Albán dio vuelta, Castella dejó un toro vivo y Perera escuchó palmas en Quito

Quito.-  El ecuatoriano Guillermo Albán dio una vuelta al ruedo, el francés Sebastián Castella vio irse vivo un toro a los corrales y Miguel Ángel Perera escuchó palmas en la séptima corrida de la Feria de Quito, "Jesús del Gran Poder".

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(EFE)

Miguel Ángel Perera ejecuta un muletaso por alto en la séptima corrida de la Feria de Quito Jesús del Gran Poder, en Quito (Ecuador).

Bajo un fuerte sol, se lidiaron toros de las ganaderías de Triana (primero, quinto y sexto) y de Huagrahuasi (segundo, tercero y cuarto), bien presentados, con 496 kilos de peso promedio, mansos y con tendencia a buscar tablas.

La presidencia recibió una bronca monumental por no conceder una oreja al diestro ecuatoriano e incluso, un aficionado dio la vuelta al tendido por las gradas, para increpar directamente a la autoridad.

Albán comenzó la faena de rodillas, para seguir con pases por alto y derechazos, obligando a embestir al manso que no buscaba pelea, pero el diestro insistió con derechazos y naturales, para matarlo al segundo viaje y recibir la ovación del público.

Con su segundo, Albán lo probó con capotazos y verónicas en tablas y al quite con apretadas gaoneras, fuertemente jaleadas, en el centro del albero, para continuar la faena con un péndulo por la espalda, derechazos y circulares rematados con el forzado, manoletinas de hinojos ante el delirio de la plaza.

El ecuatoriano terminó su labor con naturales y doblones para buscar la igualada y dejó una magnífica estocada que hizo saltar a los aficionados para pedir la oreja, que la autoridad no concedió, por lo que recibió un abucheo colosal.

El apoderado de Albán, Gabriel de la Casa, dijo a Efe que su pupilo se mostró "muy decidido y valiente, en una plaza llena, pero hay en la presidencia de la plaza un círculo que le ha negado la oreja, por lo que el público no se equivocó al gritar que el comisario se fuera".

Castella cuajó cuatro verónicas de factura a su primero y en la faena de muleta, apoyado en la barrera, dio muletazos por alto a un toro que se rajó, invertidos con temple y aguante para dejar una estocada entera al segundo viaje y ser ovacionado.

En el quinto de la tarde, el francés empezó con verónicas sueltas a un toro manso de solemnidad, al que le sacó una faena de aliño con voluntad y entrega, pero falló con la espada y el descabello, por lo que escuchó los tres avisos.

Perera no mostró nada con el capote en su primero mientras que con la muleta hizo pases de tirón a un toro aplomado que derrotaba por alto y al que le propinó una estocada trasera que hizo efecto.

En el que cerró plaza, también manso y bronco, Perera puso entrega con la muleta, por derechazos y naturales embarullados, sin temple ni transmisión, por lo que abrevió y despachó a su enemigo de estocada y dos descabellos.