Los consumidores, en un frenesí de última hora, invaden los mercados en Ecuador

Quito.-  Decenas de miles de consumidores ecuatorianos se volcaron a las calles de las ciudades del país, en un frenesí de última hora, para buscar sus regalos navideños entre la vorágine de ofertas de temporada.

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Como en la mayoría de ciudades ecuatorianas, el pulular de gente se ha vuelto intenso en el centro histórico de Quito, donde los productos chinos han acaparado las tiendas y la atención del público, por sus bajos precios.

"Juguetes para niños desde 10 centavos" de dólar, señalan algunas pancartas colocadas en uno de los almacenes del centro quiteño, y junto, en otra tienda, otro cartel ofrece "hasta el 40 por ciento de descuento en sus compras".

Las ventas, sin duda, han aumentado en las últimas horas, pero Jorge, dueño de un almacén de ropa, se lamentó que mucha "gente entra al local, pero muy pocos compran alguna cosita".

"Sí se vende más, pero no es como esperábamos", añadió el dependiente, mientras envuelve obsequios adquiridos por una clienta, que exige más rapidez, porque "hay mucho más que ver".

Cerca de allí, una persona ayuda a acomodar los vehículos en los costados de la calle; con amabilidad y solvencia dirige a los conductores para que cuadren sus automóviles en los pequeños espacios que se encuentran "con suerte".

"El trabajo es todo el día, a las siete de la mañana ya estaba llena (de vehículos) toda esta calle. Ayer (sábado) me quedé hasta las nueve de la noche", afirmó el acomodador, que cobra "25 centavos" de dólar por "cuidar" los vehículos.

Cuando un conductor se baja del automóvil, entonces aparecen decenas de jóvenes y menores que asaltan al consumidor para ofrecerle un sinfín de productos: llaveros, plumas, pañuelos, artesanías pequeñas, calculadoras, baterías (...) de todo.

Entre la muchedumbre, en la esquina de una de las tantas iglesias del centro histórico de la capital, también se escuchan villancicos, cantados por niños de escuelas vecinas, en medio del incienso o "palo santo" que queman y venden ancianas arrodilladas en la calzada.

De vez en cuando se escucha a personas, sobre todo mayores, arengar contra el consumismo y recordar que la Navidad "ya no es lo que era antes. Ahora todo es regalo y Papá Noél", en un país en el que casi nunca cae nieve.

Aunque son pocos los críticos de las ventas intentan convencer a los transeúntes que se alejen del consumismo y festejen el cumpleaños de Jesús con recogimiento y paz, y para ello entregan estampitas y piden limosnas para mantener su culto.

Pese a contar con más espacio y aire, los centros comerciales, situados en el norte y sur de Quito, tampoco escapan a la muchedumbre que busca obsequios.

A diferencia de las tiendas del centro, donde la mayoría de transacciones se realizan en efectivo, en los centros comerciales manda el dinero de plástico y también seduce, pues por el uso de tarjetas de crédito, los compradores reciben cupones para sorteos de vehículos o compras en los mismos almacenes.

Fuera de esos centros se puede observar la complicada sociología del consumo: Niños felices, padres preocupados, jóvenes que escudriñan en sus billeteras, señoras que corren con sus compras hasta el copete en busca de sus vehículos y unan fila de personas detrás de la ventanilla de algún cajero bancario.

Asimismo, vendedores tensos, dependientes sudorosos, tenderos malhumorados de tanto exponer sin vender sus productos, agentes de seguridad sigilosos y operarios limpiando pisos o arreglando los escaparates.

Los centros de consumo lucen en esta fecha sus mejores luces, con millones de bombillas de colores que encienden, incluso de día, la Navidad.