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"Mejor parecer Madonna que cruzarse de brazos por evitar el tópico"

Por ANA R. CAÑIL (SOITU.ES)
Actualizado 27-07-2009 17:42 CET

Montserrat Domínguez lo tiene muy claro: "No pienso justificarme por ayudar" a una ONG de niñas, pese a lo sobado del asunto, consecuencia del oportunismo de algún famoso. Las niñas de Happy Chandara, 'la' Domínguez y sus colegas pasan de los pasotas que se escudan en el tópico para no mover un dedo.

Usted y otras dos colegas regresan de Camboya de hacerse fotos con niños víctimas de la guerra, en plan 'oenegenero' ¿No son mayorcitas para jugar a Madonna?

No he ido allí a jugar a nada. Me lo pidió una periodista excelente, Joana Bonet, y he estado con otra colega igual de excelente, Pepa Bueno, además de Ana Nance, estupenda fotógrafa. No tengo que justificarme por apoyar a Happy Chandara, la escuela que financia la revista Marie Claire.

Mucha gente está saturada. Siente cierta grima ante la foto del famoso de turno con la niña asiática o africana en brazos. ¿Cómo escapar de esa imagen, a veces oportunista?

No lo sé, pero sí que tengo claro que peor es no hacer nada por huir de los tópicos. Cruzarse de brazos. Happy Chandara es un granito de arena que se suma a otros muchos. Nace de la voluntad de una persona como la directora de Marie Claire Francia, Tina Kieffer, que es una fuerza de la naturaleza. Sin desmerecer en absoluto el trabajo de ninguna otra ONG, las historias de Happy Chandara me han fascinado. El esfuerzo es increíble. Y los resultados gratificantes.

Total, que se han ido a Phnom Penh y han hecho algo positivo. Están encantadas.

Absolutamente. Yo ya tenía una cierta debilidad por el sudeste asiático; conocía Hong Kong, Japón, el norte de Tailandia, Bangladés y Bali. Pero Camboya me ha robado el corazón. Es un país con una energía fuera de lo normal, donde no hay viejos porque el régimen de los jemeres rojos (1975) acabó con una generación entera, con lo mejor de ese país: intelectuales, escritores, políticos, profesionales de todos los niveles. Aquí, que ahora estamos con la memoria histórica tan presente, no sé si hubiéramos podido tirar hacia adelante con una losa tan brutal como la que dejó el régimen de Pol Pot.

Gafas delatoras

¿Qué es eso de las gafas y la revolución jemer que le he oído?

Una anécdota que demuestra una parte de lo que fue el miedo y la represión en el año 1975. Ayer. Todo el que usaba gafas las tiró o las escondió. Simbolizaban interés por la lectura o la escritura. Te identificaban con un intelectual. He conocido mujeres que entonces eran niñas o adolescentes y tienen a sus padres desaparecidos, los hermanos asesinados, fueron arrancadas de sus hogares y llevadas a trabajar a los campos de arroz. Allí han pasado su adolescencia y una parte de su juventud. Ahora luchan contra todo ese pasado, con una vitalidad envidiable.

Han estado con Kike Figaredo, el obispo de las sillas de ruedas en Battambang, ¿y?

Impresionante. Conocía el tema de las minas antipersona y los niños por Gervasio Sánchez y sus trabajos. Por cierto, recomiendo encarecidamente la exposición de Gervasio 'Camboya, tierra de esperanza'. Hemos estado con Kike Figaredo, que lleva 25 años allí, trabajando. Por mucho que contemos sobre este trabajo, el de todos ellos, siempre será poco. Hay una víctima diaria de las minas antipersona y hace unos años eran ocho víctimas por día.

¿Por qué la fascinación por Camboya y no Vietnam o Corea, por ejemplo?

En Camboya, los jemeres rojos aniquilaron a la mitad de la población, era un conflicto interno. Asesinar a sangre de tu sangre. Me parece más cruel cuando el asesinato, la opresión, parte de tu propia gente. Todo es brutal, pero cuando luchas contra el invasor esa crueldad puede racionalizarse algo. Los camboyanos han tenido a Pol Pot, un Hitler para sí mismo. Las heridas son más difíciles de cicatrizar creo yo. Ten en cuenta que Phnom Penh se vacío de gente y los que no fueron asesinados fueron enviados a los campos de arroz a cultivarlo. Arroz que luego ellos no comían. Murieron como chinches, niños incluidos, que eran enviados a los campos también.

¿Tenía que ser una escuela de niñas precisamente?¿Las mujeres siguen siendo discriminadas?

Por supuesto que están discriminadas. Happy Chandara, la escuela de esta historia, tiene 368 niñas, que cada mañana llegan con sus bicis —las pone la organización— a estudiar hasta la tarde. El esfuerzo es ampliarla y construir dormitorios, para que niñas que vengan de más lejos puedan quedarse a dormir. La escuela, las instalaciones, el interés con el que aprenden, es fascinante. Me faltan palabras para describirlo.

¿Y los padres envian a las niñas al colegio sin reticencias? ¿No son mano de obra fácil?

Para mí ha sido una sorpresa. Los padres están orgullosos de que sus hijas vayan a estudiar. Yo llegué pensando que el saco de arroz que se reparte entre las familias de las escolares era a cambio de que fueran a la escuela. Pues no. Las envían muy orgullosos de que estudien.

De vuelta a la impertinencia del principio ¿Cómo sacudir la modorra de la gente hacia las ONG, hacia lugares y trabajos como los de Happy Chandara o Kiko Figaredo, Gervasio, cuando el personal está en parte vacunado de famoseo, utilizando a los niños de foto en foto, en la prensa rosa?

Te lo he dicho, pensando que no hay nada peor que no movernos con la disculpa de que no podemos hacer nada. Y en nuestro ámbito, el de los medios de comunicación, desde donde llegamos a mucha gente, esforzándonos por ser los ojos y la voz de esos niños, de esas mujeres. Por evitar que las conciencias sigan dormidas, escudadas en eso que dices del famoseo. Que cada uno dentro de nuestras posibilidades, demos lo que podamos.

Esta sección se llama el último verano, no sé muy bien por qué. Pero ¿firmaría por pasar el último verano en Camboya, con esta gente?

Por supuesto, pero con mis hijos. Camboya no es sólo la tristeza de una posguerra. Camboya son los templos de Angkor, patrimonio de la humanidad, la costa, el interior. Quiero volver a que mis hijos vean todo eso, además de las sonrisas, las miradas de otros niños, de las gentes de ese país.

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