Vivan los inmigrantes (según el 'Economist')

Tener como lengua materna un idioma con 14 vocales (o 15, según se cuente) y 61 consonantes, amenizadas con diéresis, circunflejos, palotes y apóstrofes, sólo es un palo al principio. Lo digo por experiencia. Después es fácil chapurrear otros idiomas, porque son siempre más fáciles.

Esto viene a cuento de que esta mañana, en la casa donde trabajo ahora (un sitio muy fino, pero sin un membrillo que echarse a la boca), me he encerrado una hora en el váter y me he leído enterito el «Economist», una revista inglesa. Si hubiera encontrado el «Interviú» o el «As», pues mejor, pero sólo había el «Economist», hay que conformarse con lo que se tiene a mano. Y decía esa revista que la emigración está salvando el mundo.

Un dato: en 2006, los emigrantes enviaron a sus países de origen unos 260.000 millones de dólares. Más que todas las inversiones extranjeras y que todas las ayudas humanitarias. O sea, que los pobres son un poco menos pobres gracias a esas remesas. Y los ricos, que yo sepa, son cada vez más ricos. Y las pensiones podrán seguir pagándose gracias a los hijos de los inmigrantes, cotizantes del futuro. Según el «Economist», seriecito y de derechas, todos ganan.

Bueno, no todos, vale. Siempre hay alguien que pringa. Y siempre llega alguna chusma con los inmigrantes. ¿Qué pasa, que no hay chusma de producción nacional? Pues ya está. A mí me hacen gracia esos que están todo el rato quejándose del que ha llegado de fuera. Anda que no han emigrado los españoles, cuando les ha hecho falta. Y ahora, ojo, que han nacido aquí y todo lo de aquí es suyo. Como que se curraron mucho el que les parieran en España, y no en otro sitio. Pringaos.