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Hamás restaña las heridas de su combate con los salafistas

EFE
Actualizado 20-08-2009 20:25 CET

Rafah (Gaza).-  Al movimiento islamista palestino Hamás se le acumulan las tareas de reconstrucción en una Gaza intensamente bombardeada hace medio año por Israel y escenario la pasada semana de una batalla campal con un grupo salafista.

A la entrada del barrio de Brasil de la ciudad de Rafah, cualquier visitante pensaría que sólo un F-16 israelí ha podido causar tanta destrucción pero se trata en realidad de las secuelas de 24 horas de cruentos combates entre milicianos de Hamás y miembros del grupo salafista Yund Ansar Alá (Guerreros de Dios).

La casa de Shukri Hasan es ahora una decadente estructura de cuatro plantas con las entrañas al descubierto, después de que las fuerzas de Hamás bombardearan el sábado sus muros y los de otras tres viviendas adyacentes donde se refugiaban los Guerreros de Dios y su líder, el jeque Abelatif Musa, que murió en la refriega.

En la cercana mezquita blanca donde se posicionaron los salafistas, los impactos de proyectiles en casi cada rincón y las brechas en el minarete dan fe de la dureza de los choques, que dejaron un total de 24 muertos y 120 heridos.

Hamás se encarga como movimiento de la reparación de la mezquita, mientras que las viviendas corren a cargo del Gobierno que los islamistas controlan desde junio de 2007, tras la expulsión de las fuerzas de seguridad leales al presidente palestino y líder de Al-Fatah, Mahmud Abás.

En la zona, varios jóvenes ataviados con petos florescentes trabajan sin reposo para limpiar los escombros, mientras que otros empleados cubren con cemento los agujeros de bala.

Abu Al Bara, miembro de Hamás, repara contra reloj la mezquita antes de mañana, viernes, día sagrado para los musulmanes.

"La gente tiene que poder rezar este viernes. La mezquita estará lista por dentro, aunque necesitará otros diez días para ser repintada y restaurada en el exterior", dice Abu Al Bara, quien confía para ello en los materiales que entran de contrabando por los túneles subterráneos bajo la frontera entre Gaza y el Sinaí egipcio.

A sus 64 años, Shukri Hassan se ha puesto manos a la obra junto con los trabajadores de Hamás para levantar de nuevo su casa, que comenzó a edificar hace 29 años y concluyó en 2000.

"Entonces trabajaba en la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA, en inglés) y pude poner los cimientos de la casa gracias a un dinerillo que tenía ahorrado", cuenta.

Después, una serie de pequeños préstamos de la agencia le permitieron ir completando el edificio, que ahora parece haber retrocedido en el tiempo.

Hani Al Barahma, arquitecto del Ministerio de Obras Públicas del Ejecutivo de Hamás en Gaza, considera que la prioridad es "apuntalar el edificio para evitar que se venga abajo".

Por el contrario, la restauración tendrá que esperar, pues en Gaza es posible obtener los pilares, pero no todo el material para restaurar tabiques, puertas y ventanas, dado que Israel sólo permite la entrada de un número y tipo de bienes que garanticen el "mínimo humanitario" en la franja, de donde ahora hace cuatro años que se retiraron los colonos y soldados israelíes.

"Presentaremos nuestro informe al Gobierno y explicaremos qué materiales hacen falta para continuar la renovación cuando estén disponibles o dar dinero en efectivo a los propietarios en compensación", explica Al Barahma.

Junto a los edificios afectados, se escuchan testimonios de miedo y angustia sobre un conflicto encendido el viernes pasado cuando el jeque Musa, rodeado de guardaespaldas enmascarados y armados, criticó con acritud a Hamás ante cientos de fieles por ser demasiado "liberal" y aseguró que su grupo instituiría una teocracia basada en el imperio de la ley islámica.

"Huimos de la zona durante los combates porque era horrible y no había electricidad. Fui a la casa de mi hija, que está en otro barrio, y todavía se oía desde allá el sonido de los tiroteos y explosiones durante toda la noche", explica Zahra Hassan.

Uno de los cinco civiles muertos en los tiroteos era Mohamed Ignaim, quien no dudó en arriesgar su vida para evacuar a los heridos, pese a ser padre de siete hijos, lamenta su hermano Wael.

Cuando Hamás tomó la mezquita, Mohamed entró para auxiliar a las víctimas, pero "dos salafistas que estaban escondidos en el minarete abrieron fuego contra los policías y mataron también a Mohamed", explica con tristeza sobre el último golpe a la devastada Gaza.

Cuatro años después de que fuera evacuada por Israel, la franja palestina sufre el bloqueo de las autoridades del Estado judío y el salafista es el primer brote de insurrección que se registra contra Hamás desde que el movimiento islamista asumiera el poder en el territorio, también por las armas.

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