Cualquiera que se haya atrevido a levantar la vista justo antes de recibir una inyección, se habrá dado cuenta de ese pequeño gesto. Aunque tampoco hace falta sufrir esa escena para verlo: en cualquier serie de médicos en que se inyecte algo, lo más probable es que veas como dan un golpecito a la jeringuilla antes de inyectar.
A pesar de todo, las principales encargadas de hacer esa tarea son las enfermeras. Otra cosa es que no estén disponibles y sea el médico el que le toque hacerla, pero no suele ser lo más frecuente.
En realidad, esta acción es mucho más importante de lo que parece y evita unos problemas que, aunque sean raros, pueden ser fatales. Cuando se prepara la dosis de un determinado fármaco que se va a inyectar a través de una jeringuilla, se suele aspirar antes de un frasco que tiene contenido para gran cantidad de inyecciones. Pero esta aspiración nunca es perfecta, por mucho empeño que se tenga, siempre se aspirará una pequeña cantidad de aire junto a la solución con el fármaco.
Este aire puede quedarse como pequeñas burbujas dentro de la solución o en la parte más interna de la jeringuilla, la que queda más próxima al émbolo. Cuando se le da un pequeño golpecito a la jeringuilla (con ésta boca arriba) lo que se provoca es que estas burbujas, por ser menos densas que el líquido, asciendan por encima de éste y lo que quede más próximo a la aguja sea entonces el aire y, por debajo, la solución con el fármaco.
Para eliminar todo el aire que haya dentro de la jeringuilla simplemente se empuja el émbolo hasta que empiece a salir el líquido. Lo que indicará que ya se ha eliminado todo el aire al haber quedado éste por encima y haber sido el primero en ser expulsado.
Y alguien pensará... "¡Pues vaya tontería! ¡Hacer eso por unas burbujitas!" De tontería nada, las burbujitas son mucho más peligrosas de lo que podrían parecer. Porque cierta cantidad de ellas y con un tamaño suficiente podrían provocar lo que se llama embolismo gaseoso.
Básicamente, se produce el bloqueo de uno o varios vasos sanguíneos de pequeño tamaño debido a estas burbujas. Si el bloqueo se produce en las arterias es mucho más peligroso que en las venas ya que se detiene la nutrición y el aporte de oxígeno a los tejidos de la zona de la arteria bloqueada. Por supuesto, esto sucede en casos de inyecciones intravenosas. En intramusculares no se sufriría este problema.
El lugar del bloqueo de los vasos puede ser muy variable, dependerá del lugar dónde se haya realizado la inyección, del tamaño que tengan las burbujas inyectadas (cuántas más grandes, más peligrosas). Y según este lugar del bloqueo, dará una clínica u otra. Por ejemplo, si el bloqueo se produce a nivel de una determinada arteria del cerebro, puede dar lugar a un ictus o accidente cerebrovascular; si el bloqueo se da en alguna zona de los pulmones, con la extensión suficiente, se disminuye la capacidad de éstos para oxigenar la sangre; si se produce en los vasos que nutren al corazón se sufrir un infarto, etc.
Otro tipo de embolismo gaseoso, muchísimo más peligroso, es aquel que se produce en buceadores por una descompresión brusca. Aunque el mecanismo de producción es diferente y la cantidad de burbujas que se pueden producir es muy elevada.
En situaciones normales, la pequeña cantidad de aire que se podría inyectar a través de una jeringuilla corriente sin hacer los pasos recomendados, no debería presentar apenas riesgo para la persona. Pero no por ello se debe tentar a la suerte y evitar la quitar el aire a la jeringuilla cada vez que se hace una inyección. Otra cosa es si eso mismo ocurre con un catéter abierto, porque ahí la cantidad de aire que puede entrar es considerable y el riesgo de embolismo gaseoso bastante a tener en cuenta.
Para aquellos que sean fans de los Simpsons, hay un episodio en el que Marge recibe una dosis de un tranquilizante mediante una inyección mientras que a Homer también le clavan una jeringuilla, pero tras darse cuenta de que no le hace efecto, dice:
"No tenía nada"
Y al momento se desploma, por arte y gracia del embolismo gaseoso creado por una inyección que sólo contenía aire.
Según los datos registrados, se necesitan 200 cm3 de aire inyectado para que se produzca un embolismo gaseoso mortal. Teniendo en cuenta que eso es más o menos el volumen de una taza, significaría que para matar a alguien a base de inyecciones se necesitarían varias y sólo con aire. A pesar de ello se conocen algunos casos de asesinatos por parte de médicos utilizando este mecanismo, por el conocimiento que tienen de lo que ocurre y porque saben que es muy difícil detectar un embolismo gaseoso en una autopsia.
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