Caen como chinches. Aniquilados. Fulminados. Para mí que, como decía Cristinita Schlichting de los enfermos del Severo, los están apiolando. Como en un relato de Agatha Christie, alguien ha iniciado un proceso de exterminio lento pero irreversible que parece tener un claro objetivo: acabar con todos los impresentables de la televisión. Hace unos días fueron el borrachín y la pechugona del Tomate los que se tuvieron que apuntar al paro. Ayer, el histérico y la señora de 'Channel Nº 4', la alternativa supuestamente glamourosa de Cuatro a los programas del corazón, anunciaron que les estaban preparando el finiquito. Y como las desgracias nunca vienen solas, Karmele Marchante sufrió una pájara en 'Supervivientes'. Dios mío, ¿Por qué siempre te llevas a los mejores?
Karmele Marchante, en 'Supervivientes'
Lo del final de 'Channel Nº 4' no es una sorpresa. Es una obviedad. Este magacín acumulaba gran parte de los defectos de los espacios del corazón (banalidad, estupidez, cotorreo, exceso de autopromoción) y ninguna de sus virtudes (audiencia, audiencia y audiencia). Nada del glamour o la elegancia prometidos. Mucho chillido, mucha histeria, mucha pluma. Era un cadáver andante. Su desaparición, por tanto, el próximo día 22, después de 500 programas, no debería suponer el más mínimo trauma para el televidente con dos dedos de frente.
Y hablando de cadáveres… Karmele ha estado a punto de palmar. Le ha dado un patatús en «Supervivientes» (Telecinco). Una circunstancia terrible que, gracias a la magia de la televisión, hemos podido vivir en directo. Un suceso tragicómico que, como el chiste, tiene su lado bueno y su lado malo. Primero, el bueno: crecen las audiencias, que huelen un fiambre a miles de kilómetros. Después, el malo: aumentan las posibilidades de que la aguerrida periodistucha continúe en el concurso, es decir, que seguiremos viéndola en pantalla.
La recuperación de Karmele Marchante es una lástima. Entiéndanme, por favor: su muerte en directo, en un programa de televisión, se hubiera convertido en un hito en la historia de este medio de comunicación. ¡A la mierda la llegada del hombre a la luna o el bombardeo de Bagdad! Karmele, como los grandes actores que sueñan con palmar en el escenario, seguro que estaría encantada de diñarla en prime time. ¡Qué hermoso cadáver! El suyo sería un nombre a añadir a la lista de féminas que, como Mónica Lewinsky o la madre de Tamara, han contribuido con su enorme capacidad de sacrificio a que valoremos en su justa medida el martirio como forma de supervivencia.
O no. La muerte de una rata de alcantarilla, de una oruga procesionaria, de una ladilla, de una tenia (Taenia solium) o incluso del virus de la sífilis podrían llegar a considerarse, en términos budistas, una pérdida irreparable. La baja de Karmele, miembro destacado de la familia de maledicentes y difamadores que pululan por el hábitat televisivo, podría llegar a ser una bendición para un género, el humano, que cada vez necesita menos individuos de esta calaña.
Pero ya saben aquello de que mala hierba nunca muere. Sólo era una bajada de tensión.
«Dentro de toda mujer hay una Aretha Franklin gritando por salir», dijo una vez la cantante de jazz neoyorquina Lena Horne. Tenía razón. En Aretha están Dinah Washington, Bessie Smith, Mahalia Jackson, Tina Turner, Janis Joplin… incluso Billie Holliday. Aretha es la voz de las mujeres menospreciadas, discriminadas, que sufren. Escuchen su versión del 'Respect' de Otis Reading: "Lo que tú quieres, baby, yo lo tengo / Lo que tú necesitas, sabes que yo lo tengo / Sólo te pido un poco de respeto cuando vuelves a casa". O la canción que abre el disco del que vamos a hablar, 'I Never Loved a Man (The Way I Love You)', el lamento de una mujer maltratada.
Portada del disco de Aretha Franklin
El motivo de hoy para no ver la televisión es la grandiosa recopilación de material inédito (demos, caras-b, temas sin publicar) de unos de los mejores periodos (1966-1973) vividos por la gran voz femenina del soul: Aretha, la hija del reverendo C.L. Franklin. El disco es doble, tiene 35 canciones, dura más de 140 minutos, un sonido excepcional (remasterizado), ha sido editado por Rhino (Warner) con su habitual cuidado y excelente libreto… y se llama 'Rare & Unrealeased Recordings From the Golden Reign of the Queen of Soul'.
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Javier Pérez de Albéniz es El descodificador.Tiene un blog, una parienta, una niña, un perro, dos caballos, un huerto, un libro de Walt Whitman, una Gibson acústica del 78 con las cuerdas nuevas, todos los discos de Mississippi John Hurt, una foto de Kipling junto a otra de Johnny Cash, un mapa del Kala Patar (5.545 m)… Y una tele vieja que se ve como el culo.
Me encanta lo poco 'políticamente correcto' que es usted, Javier.
Vas recuperando el tono, hoy me he reído Y llevas dos días sin política, a por el tercero. +
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