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Juventud pixelada

Por JAVIER PÉREZ DE ALBÉNIZ (SOITU.ES)
Actualizado 28-09-2009 08:59 CET

En las últimas horas hemos podido ver en Telecinco dos imágenes pixeladas. En una de ellas lo que se escondía tras el retoque gráfico eran los rostros de las hijas del presidente del Gobierno. En otra, los difuminados cuadrados distorsionaban el enhiesto cipote de Dinio. La historia de la primera ya la conocen: el presidente se lleva de viaje oficial a sus niñas y luego pretende que no se hagan públicas las fotos. La del miembro del famosete cubano se la cuento yo: el tal Dinio mandó una cinta de vídeo a La Noria en la que aparece junto a una señorita en pleno centro de Madrid, nada menos que en la Puerta de Alcalá. No son las imágenes típicas de una pareja de turistas, puesto que bajo los arcos de tan señero monumento la señorita hace una felación a su compañero para que, inmediatamente después y mirando a Cibeles, la penetre por detrás.

Pixelar una imagen perfecta, es decir, emborronarla, ocultarla, estropearla, no es una contradicción. Es un signo de arrepentimiento. Cuando alguien pixela una fotografía o un vídeo trata de ocultar algo que poco antes, cuando realizaba la toma, quería que fuese no ya visto, sino recordado. Es evidente que Zapatero pretendía que sus hijas se hiciesen una foto junto a Obama. Mola mucho. Y que Dinio quería que su juguetona tranca fuese vista por media humanidad. Mola mazo. Pero en ambos casos algo falló. Se produjo una pérdida de control del contenido, un cambio de opinión sobre su calidad o intención, que exigió la presencia de un pixelador profesional. Alguien que difuminase la realidad, es decir, los píxels (esas unidades homogéneas menores que forman una imagen digital).

Un grave error. Cuando quieran que todo el mundo se entere de algo no tienen más que guardarlo en una carpeta donde ponga 'secreto'. En el momento en que Zapatero pidió que la fotografía de sus hijas con Obama no se difundiese, la convirtió en un éxito, en una de las imágenes del año. ¿Torpeza? Sin duda. El pobre Dinio, sin embargo, mandó el vídeo a Telecinco y claro, la cosa entonces dejó de tener el encanto de lo prohibido. ¿Torpeza? Sin duda. "Este chico necesita dinero, y nos ha mandado este vídeo para ver si le invitamos", dice Jordi González, presentador de La Noria, en un debate sobre la juventud española que ilustraron, muy bien pensado, con esas imágenes gratuitas de fornicio en la Puerta de Alcalá. El chico nació en Cuba, tiene tranca de actor porno, ha sido novio de Marujita Díaz y ya no cumplirá los 30. No sé yo si es un buen ejemplo de joven español…

P.D.

"Los del Gobierno son una pandilla de inútiles", ladró Cristóbal Montoro, coordinador de Economía del Partido Popular, en un mitin del PP en Sevilla. Y para rematar, Mariano Rajoy quiso demostrar que él es un líder sólido, un político total, un cerebro privilegiado, y pronunció una de esas frases destinadas a ocupar la portada de The Economist: "(Zapatero) le va a subir el iva a este niño que venía aquí. Los chuches. Va a subir el iva de los chuches también".

Me van a perdonar pero, cuando Rajoy habla de "los chuches" ¿se refiere a los perros sin raza, a esos pobres animales callejeros? ¿O quizá utiliza el masculino de las populares golosinas infantiles? En cualquier caso está claro que Rajoy no forma parte de una pandilla de inútiles, como esos del Gobierno. Los que vemos los informativos o leemos la prensa, y nos hemos enterado de que el Bigotes se compró una máquina para contar dinero, estamos convencidos de que Rajoy y sus chicos forman otro tipo de agrupación humana. En una lengua tan extensa y rica como la nuestra tiene que haber palabras que definan con mayor precisión ese tipo de asociaciones… ¿Qué tal banda? ¿O partida? ¿Quizá cuadrilla? La verdad es que cualquier sinónimo que tenga que ver con la delincuencia organizada les viene al pelo.

Un motivo para NO ver la televisión

John Fogerty.

Cd: The Blue Ridge Rangers Rides Again.

Verve Forecast.

John Fogerty sigue vivo y bien. El regreso del líder de la Creedence Clearwater Revival a la carretera, primero, y al mundo de la música grabada, después, suponen motivo de inmensa alegría para todos los amantes del rock and roll clásico. Un sonido simple y directo, una manera de componer tan brillante como sencilla, y una voz inconfundible, hacen de Fogerty un clásico a la altura de Chuck Berry, Hank Williams o Bob Dylan.

'The Blue Ridge Rangers Rides Again' es un disco que recupera el espíritu de 'Blue Ridge Rangers', el álbum con que hace 36 años Fogerty debutó en solitario tras la disolución de la Creedence. Una continuación que incluye, no podía ser de otra manera, 11 versiones de temas tradicionales (de leyendas como John Prine, Rick Nelson, Phil Everly o Buck Owens) y una canción propia. En ese primer disco como solista Fogerty tocó todos los instrumentos. Ahora se hace acompañar por músicos de lujo: Buddy Miller, Kenny Aronoff, Greg Leisz, Jay Bellerose, Jason Mowery, Herb Pedersen, Jodie Kennedy, Oren Waters, Chris Chaney, Dennis Crouch, Hunter Perrin…

Otra pequeña obra maestra del rock atemporal, eterno.

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