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La ley de Slate: dos meses fuera de la redacción para recuperar el periodismo

  • El director de la web, asociada de soitu.es, busca la esencia de la profesión
  • Nacida hace 13 años, hoy es una referencia en internet y un éxito de audiencia
Por CRISTINA F. PEREDA (SOITU.ES)
Actualizado 26-02-2009 15:16 CET

WASHINGTON, D.C.-  "Nadie que escriba más rápido que yo sabe hacerlo mejor y nadie que escriba mejor que yo lo va a hacer más rápido". Con esta frase del periodista A.J. Liebling describe David Plotz, director de Slate, la clave del éxito de esta 'revista digital' estadounidense fundada hace ya 13 años.

Y para reforzar esa convicción frente a los sitios en internet que sólo compiten en las pruebas de velocidad, un sitio de referencia como Slate —medio asociado de soitu.es— ha decidido echar de su redacción a los periodistas. El objetivo es que trabajen dos meses en una pieza de investigación, que recuperen la esencia del periodismo y no se oxiden delante de la pantalla del ordenador.

El estilo ‘Slate’

Slate nació en 1996 y ha logrado convertir su formato arrevistado y sus artículos irónicos y siempre con un punto de vista diferente en todo un éxito. "Slate proporciona contexto, análisis, burla y explicaciones sobre las noticias que los lectores obtienen en televisión o prensa. Estamos en una atmósfera inundada de información y también hay muchos blogs que publican opiniones personales de forma inmediata. Slate encaja justo en medio de las dos cosas, con análisis rigurosos, inteligentes y divertidos de la actualidad que están absorbiendo los lectores en otros medios", nos cuenta Plotz en la redacción de Washington.

La publicación fue fundada como "uno de los primeros intentos de hacer periodismo en Internet, cuando nadie sabía qué hacer con la red", explica John Alberman, manager general del Grupo Slate, perteneciente a The Washington Post Company —inicialmente el propietario fue Microsoft—. Ahora cuenta con una redacción de 39 personas, incluidos diseñadores y técnicos, apoyadas por hasta 40 colaboradores y expertos en todas las áreas de información.

La revista online se ha mantenido durante 12 años como una de las más leídas del mundo. Actualmente ronda los 7 millones de usuarios únicos al mes, de acuerdo con datos de la agencia Nielsen. Aunque su contenido sí está atado a la actualidad, el objetivo de sus creadores siempre ha sido publicar artículos que no están en ninguna otra parte.

El secreto del éxito

Según Alberman, Slate se ha consolidado porque más y más gente se ha acostumbrado a leer en Internet, pero también porque conservan entre su personal a técnicos y periodistas que llevan más de diez años descubriendo los secretos de la red: cuánto se tarda en subir el contenido, cómo enlazar las noticias, la longitud que debe tener el texto o qué temas prefieren los lectores para leer en papel o en la pantalla del ordenador.

"La base de todo esto sigue siendo contenido de alta calidad periodística. Tiene que ser relevante, pero también diferente. El lector está rodeado de información de última hora, así que tenemos que ofrecer artículos que no se pueden encontrar si lees cualquier otra publicación ni se le hayan ocurrido a nadie más", explica Alberman.

Y para dar con este contenido, Plotz ha decidido sacar a sus escritores a la calle.

«Cuando David nos dio la noticia de abandonar la redacción hubo reacciones de dos tipos. Nos desorientó porque estamos acostumbrados a trabajar muy rápido, pero también sabíamos que era una gran oportunidad para hacer algo diferente», nos cuenta Timothy Noah. El columnista de Slate ha sido el primero en tener que abandonar la redacción obligatoriamente durante dos meses.

Lejos de la sede de Slate en Washington, D.C., cada redactor tendrá que repetir la rutina de Noah y escribir un trabajo periodístico de formato más largo que una noticia o columna tradicional. Noah ha dedicado este tiempo a entrevistar a expertos y documentarse en la biblioteca como no lo había hecho en unos cuantos años. Su investigación sobre por qué no ha habido otro ataque terrorista en Estados Unidos desde el 11-S ha comenzado a publicarse la pasada semana como una serie de ensayos.

"Es mucho más difícil conseguir lectores online cuando se trata de piezas muy largas. Es uno de los desafíos que nadie ha resuelto todavía en Internet, no sólo Slate.com, y hacen mucha falta este tipo de experimentos", explica Timothy Noah.

David Plotz llevaba bastante tiempo invitando a sus periodistas/escritores a salir de la redacción, pero nadie se presentó voluntario. Desde el pasado mes de junio se trata de una medida obligatoria. Y Slate, con un estilo y modelos más que consagrados, puede permitirse ‘echar’ unas semanas a parte de su plantilla.

Al igual que David Plotz, director de Slate y antiguo colaborador de publicaciones como New York Times Magazine, Rolling Stone o el Washington Post, muchos de sus periodistas vienen de las más prestigiosas redacciones de Estados Unidos. Su salto del papel a la red otorga a Slate una reputación con la que no cuentan otras publicaciones digitales.

Sin embargo, la versión de Slate que leemos ahora poco tiene que ver con la página de 1996: tanto el contenido como el diseño han tenido que adaptarse a los dictados de Internet. Slate comenzó con una edición semanal, después una vez al día y finalmente durante las 24 horas. ¿Y qué noticia les enseñó que no podían permanecer sin actualizar la página muchas horas? La muerte de 'lady Di' el 31 de agosto de 1997. El accidente en coche de la princesa en París sorprendió a los periodistas de vacaciones y sin intención de volver en una semana.

"Tardamos diez días en publicar algo sobre su fallecimiento. Si miramos el tráfico de Internet, fue una de las primeras veces que los lectores consultaron la red [en Estados Unidos] para tener más información. Si alguno entró en Slate.com, no encontró nada. Así entendimos que la red es diferente y que tienes que estar operando continuamente", explica David Plotz.

La importancia del lector

Parte de esta evolución consiste en prestar atención a los usuarios para hacer una publicación que se adapte a sus necesidades. Alberman considera que deben rediseñar la página al menos cada año y medio, mientras que una publicación impresa puede aguantar más. Slate fue adaptada el pasado año según "las costumbres de los lectores": la barra de navegación lateral fue trasladada a la parte superior de la página y los botones son ahora menús que se descuelgan con los artículos más relevantes.

Uno de sus grandes éxitos, más allá del contenido, es la fidelidad de sus lectores y su alto nivel de participación en el foro The Fray (‘discusión acalorada’, en inglés). El sistema técnico para la publicación de Slate no permite insertar comentarios en los artículos, algo que en la web 2.0 podía haberle condenado, pero esa fidelidad y el compromiso de los escritores han convertido el obstáculo en una virtud.

"Hemos aprendido que hay que hacer las cosas de otra manera. Ya no vale con contar la historia sin más, hay que mantener correspondencia con autores de blogs, poner links, participar en los foros…", dice Alberman. Así es cómo The Fray se ha convertido en uno de los foros más famosos entre los internautas estadounidenses.

Slate se ha consolidado sin un departamento comercial ni de marketing. Tampoco tiene una audiencia definida. Alberman insiste en que el secreto está en publicar contenido de alta calidad y tener una voz propia. La audiencia viene después. Sus artículos han acabado por atraer a dos tipos de lectores muy diferenciados: jóvenes adultos a los que les encanta la tecnología, los blogs, agregadores y lectores de RSS, junto a la clase alta y más preparada de Estados Unidos.

El contenido de Slate ha saltado incluso al papel. La colección de ensayos de David Plotz sobre sus lecturas de la Biblia forman ahora parte de un libro. Y, según Tomothy Noah, todas las piezas que están preparando lejos de la redacción podrán ser impresas después como una obra más larga.

Entre los lectores y colaboradores se encuentran algunos expertos en legislación del Congreso estadounidense que ahora han pasado a formar parte del equipo de Barack Obama. Si antes de las elecciones estas personas aportaban un punto de vista sobre la información de importante valor, ahora son fuentes con las que no cuentan otros medios. "Ya veremos si nos afecta esto, pero será interesante descubrir cómo pasa Slate de ser una publicación que mira a las cosas desde fuera a poder publicar ‘desde dentro’, adelantando información y puntos de vista como no hemos podido hacer antes", declara Plotz.

Independientemente de lo que depare el futuro para Slate, la intención de los editores es continuar publicando el tipo de periodismo que les ha consolidado. Saben que el lector que busca actualidad consulta antes CNN.com que Slate. Pero el que quiera noticias contadas con un punto de vista diferente, el contexto para comprender un acontecimiento complejo o las curiosas implicaciones de la última ley aprobada por el Congreso estadounidense, pasará un buen rato leyendo Slate.com.


* A partir de mañana publicaremos en soitu.es la serie de artículos que Timothy Noah ha escrito en Slate y que analizan por qué Estados Unidos no ha sufrido más ataques terroristas desde el 11 de septiembre.

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