Sociedadcableada, por Juan Varela
Un blog sobre los nuevos ciudadanos y medios digitales
MADRID.- "España, centro mundial de la piratería" | Casi "12,7 millones se descargan gratuitamente de plataformas P2P obras culturales o compran en el top manta" | "8.777.000, el 67% de los internautas, descargan música, cine o juegos de plataformas que violan los derechos de autor y la propiedad intelectual" | Ríndete, pirata, una nueva Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos se forma con los habituales en el lobby de la propiedad intelectual: SGAE, cobradora de derechos de autor; Promusicae, la patronal de la música; Egeda, entidad de gestión de derechos de productores audiovisuales; la Asociación de Distribuidores de Vídeos (Adivan) y la Federación para la Defensa de la Propiedad Intelectual (FAP) | Resumen: eres culpable, ellos no cambiarán su negocio hasta el fin.
Un manifiesto publicado en varios diarios y webs para denunciar el "poco interés público en defender la creación, de laxitud en el trato de la piratería y de una escasa valoración del trabajo creativo" y una oleada de agitación irónicamente llamada Semana por los Derechos de Todos en Internet son el nuevo ataque de un sector que no sabe cómo responder a los cambios en la tecnología, la sociedad y el mercado.
La culpa es de la piratería, dicen, y del gobierno que no castiga con mano dura. Siguen ignorando la diferencia entre piratería y copia privada, también que el intercambio de archivos no es delito cuando no hay ánimo de lucro, según varias sentencias.
Según otro estudio encargado por el lobby, 8.777.000 millones de españoles, el 67% de los internautas, "descargan música, cine o juegos de plataformas que violan los derechos de autor y la propiedad intelectual". Ya lo dijeron el presidente de la SGAE, Teddy Bautista, y Ángeles González-Sinde, presidenta de la Academia del Cine, cuando manifestaron que la gente sólo quiere internet de alta velocidad para bajarse películas.
De los otros datos no habla la nueva Coalición: de los que ven más cine y series que nunca y se informan y exploran ese ocio por internet, de que el 15% del mercado de la música ya es digital y lo están aprovechando los fabricantes de teléfonos móviles o los desarrolladores de nuevos métodos de comercialización, tampoco de que los conciertos crecieron más de un 20% en 2007, ni de los grupos que apuestan por internet y venden más discos que nunca, ni de que el año pasado se produjeron más películas españolas (bienaventuradas sean las subvenciones y créditos oficiales) y que una de ellas, El Orfanato, fue la más vista en gran parte gracias al boca a boca en internet, como ocurre ahora con los Cronocrímenes de Nacho Vigalondo.
Tampoco escuchan al Parlamento Europeo, que rechaza la "criminalización de los consumidores que no intentan hacer beneficios de sus acciones". La industria española de los contenidos ni su SGAE es como sus homólogos británicos, cuando hablando de la música dicen que "la bajada de un 11,1% de los ingresos por productos físicos fue más que compensada por la innovación y el crecimiento en las licencias de música y en casi todas las otras áreas de nuestro negocio".
Cambiar el negocio, la forma de crear, producir y distribuir contenidos es más difícil que hacer un lobby y pedirle al gobierno mano dura. Murallas, barreras, firewalls, identificación de usuarios pese a la defensa del Tribunal de Justicia Europeo y la Agencia de Protección de Datos de la privacidad de los internautas.
Mano dura con ellos. Son piratas. Culpables. Lo dicen los dueños del contenido, que siguen mirando más a las viejas y abultadas cuentas de resultados que al negocio y las oportunidades futuras.
Pero no somos piratas. Somos una sociedad de autores que consumimos, compartimos y creamos contenido. Todos, profesionales y aficionados. Cambien ya y dejen de perseguir a sus clientes.
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Juan Varela es periodista y bloguero.
La vida real y virtual en el ciberespacio y la actividad de los nuevos ciudadanos digitales. Una exploración de la vida cuando todos podemos ser medios. Los desafíos de la democracia y la ciudadanía digital. La cibercultura y las ideas que animan la vida digital y las identidades de dominio público en la era del ciborg sentimental.
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