Ustedes han visto muchos partidos de fútbol y sabrán que España ha ganado algo. Pero puede que tengan dudas sobre cómo mostrar, con un atuendo informal y sencillo, al alcance de cualquier economía y a la venta en el chino más cercano, su orgullo hispánico. Ha llegado la hora de Elena Banderas, su asesora en vestimenta nacional.
Nunca un pie de foto resultó tan complejo. Podría ser la princesa abanderado y unir dos grandes marcas.
Era sabido que esto de las victorias y las banderas iba a dar juego. Tanto que en algún lugar de este medio alguien reclama mis servicios para desmenuzar la impactante imagen que acompaña estas líneas. Era un temor que se ha convertido en realidad. Como esa gente disfrazada de torito y toda esa parafernalia futbolera. Pero vamos a ceñirnos al asunto que nos ocupa, que no es moco de pavo.
La Infanta Elena ha roto lazos. Eso ya lo sabemos. Pero no estábamos informados de otro tipo de carencias afectivas y/o daños colaterales. Porque lo primero que llama la atención en esta fotografía es lo que falta en el ropero hispánico de tan señalada miembra monárquica: No tiene pantalones amarillos ni gafas de sol rojas. O viceversa. Por lo que hemos de suponer, y lamentablemente tenemos motivos para hacerlo, que el Marichalar se ha llevado tan codiciadas prendas tras el cese de la actividad matrimonial (fuera la que fuera, que eso no nos concierne). También hemos de pensar que la ropa interior es estándar, poque si no se diera esta circunstancia ya estaríamos hablando de perversiones y eso, queridos amigos, nunca ha sido del gusto de las familias reales.
Pero hablemos de lo que tiene: un kit compuesto por bandera con palito, goma coletera, pendientes sevillanos, banda de miss simpatía de las fiestas de Estepona sobre camiseta ad-hoc, cinturón trenzado con motivos nacionales, alpargata llavero recuerdo de Palma y pulsera infantil de vivos colores. Lo mismo está jodida porque no le dejaron llevar la bandera en las olimpiadas y le quedó el trauma. O que no le dan presupuesto para asesores. Porque otro asunto es la pose, del rollo Espe mascando chicle, que parece que nos va a ostiar con el trapo cuando pasemos a su vera.
A la muchacha le habrán dicho que se integre con el pueblo llano. Y ya no. Con esos pantalones verdes, ni de coña.
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