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Tras medio siglo de exilio el Dalai reivindica la no violencia frente a China

EFE
Actualizado 10-03-2009 09:48 CET

Nueva Delhi.-  Medio siglo después de la revuelta contra China en el Tíbet, su líder en el exilio, el Dalai Lama, abogó hoy por continuar la lucha por medios no violentos y acusó al régimen de Pekín de causar la muerte de "cientos de miles de tibetanos" con las campañas represivas aplicadas en la región.

En un discurso con ocasión del "Día del Alzamiento Nacional Tibetano" pronunciado en la localidad septentrional india de Dharamsala, que acoge al Gobierno en el exilio, el Dalai se dolió de que su pueblo haya "experimentado el infierno en la tierra" en los 50 años de ocupación china.

Relató la "serie de campañas represivas y violentas" que China ha aplicado en el Tíbet y cuyo resultado, dijo, "fue la muerte de cientos de miles de tibetanos", según el discurso difundido en la página web del Ejecutivo en el exilio.

También lamentó la ausencia de resultados de las sucesivas negociaciones con las autoridades chinas, las últimas desde 2002, para insistir en su reivindicación de una "autonomía legítima y significativa" para el Tíbet "en el marco de la República Popular China".

Para el Dalai Lama, no queda duda de que su causa sigue viva como quedó demostrado con las "protestas generalizadas y pacíficas que estallaron por todo el Tíbet" en marzo del año pasado y que causaron unos 20 muertos, según el régimen chino, y hasta 200 según el exilio tibetano.

Pese a la violencia de algunas de las protestas, el Dalai expresó su "orgullo" por la "convicción firme de servir a la causa del Tíbet" que guió a los manifestantes en Lhasa, la capital tibetana, y otras zonas de la región.

Los disturbios de 2008 suscitaron una nueva ola de simpatía internacional hacia los tibetanos pero también condujeron a una reflexión interna en el seno del movimiento en el exilio, que celebró un cónclave en noviembre en Dharamsala para determinar el camino a seguir.

Tras reiterar su fe en el Dalai Lama, los 600 delegados presentes en el cónclave, que hicieron recomendaciones al Parlamento en el exilio, reiteraron su compromiso con la "vía del medio" propugnada por su líder espiritual y político.

Al mismo tiempo, propusieron romper las negociaciones con China si sus autoridades no daban respuesta positiva al memorando de "autonomía genuina" que los negociadores tibetanos presentaron durante la última ronda de negociaciones, celebrada a finales de octubre.

La vía del diálogo se había reanudado precisamente tras los disturbios de Lhasa, los más graves desde la represión de la revuelta que llevó al Dalai Lama al exilio en la India y a casi 100.000 tibetanos a buscar una nueva vida en este país y las vecinas Nepal y Bután.

Hoy, unos 130.000 exiliados viven en la India, país al que el Dalai expresó su "sentida gratitud". No obstante, las protestas de 2008, que tuvieron su réplica en la India y otros países, dejaron claro que para las autoridades indias el Dalai se ha convertido en un huésped bastante incómodo.

El líder tibetano, que en 1989 recibió el Premio Nobel de la Paz, asegura que se halla en una situación de "semi-retiro" de los asuntos políticos y que ha cedido su manejo al primer ministro, Samdhong Rinpoche.

Lo cierto es que, a sus 73 años, la salud del Dalai se ha resentido y que en los últimos meses ha visitado hospitales de Nueva Delhi y Bombay tanto para someterse a exámenes médicos rutinarios como aquejado de alguna dolencia.

A principios del pasado febrero, fue intervenido para extirparle un cálculo biliar.

Ayer, cientos de personas se congregaron frente al templo budista de Tsuglag Khang en Dharamsala para una plegaria por la salud del Dalai, quien poco después se dirigió a ellos para prometerles: "intentaré vivir más tiempo por la causa tibetana".

Hoy, tras expresar su confianza en que la "justicia de la causa del Tíbet prevalecerá" si su gente mantiene "el camino de la verdad y la no-violencia", se mostró confiado en una "solución rápida al asunto del Tíbet".

"Sin embargo, también debemos prepararnos en caso de que la lucha continúe por un largo tiempo", advirtió, para lo que animó a los tibetanos una buena educación para las nuevas generaciones, y una "mejora de la comprensión y la práctica de los métodos no-violentos".

Por Julia R. Arévalo

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