Naciones Unidas.- La ONU negocia con el Gobierno de Sri Lanka un permiso para que las agencias humanitarias tengan acceso sin impedimentos a los campamentos donde se agolpan unos 300.000 desplazados por el recién concluido conflicto con los rebeldes tamiles.
El subsecretario general de la ONU, John Holmes, dijo que representantes del organismo siguen en contacto con las autoridades ceilanesas tras la conclusión, el lunes, del viaje de tres días al país asiático del secretario general, Ban Ki-moon, quien pidió a las autoridades de Colombo un acceso libre a esos campamentos.
"Hemos dicho que la situación no es satisfactoria, no podemos hacer nuestro trabajo si no se nos da un acceso adecuado", apuntó en una conferencia de prensa Holmes, que estuvo presente en la visita a esos campos de desplazados.
Holmes señaló que Ban pudo ver por sí mismo la precariedad de las instalaciones y los servicios que reciben los internos, particularmente en cuanto a la distribución de agua, las letrinas y la calidad de la alimentación.
El máximo responsable de la ONU pidió al Gobierno ceilanés progresos en tres áreas: ayuda humanitaria inmediata, reintegración nacional y una solución política sostenible para la minoría tamil en Sri Lanka.
Sri Lanka asegura que no permite el acceso de las agencias humanitarias internacionales a los campamentos por razones de seguridad, pues antes quiere determinar si hay guerrilleros infiltrados en los centros.
Por su parte, el subsecretario general de la ONU para Asuntos Políticos, Lynn Pascoe, indicó que el organismo mundial sigue dispuesto a desempeñar un papel en el proceso de reconciliación que debe seguir a la derrota militar de los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE).
"Este es un proceso que debe encabezar el Gobierno ceilanés y la pregunta es si hay espacio para que la comunidad internacional ayude", dijo Pascoe.
El responsable político de Naciones Unidas resaltó la importancia de que todas las comunidades que conforman el país se sientan parte de un futuro común.
El Ejército de Sri Lanka puso fin la semana pasada a 26 años de conflicto armado tras aniquilar a la guerrilla de los Tigres tamiles en el noreste del país, aunque la ofensiva militar generó una ola de unos 300.000 desplazados.
El Gobierno ceilanés fue alojando a quienes huían de la guerra y a las personas atrapadas en los combates en campos instalados al efecto, pero las organizaciones de ayuda denuncian que los habitantes están confinados en el interior, sin permiso para salir.
La guerrilla tamil luchó durante décadas por obtener un Estado independiente para esa minoría étnica, más presente en el norte y en el este de Sri Lanka, frente a la cingalesa, que controla las instituciones del país.
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