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Geithner insta al Congreso a aprobar la reforma del sistema financiero

EFE
Actualizado 23-09-2009 19:55 CET

Washington.-  El secretario del Tesoro de EE.UU., Timothy Geithner, urgió hoy al Congreso a que apruebe la reforma del sistema financiero propuesta por la Administración, que un año después del colapso de Lehman Brothers no ha logrado cambios en el marco regulador.

Geithner dijo ante el Comité de Servicios Financieros de la cámara baja que el Gobierno estadounidense no permitirá que sus mayores bancos operen sin una supervisión más efectiva.

La comparecencia se produce en vísperas de la cumbre presidencial del G-20, que tendrá lugar el jueves y el viernes en Pittsburgh.

A ella Estados Unidos llegará con un compromiso de reforma, pero sin resultados concretos, lo que preocupa a sus socios europeos, según dijo a Efe una fuente gubernamental del viejo continente que pidió no ser identificada.

"Las fallas en nuestro sistema financiero y nuestro marco regulador que permitieron que ocurriera esta crisis, y en gran medida contribuyeron a causarla, continúan igual", reconoció Geithner en su comparecencia.

Con un sistema financiero aún muy maltrecho y que opera con la lubricación de billones de dólares públicos, existe el temor de que un nuevo revés, sin una estructura normativa actualizada, haga volver el caos.

No obstante, hasta ahora el debate sobre la reforma sanitaria dominaba la agenda del Congreso y del presidente Barack Obama, que habían dejado de lado el tema bancario.

El presidente del Comité de Servicios Financieros, el demócrata Barney Frank, quiso subsanarlo, al prometer hoy convocar audiencias sobre la propuesta legislativa para la próxima semana.

Ante los legisladores, Geithner enfatizó hoy dos metas principales: crear una agencia de protección al consumidor y obligar a mantener más reservas a las entidades financieras "demasiado grandes para quebrar", como se les ha bautizado, es decir, cuyo hundimiento arrastraría al abismo al sistema financiero.

El banco de inversión Lehman Brothers era una de ellas, como se comprobó dolorosamente el 15 de septiembre de 2008, cuando su declaración de quiebra extendió el pánico por las bolsas del mundo.

La Administración ha optado por una reforma financiera más modesta que lo anticipado, al mantener el sistema fragmentado de agencias reguladoras, aunque la Reserva Federal tendría más poderes.

La gran novedad sería el establecimiento de la agencia de protección al consumidor, para poner coto a la tentación de la banca de dar hipotecas a quien no se las puede permitir y luego venderlas a un tercero, lo que infló la burbuja inmobiliaria en EE.UU.

Sin embargo, la propuesta se enfrenta a la resistencia de la Reserva Federal y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC, en inglés), que objetan a la separación de las funciones de supervisión bancaria y protección de los consumidores.

"Lo que oímos de las agencias reguladoras es simplemente un deseo entendible de proteger las potestades que tienen ahora (...), pero nuestra responsabilidad es determinar lo que es bueno para el país", dijo Geithner en el Congreso.

Otra fuente de oposición es la banca privada, que ha superado el estado de shock inicial por la crisis y se ha movilizado para minimizar el yugo regulador que el Legislativo podría imponerle.

En una carta enviada el martes a los miembros del Comité, Frank propuso diluir los futuros poderes de la nueva agencia, al eximir de su jurisdicción a las empresas no financieras y no obligar a la banca a ofrecer productos simples a los consumidores, como hipotecas a interés fijo a 30 años.

Geithner comentó que la Administración está en general de acuerdo con las modificaciones sugeridas por el legislador demócrata.

El secretario también confesó que el Gobierno está "profundamente preocupado" por el riesgo que representa considerar a algunas entidades "demasiado grandes para quebrar", pues alimenta la expectativa de que la mano pública siempre intervendrá para sacarlas de apuros.

"Es muy importante que estas instituciones que importan, cuyo futuro podrían amenazar a la economía en su conjunto, estén sujetas a límites mayores de su nivel de deuda en el futuro y tengan colchones más conservadores de capital y liquidez", enfatizó.

Esa es una de las principales propuestas que impulsará en el G-20 Estados Unidos, que quiere que ninguna entidad de gran peso, ya sea que tenga su sede en su territorio o en el extranjero, pueda operar con la despreocupación de antes de la crisis.

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