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Lo mejor de este teléfono es el espíritu boli Bic

  • La sencillez, marca de la casa, también están en el teléfono
  • La simplicidad se debe más al recorte de prestaciones que a un proceso de rediseño
  • El hueco de mercado para quien quiera desarrollar móviles sencillos no se ha cubierto
Por ALFREDO CALOSCI* (SOITU.ES)
Actualizado 02-07-2009 13:40 CET

Acaba de llegar a España, de la mano de Orange, el primer móvil de la marca Bic, un nombre que hemos aprendido a asociar con lo barato y lo desechable.

Veamos qué hay de nuevo. Como ya habréis imaginado, el 'Bic Phone' es un teléfono barato que ofrece prestaciones básicas; nada de cámara, vídeo, mp3 y menos aún mapas, email, y otras formas de acceso a Internet. El 'Bic Phone' sirve para llamadas y SMS, cuesta 39 euros y funciona en modalidad de prepago .

Ni nuevo ni desechable

El aparato en sí no es una novedad, de hecho se trata de un modelo de Alcatel ya presente en el mercado con el sugestivo nombre de OT-S210, presentado con una nueva carrocería. Por suerte para todos tampoco es desechable, o dicho en otras palabras, no es ni más ni menos desechable que sus competidores.

No es esto un tema que pueda tomarse a la ligera. Los aparatos electrónicos, con sus pantallas, baterías, circuitos y carcasas de plástico, requieren un tratamiento especial cuando se convierten en residuos. En este aspecto los teléfonos móviles no son peores que los ordenadores, las consolas o los reproductores de música en formato digital; el problema es que la vida media de estos aparatos es de unos dos años y que en países como España hay ya más teléfonos móviles que habitantes. Muchos de ellos siguen en nuestros trasteros y tenemos que evitar que lleguen a incineradores y vertederos.

La responsabilidad de quien diseña un producto no se limita a su vida útil, hay que hacerse cargo también del circuito de la materia y programar su vuelta al medio ambiente. Así que, de momento, nos alegramos de que electrónico y desechable sigan siendo términos incompatibles.

Accesible y listo para el uso

Hay dos aspectos realmente novedosos en este producto: en primer lugar, está listo para el uso. La batería estará cargada, la activación será inmediata y dispondremos de un saldo inicial de unos 12 euros. Los usuarios compulsivos, con prisas para llamar, estarán contentos de saber que la otra gran novedad está en la red de comercialización, mucho más amplia y capilar que las redes tradicionales.

En este aspecto el nombre Bic cobra una especial relevancia; imaginad los lugares donde podéis comprar bolis, mecheros y maquinillas de afeitar y ya os habréis hecho una idea de los canales de distribución: quioscos de prensa, estancos, supermercados y así hasta llegar a pequeños comercios y probablemente a las tiendas de todo a 100. Accesible en el precio y en su distribución geográfica, el Bic Phone no es sólo un teléfono para emergencias, tanto la batería como el saldo, una vez agotados, se pueden recargar.

Más básico que sencillo

¿Sólo llamadas y SMS? No exactamente... También hay agenda, alarma, politonos, aviso por vibración y hasta algún que otro juego; tanto las funciones como el tamaño de pantalla y otros aspectos de este teléfono nos recuerdan inmediatamente a los modelos en circulación hace unos pocos años. Puede que resulte sencillo de usar, pero esta simplicidad se debe más al recorte de prestaciones que a un proceso de rediseño de las modalidades de interacción.

Muchos agradecerán el tamaño generoso de las teclas y del cuerpo de letra de los números que las identifican, pero con esta salvedad, el sistema de funcionamiento sigue basándose en la metáfora del escritorio, con sus grandes iconos distribuidos en cuadrícula, y en listas de opciones.

Para usar los viejos teléfonos de discos sólo hacían falta tres operaciones: descolgar, marcar y volver a colgar. La forma, la función, el peso y el contexto de uso del auricular sugerían la primera y la última de estas operaciones: lo levanto para acercarlo al oído y a la boca cuando quiero comunicar, lo vuelvo a colocar en su sitio cuando ya he terminado. En la jerga técnica, a eso, se le llamaría un interface bien resuelto por medio del 'affordance' del objeto.

En los móviles, tanto en este como en otros, no hay nada que se acerque a este escenario de interacción tan intuitivo. El hueco de mercado para quien quiera desarrollar móviles sencillos, en uso y prestaciones, sigue allí.

Gente sin complejos

El Bic Phone no es un teléfono para presumir, sería como intentar ligar en Marbella usando a un Renault Twingo como arma de seducción. ¿A quién puede interesar un móvil de este tipo? Para empezar a gente sin complejos, con las ideas claras sobre lo que realmente necesita de un móvil.

Dicho así podría parecer banal pero la verdad es que normalmente no compramos lo que realmente necesitamos; no es una cuestión moral, tenemos que ser conscientes de que el consumo, una vez superadas las necesidades básicas, es sobre todo un proceso cultural. Hay quien compra mecheros, relojes y llaveros con marca Ferrari aún sabiendo que los ingenieros de la casa de Maranello no intervienen en su diseño y producción.

El nombre Bic está asociado a cierta capacidad de innovación, tecnológica y de producto. La casa fundada en 1945 por el italiano, naturalizado francés, Marcel Bich (1914-1994), se dedicaba inicialmente a la producción de plumas y supo reconvertir su producción hacia nuevos objetos para la escritura, al hacerse con la patente del bolígrafo, ideado en 1938 por el húngaro László Bíró. La idea no debió ser tan mala puesto que en septiembre de 2005 se superó la barrera de 1.000 millones de unidades vendidas.

Algo parecido ocurrió con las maquinillas de afeitar desechables, que permitían utilizar solo una fina loncha de metal, abaratando sensiblemente los costes en comparación con la tradicional maquinilla de hojas intercambiables.

Da igual que sean plumas, mecheros o maquinillas de afeitar, la especialidad de la casa parece ser la de quitar trascendencia a ciertos objetos y convertirlos en algo mucho más desenfadado. Algo parecido debió pasar a los relojeros suizos, cuando se dieron cuenta que no todo el mundo quiere un reloj de altas prestaciones para toda la vida y convirtieron un objeto que se heredaba de padre a hijo en una colección de accesorios de moda.


* Alfredo Calosci es diseñador de interacción.

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