Han coincidido estos días en Madrid dos exposiciones de fotografía de grandes reporteros de guerra: Agustí Centelles y Don McCullin (Canal Isabel II hasta el día 27 de enero). Las dos magníficas. Ambos tuvieron el valor de disparar sus cámaras, fenómeno rarísimo, sobre la población civil. Allí, como dice McCullin, es donde verdaderamente se encuentra la guerra.
Imágenes de Centelles y McCullin.
Cuenta McCullin, que la primera vez que fue a cubrir una guerra fotografió todo como si estuviera delante de un acontecimiento tan horrible, que dio por sentado que nunca se repetiría. Por eso tenía que recoger un testimonio fundamental y único de lo que allí estaba ocurriendo. Despues de cubrir muchas otras sabe hoy que la guerra siempre se repite y siempre es espantosa. Pocos como él han sido capaces de sacrificar su vida privada y ponerla al servicio de documentar el dolor y el horror de las contiendas. Dice McCullin, que cuando tu trabajo es fotografiar este horror todo el resto de tu trabajo y de tu vida se tiñen inevitablemente de negro. Quizás por eso, para escapar de ese dolor, en estos días se dedica a fotografiar los paisajes de la campiña inglesa. Afirma que ahí se siente sólo, libre y feliz.
También Centelles abandonó el fotoperiodismo para dedicarse a la fotografía industrial y publicitaria, pero su caso es distinto al de McCullin y al de la gran mayoría de los grandes fotoreporteros: Centelles, catalán, fotógrafo, reportero y republicano, tuvo que documentar su propia guerra. Y tuvo que huir, vencido y enfermo, al exilio, llevándose a cuestas, en una maleta, todo su archivo fotográfico, no por consideraciones artísticas sino por miedo a las represalias que podrían haber sufrido por parte del ejército franquista los protagonistas de sus fotos.
Aunque Centelles volvió a España cinco años más tarde, en 1944, su archivo no llegó a la península hasta tres décadas después, en 1976. Durante estos años, Centelles, represaliado y obligado por las autoridades franquistas a abandonar su profesión de fotoperiodista, se tuvo que reinventar. Sobrevivió gracias a su dignidad personal y al orgullo obrero que le hicieron reivindicar su oficio y convertirse en un notable fotógrafo industrial y publicitario.
Decía el filósofo alemán Theodor Adorno (1903-1969) que las obras de arte debían de ser (en el futuro serían) como el resplandor de un cometa que cruza la noche fugazmente. Parecen una canica incandescente incapaz de iluminar más allá de su cola, pero su presencia nos atrapa, nos maravilla, nos conmueve y nos interpela. Un segundo después sabremos que su luz nos acompañará siempre. Entre tanta estrella inmutable parece mentira que el futuro del arte lo vislumbrara en esos pequeños cuerpos fugaces. Acertó.
Me he acordado de esto al buscar la definición de centella: Pequeño rayo que se mueve lentamente y que puede caer sobre la tierra súbitamente con resultados letales para los humanos. Fenómeno rarísimo.
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tuve la suerte de poder ver la exposición de Centelles en el Palau de la Virreina en Barcelona y he de reconocer que aún guardo en la memoria alguna de sus imágenes +
Creo que habría que añadir una tercera. La exposición del fotógrafo Marín en la Fundación Telefónica es otra de esas joyas que sólo muy de vez en cuando aparecen. +
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