DUBLÍN (IRLANDA).- Dublín ha amanecido de resaca después de la celebración ayer de su fiesta grande, St. Patrick's Day. Los equipos de limpieza se afanaban esta mañana en eliminar todo rastro de la basura acumulada durante un día en el que más de 650.000 personas se congregaron en el centro de la ciudad para disfrutar del desfile tradicional y de la no menos tradicional ingesta de cerveza posterior. El mayor temor, la lluvia, que al final dio tregua tras un sábado en el que llegó a llover cerca de 24 horas seguidas y de un domingo con amenaza de tormenta.
La preocupación inicial se disipó gracias a un soleado día primaveral en el que grandes y, sobre todo, pequeños disfrutaron de un desfile que, según cuentan los nativos, cada vez tiene menos de irlandés y más de mezcolanza internacional. Fieles a su cita fueron las orquestas americanas, los militares y la guardia montada además del alcalde, que desfiló junto a su familia en el interior de una carroza del siglo XVIII cuyo aspecto exterior generaba cierta sensación de inestabilidad.
La nota de color la pusieron los 3.000 artistas de diferentes nacionalidades encargados de animar el desfile. Acróbatas, malabaristas y majorettes habrían paso a ingeniosas carrozas con insectos animados como abejas o escarabajos. Lo que de verdad agradó a los pequeños fueron los inflables del grupo francés Plasticients Volants. Entre los más simpáticos, un gigantesco búho que se balanceaba de lado a lado entre la multitud. Dragones y otras inquietantes criaturas fantásticas también sobrevolaban entre los edificios de las principales avenidas.
La mayoría de espectadores quería ser partícipe de la fiesta de una u otra manera y muchos de ellos se ataviaron con el tradicional gorro verde o se pintaron las mejillas con la bandera tricolor y el trébol. Tras el desfile, de aproximadamente dos horas de duración, era el momento de practicar uno de los deportes nacionales irlandeses: beber cerveza. St. Patrick's Day es quizá el día del año en el que se bebe más cantidad de cerveza en toda Irlanda y eso es decir mucha cerveza.
A diferencia de otros años, el gran despliegue policial ha evitado grandes incidentes.
Todos los pubs estaban ayer atestados de turistas, especialmente de ciudadanos norteamericanos aunque también abundaban los españoles. Se podían escuchar conversaciones entre paisanos de Texas o Nueva York, ver intercambios de teléfonos y, a medida que avanzaba la noche y el nivel de alcohol en sangre, escenas subidas de tono.
A última hora de la noche los pubs seguían llenos aunque mucha gente estaba ya de retirada buscando taxis y perdiéndose entre las avenidas que conducen a los suburbios de la ciudad. El centro tenía también algo de campo de batalla y el olor a cerveza y a comida rápida lo impregnaba todo. Entre la multitud que daba por finalizada su celebración había también centenares de borrachos. Chicos jóvenes y no tan jóvenes, algunos en grupo otros en solitario, muchos andando por su propio pie mientras que otros no tenían siquiera fuerza para sostenerse. A diferencia de otros años, ayer no hubo inicedentes reseñables en la celebración debido, en gran medida, al fuerte despliegue policial con agentes de la Garda desplazados desde otros puntos del país.
Y después de la tormenta la calma. Desde el viernes y hasta hoy martes se esperaban más de 2.250 vuelos en el aeropuerto de Dublín, una operación que se ha llevado sin sobresaltos. St. Patrick's acoge a mucha gente pero también significa un éxodo masivo de todos aquellos dublineses que prefieren pasar estos días de vacaciones en otro país. También es un buen momento para los extranjeros que quieren visitar su casa unos días.
Hoy es día laborable en Dublín aunque después de la fiesta de ayer, las empresas no lo consideran demasiado productivo.
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