RIAD (ARABIA SAUDÍ).- La hiperconservadora capital saudí no es precisamente conocida por sus noches locas ni su oferta cultural. No es difícil sospechar por qué. Sin embargo, nada es imposible.
Vista nocturna de Riad.
La primera impresión que uno tiene de Riad es que es una especie de Los Ángeles a lo árabe: grandes autopistas con tráfico denso, distritos diseñados con escuadra y cartabón; los grandes centros comerciales se han convertido en el espacio público por excelencia y son invadidos por marcas internacionales como Zara, Mango… No existen aceras y el transporte público consiste en unas sucias furgonetas.
La ciudad ofrece una panorama desolador: no hay bares, cines, teatros ni discotecas. El alcohol es extremadamente caro y arduo de conseguir. Incluso fumar puede ser considerado anti islámico; especialmente si lo hacen las mujeres. Los hombres y mujeres sin parentesco directo no deben compartir ningún espacio común. Las mujeres deben llevar permanentemente la abaya puesta. También está prohibido el porno, la lotería y el juego.
La Comisión para la Prevención del Vicio y Promoción de la Virtud o policía religiosa, es la institución que se encarga de hacer cumplir la 'sharía', aunque en algunos aspectos parece que van un poco por libre, excediéndose en la interpretación y aplicación. En los últimos tiempos son diversas las quejas de la población contra dicha institución. Puede pasarte como a unos amigos polacos, la policía irrumpió en su casa a las 5 de la mañana tras haber recibido una denuncia de un vecino por alojar a una amiga en casa.
Entonces, ¿qué posibilidades ofrece la capital del reino wahabí a aquellos en busca de juega y diversión?
Las embajadas organizan fiestas todas las semanas, donde hay alcohol y música, elementos prohibidos por lo general.
Al no haber bares existe un competitivo mercado de restaurantes. Desde las típicas cadenas de comida rápida hasta los restaurantes árabes, donde no hay sillas y se come pollo con arroz con la mano. También se puede encontrar comida japonesa, italiana, india, mexicana… Y todo a buen precio. Uno puede hartarse en un restaurante indio por 20 riales (3,60 €) y decir: "¡qué bien he comido!".
Por supuesto -como todo en este país- los restaurantes tienen sus peculiaridades. Deberemos tomar una importante decisión al entrar: ir a la Family Section o a la Single Men Section. Las familias acuden al primero y grupos de hombres al segundo. Un grupo mixto de jóvenes occidentales no suele tener problemas para entrar en la Family Section, aunque a más de uno se lo ha llevado la policía a comisaría, después de que alguien denunciara tal perversión.
Por último, con los cinco rezos diarios todos los comercios se cierran. En los restaurantes no dejan entrar a nadie, dejan de trabajar y ponen las cortinas. Lo que no quiere decir que los trabajadores vayan a rezar, ni mucho menos.
En cuanto a fiestas, las embajadas organizan al menos una cada semana, donde hay alcohol y música, elementos prohibidos por lo general. Lo difícil es lograr que alguien nos meta en la lista de entrada (en Riad hay siempre una lista para entrar a cualquier sitio). Allí nos encontraremos a lo más granado de la 'comunidad expat'. La embajada estadounidense es la que tiene mayor regularidad organizando eventos sociales, seguida de la alemana. ¿La embajada española? Deja mucho que desear y organiza muy pocos eventos, decepcionando a quienes esperaban que se correspondiera con la imagen de fiesta y diversión que España tiene en el mundo.
Conocer a chicas saudíes es altamente peligroso y complicado, sin embargo es posible.
La necesidad aguza el ingenio: ¿que no hay alcohol? Se lo elabora uno. Sí, hay una rica subcultura de elaboración clandestina de alcohol entre los occidentales, que se tolera mientras no se venda a los saudíes. ¿Que no hay bares? Se organizan fiestas en casas particulares y compounds, las urbanizaciones militarizadas que albergan a los occidentales. ¿Que no hay lugar? Vayamos al desierto y observemos las estrellas con licor hecho en casa.
De todas formas, la vida social se suele valorar como lo mejor por aquellos que vivimos en un entorno que nos es tan extraño. Las fiestas e invitaciones son muy habituales. Es difícil conocer a saudíes fuera del trabajo y a veces se les tiene prohibida la entrada a los compounds. Obviamente conocer a chicas saudíes es altamente peligroso y complicado, sin embargo es posible.
Los saudíes por su parte lo tienen mucho más complicado. Es sumamente fácil conocer a chicos de veintitantos que nunca han estado en una fiesta mixta y a chicas que nunca han conocido a ningún hombre de fuera de su familia. Al menos los primeros pueden escaparse a Bahrein y Dubai donde existe todo tipo de oferta sexual, pero las segundas no tienen siquiera esa posibilidad.
Hay que recordar que conocer a personas del sexo opuesto está castigado por la ley y no existen lugares de encuentro más allá de los supermercados y centros comerciales. Internet y los móviles con bluetooth han abierto una grieta en el represivo sistema wahabista y los jóvenes saudíes lo aprovechan tomando grandes riesgos para poder hacer lo que en España es cotidiano: ligar, invitar a un grupo mixto a casa, verte a solas con tu pareja…
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