Los jugadores latinoamericanos tienen en Israel una vitrina para Europa

Jerusalén.-  Una treintena de futbolistas latinoamericanos juegan esta temporada en la casi desconocida liga israelí, la mayoría con la esperanza de ser fichados en el futuro por algún equipo europeo con un contrato millonario.

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(EFE)

El delantero brasileño Romulo Marques Antoneli, jugador del Cruzeiro EC cedido al Betar Jerusalén, es uno de los 30 latinoamericanos que juegan esta temporada en la casi desconocida liga de fútbol israelí, la mayoría con la esperanza de que puedan ser fichados en el futuro por algún equipo europeo con un contrato millonario.

"Los equipos israelíes participan en las competiciones europeas y por ello son una vitrina para abrirse camino hacia Europa", explicó a Efe el delantero brasileño Romulo Marques Antoneli, jugador del Cruzeiro EC, en alusión del fenómeno.

A sus 25 años, Romulo ha llegado en préstamo por una temporada al Betar Jerusalén, líder de la primera división israelí y propiedad del polémico magnate de origen ruso Arcadi Gaydamak, buscado por la justicia francesa y que ha visto en el fútbol local una de las vías para limpiar su dudosa reputación.

Con diez jornadas transcurridas, el delantero brasileño es el actual pichichi de la liga con siete goles, privilegio que comparte con el ghanés Yabua Samuel.

"El fútbol israelí buscó durante años jugadores de calidad a un precio barato", dijo a Efe David Benchimol, periodista del suplemento deportivo del diario Yediot Aharonot.

"En un principio -agregó- traían jugadores de Europa Oriental, sobre todo de Ucrania, pero éstos, de educación mucho más estricta, no se aclimataban a las condiciones de juego y de vida" en Israel.

A los jugadores eslavos, hace menos de una década, les sustituyeron los africanos, y ya en los últimos años ha ido creciendo vertiginosamente el número de latinoamericanos, hasta superar los treinta en la temporada 2007-2008.

Según datos de la Asociación de Fútbol Israelí (AFI), todos los equipos de la primera división, y algunos de la segunda, tienen jugadores hispanohablantes, algunos, como el Macabi Haifa y el Hapoel Tel Aviv, hasta cuatro.

El Betar Jerusalén, desde hace dos años la fuerza pujante del fútbol israelí gracias a las sumas invertidas por Gaydamak, tiene tres en sus filas.

Además de Romulo, también visten la camiseta amarilla los chilenos Cristián A. Alvarez y Milovan Mirosevic, ambos de 27 años, y jugadores de la selección de su país.

La mayoría de los jugadores latinoamericanos en Israel son, no obstante, brasileños, el 60 por ciento, y argentinos, el 20 por ciento; el resto previenen de otros países.

"Muchos agentes israelíes dan vueltas por Sudamérica o tienen contactos con agentes locales, y todos los entrenadores se desplazan en el verano para ver de cerca a sus posibles fichajes", sostiene Benchimol sobre la tendencia.

A diferencia de los europeos del este, los latinoamericanos encuentran en Israel un ambiente más cómodo, con una sociedad más parecida a la suya y un entorno donde el castellano no es extraño en las calles por la emigración procedente de América Latina.

Consultado sobre si antes de venir no pensó en los posibles riesgos que representa el conflicto palestino-israelí, Romulo, casado y padre de un hija recién nacida, asegura que "la imagen que dan por televisión es errónea".

"Cuando vinimos aquí nos dimos cuenta que era muy diferente, que es un país muy tranquilo, y la voz se corre de uno a otro y eso alienta la llegada de más jugadores", indica.

Sobre la calidad del fútbol israelí, cuya selección sólo ha participado una vez en un mundial de fútbol (México 1970), afirma que "es muy diferente en táctica al latinoamericano".

"Para nosotros es en ese sentido una oportunidad para adaptarnos más al fútbol europeo", sentencia al insistir en la verdadera aspiración de la mayoría de sus colegas latinoamericanos que juegan en Israel.

En espera de ese sueño, los equipos israelíes les ofrecen condiciones de contrato que para los países de Sudamérica son relativamente altas.

En términos israelíes un contrato de "estrella extranjera" puede ascender como máximo a unos 300.000 dólares por temporada libres de impuestos (unos 205.000 euros), pero solo en alguno de los equipos más pudientes, como el Betar Jerusalén.