Los grupos parlamentarios analizan la transferencia a Lehman Brothers y la venta de IKB

Fráncfort (Alemania).-  La transferencia millonaria realizada por el banco alemán KfW al estadounidense Lehman Brothers tras conocerse la insolvencia ha puesto en entredicho las prácticas del banco público y la eficacia de su control interno.

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(EFE)

Trabajadores caminan junto a un anuncio de Lehman Brothers Holdings Inc. en el centro de Tokio (Japón).

El consejo de administración de la entidad alemana, en el que tienen asiento los distintos grupos parlamentarios y los ministerios de Economía y Finanzas, se reúne hoy para pedir "explicaciones" al jefe de KfW, Ulrich Schröder, que ejerce su cargo desde hace dos semanas.

KfW hizo el lunes una transferencia de 300 millones de euros a Lehman Brothers, cuando ya se sabía que el banco estadounidense estaba en quiebra.

La operación, al parecer, se realizó automáticamente pues había sido programada días atrás en el ordenador, un fallo técnico que ha convertido al KfW en "el banco más idiota del mundo", según titula hoy en portada el diario Bild.

Sin embargo, la clase política no puede permitirse tanto derroche de humor pues ese "fallo" de consecuencias millonarias se añade a un rosario de pérdidas en operaciones de alto riesgo ajenas a la idiosincrasia del banco estatal.

El KfW se fundó tras la segunda guerra mundial, con dinero del Plan Marshall, para fomentar la reconstrucción, tarea que con el tiempo se derivó y centró en el apoyo a la mediana empresa.

La crisis financiera internacional puso de manifiesto que, pese al carácter y obligaciones del banco, sus filiales sucumbieron a la tentación de las operaciones de alto riesgo emulando a tiburones.

La alarma, a la que apenas se prestó atención porque la crisis financiera que ahora azota los mercados se encontraba aún en estado latente, la dio IKB, en el que KfW tenía una participación del 90,8 por ciento.

Las operaciones especulativas de IKB en el mercado inmobiliario estadounidense, también a través de Lehman Brothers, obligaron a la matriz, es decir al Estado, a poner en marcha una operación de salvamento que costó al contribuyente unos 9.000 millones de euros.

A ese monto se sumaron otros 2.000 millones de euros procedentes de la asociación alemana de bancos y del Förderbank, lo que arrojó un total de 11.000 millones de euros.

"Dinero Marschall para Wall Street", tituló el Finantial Times Deutschland.

La reunión del consejo de administración del KfW que hoy se celebra en la sede del Bundestag se presume será muy larga, pues según las declaraciones de los líderes políticos que asistirán a la misma hay que replantearse el banco y estudiar posibles reformas.

"La actuación del KfW es irresponsable. Las explicaciones aquí son más que necesarias", declaró previo a la reunión el ministro de Economía, Michael Glos, quien como su colega de Finanzas, Peer Steinbrück, está dispuesto a pedir "consecuencias personales".

Una clave de cómo transcurrirá la reunión será la decisión sobre la venta de IKB , que sigue agonizando, a la financiera estadounidense Lone Star por 137 millones de euros aproximadamente.

La última cifra es de 115 millones de euros por el paquete accionarial del 90,8 por ciento en ese banco en manos de KfW.

La dirección de KfW espera obtener hoy luz verde para la operación, pero hay dudas en el consejo de administración derivadas, al parecer de otro factor a corregir, la falta de comunicación entre el banco y los grupos políticos.

En declaraciones que hoy recoge el diario económico Handelsblatt, la diputada del partido de los Verdes, segunda de ese grupo parlamentario, Christine Scheel reveló que de las veinte preguntas que cursó a KfW y al Ministerio de Economía sobre esa operación no ha recibido, al día de hoy, respuestas.

"No puedo votar a favor de una venta sin conocer todos los detalles", aventuró Scheel.

El consejo de administración no votará unánimemente en favor de esa operación, pero sí se espera que lo haga de forma mayoritaria.

También se aprobará por mayoría la creación de una comisión de investigación que aclare "el error" de los 300 millones transferidos a Lehman Brothers y revise el mecanismo de funcionamiento interno del banco con la finalidad de corregirlo.