Londres.- Un ex ministro de Tony Blair y antiguo peso pesado del laborismo británico aconseja hoy al primer ministro, Gordon Brown, que piense en la posibilidad de retirarse antes de las próximas elecciones para evitar una catástrofe electoral al Partido Laborista, aunque sea aduciendo mala salud.
En una entrevista que publica el vespertino Evening Standard, el ex ministro del Interior Charles Clarke, cree que si no se producen cambios en el partido, el laborismo puede quedar fuera del poder durante diez o doce años.
"¿Es que vamos a quedarnos cruzados de brazos y ver cómo se estrella la nave del laborismo contra las rocas el próximo mayo?", se pregunta Clarke en alusión a las elecciones del 2010, previstas para junio como muy tarde.
Según Clarke, nunca ha estado Downing Street - la oficina del Primer Ministro- tan "débil" como ahora, incluso era más eficaz en tiempos del conservador John Major, que sucedió a su correligionaria Margaret Thatcher antes de perder en 1997 frente a los laboristas.
Clarke critica el "fatalismo" que parece haberse instalado en el laborismo y que califica de "suicida": "Hay gente que está peleando para ver qué hacemos una vez perdidas las elecciones".
"Lo peor, dice, es que hay mucha gente en nuestro partido que no parece querer darse cuenta de la gravedad de la situación. Creo que estaríamos de diez a quince años fuera del poder y que olvidamos la situación de los progresistas durante los años en que gobernaron los conservadores de Margaret Thatcher".
El ex ministro del Interior pronunciará esta noche un discurso ante el grupo "Progress", del ala llamada "blairista" del partido, en el que, según adelanta al periódico, argumentará que la victoria es aún posible con una nueva estrategia y una nueva visión.
"La gente no vota por el pasado, pero no estamos ofreciendo ni una visión ni un liderazgo fuerte como hace falta", se queja.
Así, propone prestar atención a los temas medioambientales, ser decididamente pro-europeos y articular una serie de reformas destinadas a mejorar los servicios públicos.
Según Clarke, el mayor obstáculo es el propio Gordon Brown, del que dice que parece estar convencido de que los votantes le van a premiar por haber conducido al país durante la recesión económica.
Clarke acusa a Browne de haber violado las promesas que hizo a sus correligionarios laboristas en el Parlamento el pasado junio en el sentido de que gobernaría de forma más transparente y teniendo en cuenta las opiniones de los demás.
En algunos círculos del partido se cree que si se produce algún cambio no será en la próxima conferencia de los laboristas, que comienza este domingo en Brighton, sino cuando vuelvan a reunirse los diputados del partido gobernante en la Cámara de los Comunes, el 12 de octubre, y reflexionen sobre las posibilidades que tiene cada uno de ellos de conservar el escaño.
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