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Cuando éramos invertidos

Por SIMÓN MAZAS (SOITU.ES)
Actualizado 04-07-2009 14:22 CET

¿Es divertido ser invertido? Pues chico, no hay que negar que tiene su punto. ¿Quién no ha disfrutado alguna vez de ir contracorriente, de vivir la vida al límite, de ser perseguido? Nos vamos a poner un poco fachas: según muchos estudios, Hollywood alumbró su cine más elegante y sutil bajo el amparo del Código Hays. Para otros tantos, la última obra maestra del cine español fue 'Furtivos' (José Luis Borau, 1975), rodada paralelamente al "Españoles, Franco ha muerto". Y sí: a veces la nostalgia, la insoportable levedad del ser o el destino paradójico del hombre nos llevan a echar de menos ese cine proto-LGBT en el que era más lo que se sugería que lo que se mostraba.

No sabemos si somos románticos o reaccionarios, pero es lo que hay. Y teniendo en cuenta que todavía en los 90 'Tomates verdes fritos', siendo en realidad un plato de tortillas se quedó en un menú cien por cien vegano, pues tenemos un amplio espectro temporal para elegir. Confesando nuestra voluntad de evitar, en la medida de lo posible, el tópico, ahí va nuestra lista de diez títulos de cine gay y lésbico susurrado o incluso castrado. Ni 'Cabaret', ni 'Muerte en Venecia', ni 'Ben Hur', ni 'Batman y Robin'. Ni Greta, ni Marlene. Comenzamos:


1. 'Rebeca' (1940): Alfred Hitchcock, como buen viejo verde —aunque aquí fuera todavía joven viejo verde—, cargaba de erotismo sus películas. No tenía pinta de ser muy tolerante con la homosexualidad el bueno y orondo 'Hitch', y por eso una de las mejores villanas de la historia del cine desprendía lesbianismo intolerado por todos sus poros. La señora Danvers, ama de llaves encarnada por Judith Anderson, convierte su amor por la fallecida Rebeca en verdadero fanatismo y lleva su intuida 'viudedad' haciéndole la vida imposible a la pánfila de Joan Fontaine, a la que, interpretativamente hablando, se come con patatas. Señora de Winter no hay más que una. Di que sí.

2. 'Johnny Guitar' (1954): Parece poco progre pensar que si un género tan masculino como el western tiene como protagonista a una mujer, ésta tenga que ser necesariamente lesbiana. Pero bueno, pese a ese diálogo inolvidable que Pedro Almodóvar tomó como arranque para 'Mujeres al borde de un ataque de nervios', el propio colectivo 'L' ha hecho suyo a este personaje inmortalizado por Joan Crawford. Además, el duelo a pistoletazo limpio contra Mercedes McCambridge, otra mujer de armas tomar, tiene más de una connotación fálica. Para amantes de las segundas lecturas, fundamental junto a 'Ben Hur', 'Río Rojo', 'Espartaco' y 'La gata sobre el tejado de zinc'.

3. 'Té y simpatía' (1956): El Hollywood dorado, cuando quería reivindicar algo sin armar demasiado revuelo, elegía a una actriz llamada Deborah Kerr. Qué templanza, qué naturalidad y qué elegancia las suyas. Aplacó los ardores sexuales del clero en 'La noche de la iguana' y era capaz de mantener cierta castidad entre las olas hawaianas de pasión con Burt Lancaster en 'De aquí a la eternidad'. Vincente Minnelli, que canalizó su homosexualidad reprimida engendrando a un megaicono gay llamado Liza, decidió tímidamente abordar su propio conflicto al abordar una obra de teatro que, por pura ingenuidad, puede llegar a ser muy reveladora. Estamos en 1956, así que se agradece la reflexión, aunque luego todo se disuelva en un mensaje más "ser afeminado no significa ser homosexual". Pobre Vincente, sufriendo en silencio. Y mientras, George Cukor montando sus fiestas efébicas.

4. 'De repente, el último verano' (1959): En sus textos teatrales, Tennessee Williams era bastante más explícito que lo que fueron sus traslaciones a la gran pantalla, pero entre ellas, 'De repente el último verano', por muchas vueltas que le diera Hollywood, no dejó de ser lo que era. Eclipsado por momentos por la exuberancia sexual de una Elizabeth Taylor mejor que nunca, el homoerotismo empezaba a supurar infectado por el calor sofocante, la represión, el incesto y el canibalismo. Casi nada. Todo ello en torno a ese personaje tan invisible como Rebeca, Sebastian Venable, cuya técnica es utilizar a su prima buenorra para poner palote a toda la población indígena de ese país primitivo y sucio (España, casualmente) al que se van de vacaciones. Adaptación de Gore Vidal y protagonismo de Monty Clift, por si había pocos elementos gay.

5. 'La calumnia' (1962): El equivalente lésbico de 'Té y simpatía', pero echándole algo más de valor: el plus de fuerza y brillantez que le daba el estar basada en un texto de Lilian Helmann en el que dos profesoras eran acusadas de mantener una relación sentimental. Dos estrellas de Hollywood 'osaron' protagonizar en la gran pantalla esta reflexión sobre la doble moral y el linchamiento social, nada menos que Audrey Hepburn y Shirley MacLaine. William Wyler, finolis del melodrama de Hollywood, eliminó cualquier referencia a la homosexualidad, pero las posteriores versiones que llaman a las cosas por su nombre no han estado a la altura de esta película.

6. 'El conformista' (1970): Tal y como está la cosa en Italia, si esta película se estrenara hoy, todavía sería un escándalo. Bernardo Bertolucci, el bueno, el del principio, el de Vittorio Storaro, adapta a Alberto Moravia y no se corta un pelo: homosexualidad masculina conflictiva y homosexualidad femenina liberada. Escenas y ambientación exquisitas, aunque en alguna copia antigua todavía traducen el 'pederasta' original como 'homosexual'. Lo que hay que leer. Jean Louis Trintignant se deja llevar por el fascismo con tal de no asumir su conflicto, mientras Stefania Sandrelli se entrega al sexo con quien sea con tal de no enterarse de que su marido es un vendido. Lo que son las cosas. Y, con tal embrollo, se alumbra una obra maestra.

7. 'Mi querida señorita' (1972): Superimpactante película, malsana donde las haya, en la que José Luis López Vázquez se sale por todas partes. A la apariencia de ranciedad de cine de barrio no hay que hacerle ni caso, porque esta cinta es un prodigio de inteligencia, trasgresión y antropología realizado por el, por lo demás, no tan brillante Jaime de Armiñán. Hasta los Óscar se dejaron fascinar por esta película que pilló a por uvas a la censura, quien pensó que era una crítica y no una reivindicación de la diferencia radical y la complejidad de los problemas de identidad de género.

8. 'Una jornada particular' (1977): ¿Cómo puede ser que Italia contribuya con dos de diez películas maravillosas de contenido gay? Es difícil de entender, pero esta obra de Ettore Scola es, probablemente, la más hermosa de la lista. Sophia Loren y Marcello Mastroianni se dejan de matrimonios y divorcios y se quedan solos en un su bloque de edificios durante una manifestación multitudinaria. Mientras el mundo se desgañita, ellos intiman en sus soledades y nace la complicidad, la sensibilidad y la paradoja. Y allí se encuentra el germen de un cambio que todavía no termina de producirse treinta años después. Impresionante. Universal.

9. 'El beso de la mujer araña' (1985): Años después, se supo que Burt Lancaster quería hacer el papel que dio el Óscar a William Hurt a modo de salida del armario más que tardía, pero la salud le jugó una mala pasada. En una sustitución casi tan surrealista como la de Carmen Maura por Javier Bardem en 'Tetro', Hurt bordó su papel de homosexual preso en Latinoamérica por haberse enamorado platónicamente de un fogoso y espléndido Raul Julia. Su grandeza es ser una película de temática gay sin que ello resulte vinculante, pues su premisa se transforma en uno de los más bellos retratos de la amistad masculina vistos en la gran pantalla. Dura y emotiva, sabe recoger con sorprendente facilidad la capacidad reflexiva de la novela original de Manuel Puig. 'Fresa y chocolate' repitió, también con éxito, la misma fórmula.

10. '300' (2006): La metemos, pese a ser cine posdesarmarización, porque es una especie de joya 'vintage' —con sus altas dosis de masculinidad, músculo y trajes históricos diminutos— que ha servido de inspiración como pocas al desfile del orgullo gay. Frases como "No es mi látigo lo que temen mis hombres", de boca de esa reinona de Xerxes interpretada por Rodrigo Santoro, no pueden ser interpretadas hoy en día de otra manera.

¡Feliz orgullo a todos!

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