El Fuhnpaiin reserva "la camiseta de la suerte" para otro campeonato de la Copa del Rey de baloncesto

Toledo.-  ¡No te pongas esa camiseta en la final, así seguirá siendo la de la suerte!.

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(EFE)

Un jugador del Fuhnpaiin-Peraleda (camiseta amarilla), y otros dos del Fundosa ONCE, en una jugada de la final de la XXXI Copa del Rey de Baloncesto en Silla de Ruedas disputado el pasado domingo en Granada.

Con cierta timidez, Agustín Alejos, uno de los jugadores del "quinteto ideal" de la XXXI Copa del Rey de Baloncesto en Silla de Ruedas, le pedía el pasado sábado al entrenador del Fuhnpaiin-Peraleda, José Miguel López (alias "El cole") que cambiara de atuendo para la final.

Ninguno de sus jugadores creía poder alzarse con la copa. No lo creían, pero sí soñaban con ello y, en ese instante, el equipo toledano había sido la gran sorpresa del campeonato; se encontraban a las puertas de lograr tan codiciado galardón.

Minutos antes de la petición del ala-pivot, los jugadores de la Fundación del Hospital de Parapléjicos para la Investigación y la Integración (Fuhnpaiin), uno de los equipos más modestos de la liga, lograba derrotar al FC Barcelona por 48-53 en uno de los partidos más reñidos y emocionantes del campeonato.

Concluía así una jornada deportiva "gloriosa" para el club que, por primera vez en su historia, acariciaba una copa, un título y una docena de sueños a punto de ser alcanzados, después de haber superado al equipo extremeño CP Mideba-Extremadura en los cuartos de final y al FC Barcelona en la semifinal.

"Han demostrado que son los más grandes, no en altura, porque somos los más chiquitines, pero son los más grandes", afirmaba, emocionado, el entrenador del Fuhnpaiin tras concluir el partido ante el FC Barcelona.

El domingo, a las 12 horas, los jugadores del equipo toledano -Use, Alejos, Robin, José y Wilson- componían el quinteto inicial en la final de la Copa del Rey y comenzaban a disputar, "con nervios", el último partido del torneo frente al Fundosa ONCE (el gran favorito de la liga).

En la grada, un fotógrafo aficionado argentino, Pablo Muruaga, toma instantáneas de los jugadores junto a su hijo de dos años.

"Me gusta bastante este deporte", afirma Muruaga, quien no encuentra "diferencias" con el baloncesto convencional, aunque sí en cuanto a la difusión mediática ya que "están disputando una Copa del Rey y apenas se supo en Granada".

Cerca de él, la conductora del autobús del equipo catalán, María del Carmen Ruiz, asiste, por primera vez, a un campeonato de estas características y dice sentirse "encantada" e "impresionada", puesto que "son capaces de hacer cosas que yo nunca haría".

A escasos 100 metros del estadio, dos jóvenes, Carlos Rey y Enzo Gagliardi, afirman no tener "ni idea" de lo que sucede en el estadio.

Rey lo tiene claro: "El deporte me interesa, pero a nivel más profesional"; sin embargo, considera "interesante" que exista esta modalidad porque "si yo fuera padre, llevaría a mi hijo a ver ese tipo de cosas" aunque, se justifica: "Si yo no voy es porque mis padres no me han dado esa educación".

Por su parte, Enzo critica que no se valore el esfuerzo de los atletas discapacitados y califica de "impresionante" esta modalidad.

María José Guidú y su hija, María José Ierna, pasean frente al estadio, creen que el cambio de hora "ha podido influir" en que haya ido poco público al torneo y consideran que, "por ser quienes son, tendrían que promocionar más esta modalidad".

En el interior, el partido se desarrolla dentro de lo previsible.

El Fundosa acumula, en el segundo cuarto, una ventaja de 32 puntos sobre el equipo castellano-manchego.

Fran, la joven promesa del equipo toledano es un fiel reflejo del sentir general del Fuhnpainn.

El joven, de 19 años, se muerde las uñas viendo a su equipo desde el banquillo, lo tiene claro: "Vamos a perder".

Las opciones de alzarse con la Copa del Rey comienzan a desvanecerse y el banquillo del Fuhnpaiin se viene abajo.

"Tienen mucho más equipo ellos y no fallan ninguna canasta", justifica Carlos, uno de los jugadores lesionados.

La superioridad del equipo vencedor, el Fundosa, puso de manifiesto la gran categoría del equipo madrileño, que con un marcador de 82-50 se hizo con la preciada copa, poniendo de manifiesto su liderazgo liguero y los importantes recursos con los que cuenta.

El bronce fue para el equipo de ONCE Andalucía, mientras que el FC Barcelona tuvo que conformarse con el cuarto lugar.

La entrega de premios quedó deslucida ante una deficiente y escasa organización, tónica general del campeonato que, sin embargo, no se vio ensombrecido por el alto nivel mostrado por los jugadores.