Vilcabamba, el valle ecuatoriano de la longevidad

Vilcabamba (Ecuador).-  La búsqueda de fórmulas para frenar el paso del tiempo o resistir mejor sus envites ha quitado el sueño a científicos, filósofos u otros mortales y podría concluir en un "valle sagrado" ecuatoriano, Vilcabamba, donde mito y realidad cuecen el secreto de la longevidad.

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(EFE)

Ancianos de más de noventa años caminan tranquilos por las amplias y adoquinadas calles del centro de Vilcabamba, localidad situada cerca de la ciudad de Loja (sur), entre verdes cerros con temperaturas primaverales de 18 a 28 grados.

Ancianos de más de noventa años caminan tranquilos por las amplias y adoquinadas calles del centro de Vilcabamba, localidad situada cerca de la ciudad de Loja (sur), entre verdes cerros con temperaturas primaverales de 18 a 28 grados.

Vilcabamba, a 1.500 metros sobre el nivel del mar, debe su nombre a los vocablos quichuas "vilca", que deriva de "huilco" (árbol), y "bamba", de "pampa" (valle), donde su productiva tierra es vigilada por el cerro Mandango, antes considerado un rey inca dormido.

La fama le llegó al valle cuando unos científicos comenzaron a estudiar los factores de la larga vida de sus habitantes, pues algunos -según se dice- cumplieron un siglo sin haber pasado por el quirófano.

Desde entonces, diversas teorías hablan de las bondades del clima primaveral, la pureza del agua, la limpieza del aire, el ejercicio físico (al ser agricultores) y su dieta sana sin productos químicos.

Pero esos son "puros cuentos" para Manuel Jadán, quien dice vivir "porque Dios quiere", y a sus 90 años y aquejado de un dolor de cadera se lamenta de su vejez y desempleo y de la falta de solidaridad.

Sus años de agricultor curtieron y broncearon su piel, sus manos denotan intenso trabajo, pero su rostro no presenta más arrugas que las que muestran los habitantes de asfálticas ciudades.

Jadán se quita la gorra que cubre sus canas cuando habla del ex presidente liberal Eloy Alfaro, y afirma que espera que el actual gobernante, Rafael Correa, "continúe ayudando a los pobres" y, con un sencillo razonamiento político, que también la Asamblea Constituyente ayude a los pobres.

El tiempo no le ha quitado el buen humor ni su capacidad de indignación, aunque se esfuerza por recordar a sus diez hijos (cuatro todavía vivos), y para hablar sobre sus nietos indica que "no se avanza a contar" pues no recuerda el número como tampoco a su esposa, Rosario Sánchez, de 88 años, que luce una envidiable piel.

Codo a codo, Manuel y Rosario, se protegen hasta de los rumores que dicen que unos científicos han secuestrado a algún anciano para sus investigaciones, extremo rechazado por una fuente policial de la localidad.

La pareja rememora la sencillez y tranquilidad de sus vidas, factores que, para Julio Moreno, director del hospital público, son básicos en la vida de los longevos.

Para Moreno, una dieta con productos naturales y el mineral en el agua han mantenido lejos a los ancianos de su consultorio, en el que apenas ha atendido a algunos por problemas reumáticos y respiratorios.

En contraste, indicó, se han registrado problemas por consumo de alcohol y drogas, así como embarazos de adolescentes por influencia de "costumbres extranjeras" y por la emigración.

"El desarrollo está afectando mucho aquí", dijo apenado porque la construcción de viviendas ha reemplazado a bosques y dejado en el pasado el recuerdo de una Vilcabamba "detenida en el tiempo".

Para el español Juan Antonio Mayordomo, de Las Palas de Fuente Álamo (Murcia), Vilcabamba, adonde llegó hace nueve meses, está pasando de ser una localidad turística, a pesar de estar cerca del Parque Nacional Podocarpus, a convertirse en una zona residencial para extranjeros.

En Vilcabamba se quejan de la carestía de la vida ocasionada, entre otras razones, por la afluencia de visitantes que pululan con mochilas y cámaras de fotos y molestan a los ancianos.

Yandri Chace, dueño de un laboratorio fotográfico, comentó a Efe la compra cada vez mayor de terrenos por parte de extranjeros para construir residencias para vacaciones o centros turísticos, cuya principal oferta son los masajes relajantes y el descanso.

Pero, en contraste, existen casas antiguas con corredores y grandes columnas en la planta baja, en el corazón de Vilcabamba, donde se construirá el Instituto Nacional de Gerontología.