trabajo de los países nórdicos en las últimas décadas.

¿Es posible?

Gayle Allard, experta en mercado laboral del IE Business School, cree que hay tres problemas intrínsecos del mercado laboral español que dificultan que aquí se hable de flexiseguridad.

  • En primer lugar, el coste de despido en España es muy alto en comparación con otros países desarrollados. Esto hace que las empresas sean más reacias a contratar a gente fija.
  • Los convenios colectivos son muy rígidos. "No estoy haciendo un discurso neoliberal", apunta en este momento la profesora.
  • En España la flexibilidad pasa por la temporalidad y por la contratación de inmigrantes temporalmente (así, en épocas de bonanza, rozamos el pleno empleo y en épocas de crisis las tasas de desempleo son exageradas). Además, nuestra rigidez del mercado laboral es uno de los principales motivos que explican el elevado nivel de desempleo.

Aún así, Allard cree que hay posibilidades de que funcione. Aquí van las recetas: Definir cuál es el coste del despido, tener una prestación por desempleo seguro y bien remunerado y abaratar el despido e igualar el coste de trabajador temporal al del indefinido. En opinión de la experta, el sistema funcionaría bien en España si el INEM controlara a la gente desempleada y se utilizaran políticas activas para encontrar trabajo, si no, reconoce, "sería un gasto terrible para el Estado".

El año que está a punto de llegar será, en opinión de los expertos, un ejercicio de cambios estructurales en el mercado laboral. En el marco del diálogo social (donde se reúnen sindicatos, patronal y el Ejecutivos) parece que Zapatero podrá anunciar medidas en este sentido, algo que a juicio de Juan Iranzo, del Instituto de Estudios Económicos, puede resultar totalmente erróneo. "El Gobierno tiene que legislar un nuevo contrato más flexible y en ningún caso esto debe partir de la negociación colectiva", apunta.

El ejemplo a seguir

Dinamarca es el clásico ejemplo de aplicación de esta medida laboral. Allí, según las estadísticas, un trabajador tiene una media de seis empleos a lo largo de su vida en lugar de los cuatro que registra la UE.

En 1993 el paro alcanzó el 11% de la población (algo que aquí empieza a ser normal). Una reforma del sistema de prestaciones y de abaratamiento del despido bajó la tasa hasta el 5% en apenas cinco años. Según los datos de verano de 2008 el desempleo en Dinamarca fue del 2,8% frente al 8,9% de la UE de los 27.

En el país escandinavo el trabajador que es despedido cobra el 90% del sueldo que tenía en la empresa que le echó, durante 4 años y con un límite de 2.000 euros al mes. Eso sí, se tiene que presentar cada 15 días en las oficinas del paro y demostrar que realmente está buscando trabajo.

Iranzo cree que ahora es el momento idóneo para tomar este tipo de medidas. ¿Y qué opina del gasto en obra pública para contratar a parados de la construcción? "Mira, no se sale de la crisis arreglando aceras", sentencia. Sin embargo, a juicio de Francisco Conde, abogado laboralista del despacho Cuatrecasas, ahora no es un buen momento para que la flexiseguridad se aplique en España. Según este abogado, el primero que tiene que poner por delante algo es el Estado. ¿Cómo? Garantizando un desempleo de calidad, y eso, con tasas de paro del 13% y con un gasto público ya desbocado, resulta difícil.

De uñas

12 de diciembre de 2008. Estamos en el Palacio de Congresos de Madrid rodeados de 1.001 delegados sindicales de Comisiones Obreras. Tienen que elegir a su líder sindical. Nos acercamos al primer corro que encontramos. "¿Qué es la flexiseguridad?", preguntamos a unos señores que sólo parecen interesados en la pugna entre Fidalgo y Toxo por el liderato. De las cinco personas que hay ninguna responde. Segundo intento. Más de lo mismo, la callada por respuesta. Tercer intento. Reproducimos la conversación:

Sindicalista 1: "¿La flexiseguridad? ¡Eso es una palabreja que se ha inventado Zapatero!".
Sindicalista 2: "¡Que no hombre, que nosotros lo llevamos en nuestro programa!".
Sindicalista 1: "En España eso no es posible porque los empresarios no quieren".
Sindicalista 3: "Que no. Que es el sueño de la patronal hecho realidad. Sólo beneficia al empresario".
Sindicalista 2: "Pues yo creo que si que es posible. Si nosotros nos lo planteábamos..."

Esta conversación no consigue resolvernos la duda de si los sindicatos apoyan o no la implantación de la flexiseguridad. Varios abogados laboralistas coinciden en que este tipo de medidas pondría "de uñas" a los sindicatos, porque incluye abaratar el despido en una cultura, la española, donde se exige 45 días de sueldo por año trabajado. Desde CCOO rechazan, tal y como defiende la Confederación Europea de Sindicatos (CES), las propuestas europeas de "flexiseguridad", en la que propone flexibilizar la protección del empleo como "receta mágica" para acabar con los problemas del mercado laboral. En poca palabras: poca "flexi" y mucha "segu".

Su portavoz, Fernando Lezcano, reconoce que el término no les gusta. que es engañoso y alejado de la realidad. De paso nos cuenta que su nuevo líder sindical, Ignacio Fernández Toxo, se ha reunido ya con el Rey. ¿Preocupado por si flexibilizan su puesto?.

No parecen tan enfadados los de UGT. En un extenso documento, el sindicato afín al PSOE reparte alabanzas y críticas a tan temido término. Aún cuando la califican como el disfraz perfecto del abaratamiento del despido la consideran como la alternativa "menos mala a la desregulación pura y dura del derecho del trabajo".

El acuerdo

A quien más parece gustarle esto de la flexiseguridad es a los empresarios. Éstos defienden lo de mucha "flexi" y la "segu"... la "segu" no es cosa suya. El presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, no pierde oportunidad para exigir al Ejecutivo medidas en este sentido. En la celebración de su asamblea general, hace dos semanas, Díaz Ferrán ya avisó de que llevaría al diálogo social una nueva fórmula de contrato con menos indemnización para conseguir abaratar el despido. El presidente de la patronal lleva tiempo diciendo que es "imprescindible", en estos momentos de crisis y destrucción de empleo, que se flexibilice el mercado laboral "en todos los órdenes" para que se creen puestos de trabajo. Traducido al cristiano: que se abarate lo que le cuesta a un empresario el despedir a un trabajador. El resto no es cosa suya.

Hay quienes creen —entre ellos el ex presidente de la CNMV, Manuel Conthe— que el abaratamiento del despido se conseguiría eliminando los blindajes de los presidentes de las grandes compañías. ¿Será esa la primera medida?

Para saber más:

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