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A Micheletti no le gustan las fotos

  • Numerosos informadores gráficos denuncian haber sido detenidos y torturados en Honduras
Por ALESIA MARTÍNEZ (SOITU.ES)
Actualizado 06-10-2009 20:57 CET

"La situación aquí en Honduras es una locura, todo esto escapa a mi entendimiento. La policía la toma ahora con la prensa extranjera, golpearon algunos compañeros, dañaron equipo de algunos otros y, en general, la policía y el ejército ya no nos pueden ver". A través de Facebook un fotoperiodista de Agence France-Presse (AFP) informa regularmente a familia y amigos sobre su experiencia en Honduras.

Su esposa le pide que tenga mucho cuidado y él, confiesa, solo quiere que termine todo esto cuanto antes y volver a su lado. Su nombre no es lo importante, en realidad podría ser cualquiera de los periodistas o fotógrafos que se desplazaron el pasado 21 de septiembre a Tegucigalpa para cubrir el regreso a la capital de Manuel Zelaya. "No entiendo", dice, "cómo por la arrogancia y la terquedad de dos personas tiene que pagar todo un pueblo".

En los últimos meses, desde que ocurrió el golpe de estado, la escalada en los niveles de tensión y violencia ha sido notoria en todo el país, algo que la prensa, tanto nacional como internacional, ha venido padeciendo en carne propia. Mientras documentaba la agresión a un colega hondureño de El Heraldo, Mario Amaya, fotoperiodista salvadoreño de El Diario de Hoy fue golpeado y detenido por la policía. No han sido los únicos casos.

Esteban Biba, fotoperiodista de Nuestro Diario continua teniendo bien presentes los días que estuvo en Honduras. "Nunca estás preparado, hasta que no llegas al lugar. Yo ya tenía experiencia previa con enfrentamientos aquí en Guatemala pero en Honduras fue completamente diferente. Allí ser prensa internacional no significa nada, más bien eres un 'target', un objetivo. Durante mi estadía yo mismo fui apedreado en dos ocasiones por la policía. A un compañero de la Agencia EFE lo atropellaron y ayer a otros compatriotas les destruyeron su equipo de grabación y les agredieron".

Delmer Membreño, editor gráfico de El Libertador, sabe muy bien lo que significa ahora mismo ser fotoperiodista en Honduras. Hace pocos días fue secuestrado y cruelmente torturado por unos encapuchados afines al régimen golpista. Salió temprano para cubrir el cierre y la militarización de los dos principales medios de oposición al gobierno de Micheletti, Radio Globo y Canal 36; regresó con el cuerpo y la cara llenos de quemaduras de cigarrillos, sin equipo fotográfico y con una amenaza de muerte dirigida al director del periódico donde trabaja. "Sentí mucho miedo, realmente creí que moría". Para Delmer, sin embargo, esto no son sino "manotadas de ahogado". "La dictadura", afirma sin dudar, "va a caer, porque ya no resisten la presión y la única forma que tienen de mantenerse es reprimiendo al pueblo".

A nosotros nos quedan, sin embargo, las fotografías. El mundo ve lo que ocurre a través de ellas. La imagen, la información, resulta un arma mucho más efectiva que los palos y las piedras. "Esa es nuestra motivación, conseguir ejercer la presión necesaria para que aquí retorne la cordura. Si yo no creyera en ello ya no estaría aquí", comenta otro periodista. Y lo cierto es que tal vez lo consigan.

Hoy Facebook amaneció con un nuevo mensaje: "Estoy volviéndome loco aquí en Honduras, pero hay señales en el horizonte de que esto se acaba". Estas 'señales' aluden a la decisión del presidente de facto de derogar el decreto aprobado en consejo de ministros el pasado 22 de septiembre, a través del cual se suspendían durante 45 días algunas de las libertades constitucionales básicas, entre ellas, la libertad de expresión.

El cierre de medios y la censura han sido sin duda, junto con la suspensión de la libertad de asociación y la prohibición de las manifestaciones, algunos de los abusos de poder denunciados por organismos como la Comisión de Derechos Humanos Interamericana o la Federación Internacional de Periodistas (FIP). A pocas horas de la llegada a Honduras de la misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) el gobierno de facto liderado por Roberto Micheletti se ve obligado a suavizar su postura con respecto al retorno de Manuel Zelaya, cediendo unos pasos por primera vez en estos 100 días.


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