A la búsqueda del paracaidista atracador... 36 años después

El caso de D.B Cooper tiene todos los ingredientes necesarios para inspirar el argumento de una película del mismísimo Alfred Hitchcock: un secuestro aéreo, un botín de 200.000 dólares... y un criminal desaparecido hace 36 años en algún lugar perdido sobre la costa oeste americana.

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Retrato robot de D.B Cooper

Dan Cooper o D.B Cooper es el nombre con el que se conoce al hombre que en noviembre de 1971 secuestró un avión y saltó de él en paracaídas con un rescate de 200.000 dólares.

Nunca más nadie volvió a verlo. Ni a él, ni al paracaídas. La única pista sobre el caso desde entonces son los billetes que en 1980 un niño encontró en una zona agreste.

Hoy uno de los atracos más famosos de la historia de Estados Unidos ha vuelto a las páginas de los periódicos. La Oficina Federal de Investigaciones (FBI) ha reabierto la investigación sobre el paradero de D.B Cooper, protagonista del único secuestro aéreo sin resolver en la historia del país.

Larry Carr, un agente del FBI en Seattle ha sido quien ha solicitado la reapertura. "Lo pedí porque quiero resolverlo", ha declarado a The New York Times.

¿Se ha encontrado alguna pista recientemente que pueda arrojar luz sobre este misterioso caso? No, pero Carr quiere darle un nuevo enfoque: en lugar de tratarlo como un acto de piratería, lo hará como un robo bancario en pleno vuelo.

El 24 de noviembre de 1971 Dan Cooper tomó un vuelo en Portland con destino a Seattle. Una vez a bordo, le entregó a la azafata Florence Schaffer una nota en la que le advertía de que tenía una bomba en el maletín. Cooper le pidió que cuando aterrizaran en Seattle le entregaran los 200.000 dólares y cuatro paracaídas. Los pasajeros ni se enteraron.

Cooper ordenó entonces que se recargara de combustible el avión y que el piloto despegara rumbo a Ciudad de México. Pidió a las tres azafatas que se metieran en la cabina del piloto y se quedó solo en el avión. A partir de ahí, nadie más sabe qué sucedió, sólo que saltó en algún punto cercano a Reno (Nevada).

Desde entonces, Cooper se ha convertido una verdadera leyenda que ha inspirado varios libros en torno a su figura y más de uno ha intentado reemplazarle en vida.

Las teorías que todavía hoy circulan sobre Cooper son para todos los gustos: que, octogenario, vive la vida loca en México, que logró escapar sin ayuda de nadie o que simplemente no sobrevivió a la caída.

Pero ni 36 años sin pistas desaniman a Larr. "Quizá, un día de estos estaré sentado frente a mi escritorio y recibiré una llamada de un anciano que diga: 'No va a creérmelo, pero tengo algo que contarle'". Si sabes algo, el FBI estará encantado de oírlo