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El patriarca de los Kennedy deja una huella indeleble en la vida nacional

EFE
Actualizado 26-08-2009 20:54 CET

Washington.-  El senador Edward Kennedy, icono del ala liberal del Partido Demócrata y paladín de las minorías y trabajadores, deja con su muerte una huella indeleble en la vida nacional, por su rara mezcla de idealismo y pragmatismo y su capacidad de forjar alianzas con rivales, afirmaron hoy expertos.

Dentro y fuera del Congreso, donde las banderas ondean a media asta, la clase política e incontables grupos cívicos expresan un sentido adiós al patriarca de los Kennedy, quien falleció la noche del martes en su hogar en Hyannis Port (Massachusetts), a los 77 años, debido a un cáncer cerebral.

Según expertos consultados por Efe, Kennedy es un legislador "sin par" y no solo por su impronta en centenares de leyes a favor de los derechos civiles, la justicia social, salarios decentes para los trabajadores, la educación, el servicio comunitario y los derechos de las minorías, mujeres y homosexuales, entre tantos asuntos.

"Difícilmente encontrarás una ley que no tenga su huella. Su deceso es una enorme pérdida por todo lo que quedaba por hacer, no solo con la reforma de salud -que era su gran pasión-, sino también en otras leyes, como la de facilitar la formación de sindicatos", dijo Ross Eisenbrey, vicepresidente del Instituto de Política Económica.

"Era todo un maestro en política, con una rara mezcla de idealismo y pragmatismo, capaz de ponerse en la posición del otro, quizá por las tragedias que vivió su familia. Tenía una fijación casi religiosa en los detalles personales y eso lo hacía conectar bien con la gente", agregó Eisenbrey, quien recibió varias cartas escritas a mano de Kennedy.

El legado de Kennedy tras 47 años de carrera política es tan grande como lo será su ausencia en el Senado, enfrascado en un enconado debate sobre la mayor reforma de salud en la historia reciente de EE.UU.

Kennedy, el menor de nueve hermanos, jamás llegó a la Presidencia -algo que en 1980 parecía inevitable-, pero ese "fracaso" fue irónicamente lo que le permitió convertirse en el más influyente de los senadores y, después de Robert Byrd y Storm Thurmond, el tercero más longevo.

"La moraleja de su historia es que no necesitas ser presidente para efectuar un cambio. El senador Kennedy fue un gran líder nacional después de abandonar sus aspiraciones presidenciales, y utilizó el Senado como un vehículo para promover una vasta agenda social", dijo Don Ritchie, un historiador en la cámara alta.

"En el Senado tuvo el tiempo y la persistencia para sacar a flote muchas leyes, algo que puede tomar años. Era muy querido y respetado porque tenía el don de persuadir y de formar coaliciones con los republicanos, de torcer brazos sin causar resentimientos", observó Ritchie.

Su huella está en la ley de derechos civiles de 1964, el derecho al voto, la ley sobre seguridad en el trabajo, la de protección a los discapacitados, los derechos reproductivos de la mujer, la expansión de cobertura médica para los ancianos, mejoras a la educación y, este mismo año, en una ley que lleva su nombre y amplía los programas nacionales de servicio comunitario.

Kennedy fue clave en leyes que dieron paso "a las mayores reformas de nuestro establecimiento militar y de defensa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial", según el asesor de Seguridad Nacional James Jones.

La comunidad hispana ha perdido a un amigo y aliado, tomando en cuenta que Kennedy fue un eterno creyente de abrir las puertas a los inmigrantes, refugiados y asilados, y fue uno de los arquitectos de la fallida reforma migratoria de 2007.

De hecho, su primera gran victoria legislativa en 1965 fue la de eliminar las cuotas de visas que regían entonces para países no europeos. Eso alentó el flujo de asiáticos y latinoamericanos que ahora han alterado el rostro del país.

Fue Kennedy quien salió a defender a los musulmanes, satanizados tras los atentados de 2001, y quien abogó por su inclusión en el diálogo político nacional, dijo el Consejo sobre Relaciones Estadounidenses-Islámicas.

Las feministas también lloran su muerte, ya que, según la presidenta de la Organización Nacional para las Mujeres, Terry O'Neill, Kennedy "fue un defensor de las mujeres, los niños y los marginados, y estaba comprometido con nivelar el terreno para todos, especialmente los que han sido privados del Sueño Americano".

Aunque la educación y la reforma de salud fueron dos de sus pasiones, Kennedy también influyó en la política exterior y fue uno de los más acérrimos opositores a la guerra en Irak bajo el Gobierno de George W. Bush.

Con la muerte de Kennedy, el presidente Barack Obama pierde a un aliado clave para su agenda política y al amigo que lo catapultó a la Casa Blanca.

Al rendirle tributo, Obama lamentó la muerte de "un gran líder" y el fin de "un importante capítulo de nuestra historia".

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