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Por el interés te quiero, marca

Por EDUARDO BRAVO | ÁLVARO SOBRINO
Actualizado 13-05-2009 17:25 CET

El País publica en su edición de hoy un suplemento en el que bajo el título "I love marcas" se loan las supuestas virtudes de los productos con pedigrí. 24 páginas destinadas a dorarle la píldora a los anunciantes porque, digamos las cosas claras, El País no está enamorado de las marcas, lo está de su dinero.

Aquí en soitu.es siempre se han dicho las cosas muy claras y sin pliegues. Aquí nos encanta la publicidad. Nos derretimos por los anuncios, por los que los hacen y, más aún, por aquellos que deciden incluir a este medio en sus campañas y nos llenan el site de banners, de anuncios interactivos, de peliculitas promocionales etc.

Aquí no hay trampa ni cartón. Los medios se sustentan con la publicidad y, como en soitu.es lo sabemos, desde siempre les hemos declarado nuestro amor a los anunciantes a pesar de que ello no nos ha impedido darles algún que otro revolcón muy a pesar del departamento comercial que es quien sufre después las quejas por lo que nosotros escribimos.

Es por estas razones por las que nosotros no necesitamos hacer anuncios laudatorios de las marcas en televisión ni sacarnos de la manga un suplemento en el que glosar sus logros y virtudes como vienen haciendo las diferentes cadenas de televisión en los últimos meses o como ha hecho el diario El País esta misma mañana. Unos mensajes aparentemente sinceros que no lo son en absoluto pues, aun a riesgo de romperles el corazón a los anunciantes, debemos aclararles que sus pretendidos amantes "televisivos", esos enamorados de El País que no paran de recordarles lo guapos que son, no les quieren por sus virtudes, los quieren por su dinero, o lo que es lo mismo, si las marcas blancas destinasen tanto dinero como las convencionales a la publicidad, los medios de comunicación irían a rondarles bajo el balcón sin ningún rubor.

Es mi Libro de Estilo y hago con él lo que quiero

Si echamos un ojo al Libro de Estilo de El País nos encontraremos que, en su artículo 1.38, referente al Tratamiento de la Publicidad, establece que "Nunca los intereses publicitarios motivarán que se publique una información. Los suplementos especiales, habitualmente monográficos, que suelen tener como fin el servir de soporte publicitarios se presentarán de forma que resulte patente su diferencia con el conjunto del periódico". Es evidente que el suplemento con el que ha desayunado esta mañana el lector está bien diferenciado del resto del periódico, lo que no está tan claro es que su publicación no responda a intereses publicitarios pues una entrevista con el responsable de Kraft Biscuits Iberia, una doble página para mayor gloria de Bimbo y otras marcas que se han convertido en nombres cotidianos a la hora de denominar un producto, un reportaje sobre los anuncios que emplean famosos —que curiosamente enfrenta con otra de publicidad en la que sale uno de los personajes de los que se habla en el texto—, cómo se elige el nombre de un producto a la hora de incorporarlo a un determinado mercado nacional o un artículo sobre marcas blancas (suponemos que para compensar el empacho de lo anterior) no parecen ser temas que le quiten el sueño a un lector medio español.

De todos es sabido que las cosas no van bien en los periódicos. De un tiempo a esta parte los ingresos publicitarios han descendido hasta tal punto que no es extraño que los medios intenten paliar la penuria burlando con picardía sus propios límites éticos e incluso soñar con que se hagan realidad esos rumores que apuntaban que el gobierno iba a apoyar a los diarios con un plan de subvenciones al estilo Sarkozy. Un hecho que, por lo que se ve, no incomoda en absoluto a esos grandes próceres de la comunicación tan en contra de la injerencia del poder en su libertad de prensa, pero sólo cuando sucede en Cuba o la antigua Unión Soviética.

El caso es que todo esto nos recuerda a esa campaña que hace unos años vimos publicada en los medios de comunicación y que llevaba la firma de Farmaindustria. Una gráfica contra los genéricos que también apelaba a las virtudes de la marca como garantía para un buen medicamento. Algo que, como todos sabemos, no respondía a una preocupación de la industria farmaceútica por la salud pública o el bienestar de los ciudadanos sino a una grave disminución de sus ingresos por la decisión de las autoridades sanitarias de recetar medicamentos genéricos en lugar de los de marca.

En definitiva, lo mismo que sucede hoy, no es una cuestión de amor sino de dinero.

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