Hurra: a los diputados les sobran trabajos

En secreto y con la presencia de 346 diputados, la Cámara ha aprobado hoy que 78 diputados más se sumen a la mayoría de compañeros pluriempleados. Ya sólo quedan 33 de los 350 con dedicación exclusiva. Da gusto que en medio de tanta destrucción de empleo, a algunos les salgan las ofertas por las orejas.

"El sueldo no es tan alto, comparado con lo que ganan los presidentes de los bancos o algunos asesores de Moncloa, sin ir más lejos", comenta un diputado en secreto, por supuesto. Tanto si preguntas a un pepero como a un socialista, el argumento es el mismo. A media mañana se ha celebrado la votación para permitir a 78 de los 350 diputados —Michavila y Acebes entre ellos— desarrollar una actividad laboral al margen de sus obligaciones políticas. Y se ha aprobado, aunque quizás no con la unanimidad esperada: 256 han votado a favor, pero 90 o se han abstenido o lo han hecho en contra.

"Continúa la sesión con carácter secreto. Quien no sea diputado que abandone tribunas y hemiciclo". José Bono, el presidente del Congreso, pide intimidad para votar en privado el dictamen de la Comisión del Estatuto del Diputado. Un mero trámite pues el resultado se conocía de antemano.

¿Si la mayoría goza de libertad para realizar otros trabajillos complementarios cómo se van a negar a admitir a nuevos currantes en el club? Así que ha habido quórum. Tanto en el caso de quien iba a impartir un seminario sobre Economía como el de Fernando López Amor, ex director de RTVE con Aznar, que a partir de ya tiene autorización para ejercer como consejero de una empresa que gestiona derechos del fútbol con las televisiones públicas.

El artículo 158 del Reglamento del Congreso de los Diputados dice que el mandato de los diputados y senadores "será incompatible con el desempeño, por sí o mediante sustitución, de cualquier otro puesto, profesión o actividad, públicos o privados, por cuenta propia o ajena, retribuidos mediante sueldo, salario, arancel, honorarios o cualquier otra formal". El acta de diputado obliga a declarar los bienes patrimoniales y la actividad profesional por si existieran incompatibilidades. Claro que los mecanismos para investigar si la declaración es cierta, son nulos. Es decir, no se puede investigar la veracidad de actividades. Se parte de la buena fe y a partir de ahí, el pleno vota si admite o no las solicitudes de los diputados que quieren completar su sueldo base de 3.000 euros con unas perrillas más. Y es verdad que la nómina de sus señorías es una de las más bajas de Europa. Y también, que la mayoría de los diputados alternan su trabajo con clases, patronatos o charlas. Por eso se entiende menos el amparo que ofrecen, con tanto oscurantismo, a los pocos que se aprovechan de su condición de aforado.

El buen ambiente reinante en los pasillos era tan evidente que un José Blanco amabilísimo —quizá por el rumor de ministrable que cuelga de su espalda—, se ha acercado al grupo formado por Moragas, Rajoy y González Pons para saludar sonriente. Puede que fuese la primavera o la votación secreta pero lo cierto es que la complicidad embriagaba con su aroma. Txiqui Benegas (PSOE) y José Luis Ayllón (PP) se fumaban un cigarrito juntos en el patio mientras departían amigablemente.

"Lo correcto sería que las actividades fueran del dominio público y estuvieran colgadas en la web del Congreso para su consulta", apunta un diputado socialista. En realidad, se puede pedir información sobre el tema pero las trabas son enormes. "A mí no me parece escandaloso que un diputado pueda tener la posibilidad de participar en mesas redondas, de dar clases o de ser tertuliano. Son sólo unos cuantos los que generan desconfianza al dedicarse a ejercer como abogados, intermediarios o consejeros, por eso el Congreso debería tener potestad para investigar esos casos dudosos", reflexiona un diputado del PP. En exigir transparencia coinciden la mayoría off the record pero luego no florecen la iniciativas para materializarlo. Un socialista acaba contando un chiste: "Dos políticos se acuestan juntos, y uno le pregunta al otro: ¿Jodemos?. A lo que su compañero de cama le contesta: ¿A quién?". Pues eso. Igual sus señorías deberían ir sacando de entre las sábanas a quienes les desprestigian.