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El resbalón tipográfico de IKEA

Por ÁLVARO SOBRINO | EDUARDO BRAVO
Actualizado 31-08-2009 16:09 CET

Entre los diseñadores gráficos hay una máxima que dice que al elegir una tipografía no es necesario acertar, basta con no equivocarse. Pues parece que la multinacional sueca IKEA ha hecho caso omiso y ha optado por el error como solución, a juzgar por la unanimidad con la que profesionales y profanos están criticando su decisión de cambiar su tipografía corporativa.

Ikea ha decidido prescindir de la tipografía Futura en sus comunicaciones y catálogos, optando por la Verdana, una fuente que viene preinstalada por defecto en los sistemas operativos Windows y Mac OS. Como cabía esperar, los foros de tipografía y diseño son un hervidero, pero las reacciones han traspasado el ámbito de lo profesional para ocupar espacio en medios generalistas, a partir de un artículo publicado en la web de Time.

En las empresas es una tentación usar como tipografías corporativas las que vienen por defecto en la mayoría de los ordenadores. Supone un ahorro importante en licencias de uso, y evita perseguir los "errores" que se producen cuando alguien equivoca el uso de las fuentes en el material corporativo. Sin embargo, esa solución de bulto se ha demostrado como un error: el carácter de una compañía no puede transmitirse empleando los tipos estándar que todo el mundo utiliza. Son anodinos, impersonales y barrenan lo que toda identidad visual persigue: la especificidad.

Algunas empresas crean tipografías específicas —que casi siempre son versiones de otras existentes— para evitar el problema de las licencias de uso. Consiguen así una diferenciación que ayuda a transmitir una imagen coherente y única.

IKEA ha tirado por el camino fácil, y se ha equivocado

La tipografía Verdana fue diseñada en 1996 por Matthew Carter y está optimizada para su visualización en pantalla. Pero para la visualización en las pantallas que usábamos en aquella época, con las resoluciones que tenían en aquella época. Es, por tanto, una tipografía burda, mal espaciada, en cuyo diseño se ha supeditado todo a una lectura óptima para cuerpos pequeños y en pantalla. En las pantallas de los noventa, insistimos. Se diseñó para resolver un problema que hoy no existe.

A cambio, su uso y abuso generalizado da como resultado documentos impersonales y anodinos, por lo que, como la mayoría de las fuentes que los sistemas operativos ofrecen por defecto, es evitada por los profesionales del diseño. Algo que no ha parecido importar a los responsables de la compañía sueca, que han visto más ventajas que inconvenientes y la han convertido en su tipografía de marca. Un error. En este caso, mucho mayor, porque sus deficiencias como tipografía impresa en papel son más que evidentes incluso para los no profesionales. Para muchos clientes el catálogo impreso es la pieza estrella de la comunicación de IKEA. Se ha convertido en un 'tea table book', y convive en millones de hogares con los mandos a distancia y las revistas del corazón.

Pocas veces ha sido tan unánime el rechazo hacia una decisión de imagen de una compañía. Hasta ahora había sucedido con los cambios de logotipos, pero no nos consta que una tipografía corporativa haya provocado nunca tanto revuelo. Siempre queda el recurso de la pataleta: ya es posible manifestar tu disconformidad con el cambio en una recogida de firmas virtual que ha promovido el diseñador rumano Marius Ursache.

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