BUENOS AIRES (ARGENTINA).- Buenos Aires tiene barrios y espacios que son un clásico para los turistas. Uno de ellos, por sus típicos y atrayentes lugares, es el barrio de la Recoleta. Inevitablemente si usted visita la ciudad, se sacará una foto con Evita en el Cementerio de la Recoleta, se tomará un cafecito en La Biela y visitará la Iglesia del Pilar (la segunda iglesia más antigua de la ciudad). También, visitará el Museo Nacional de Bellas Artes, el Centro Cultural Recoleta y el Palais de Glace.
Vista de la Plaza Francia.
Aquí, en esta nota, quiero proponerles otro recorrido. Si bien estos lugares no tienen nada de malo en sí mismos y deberías visitarlos, por suerte, todos los rincones de la ciudad porteña tiene un lado b, una cara escondida con sus rincones y secretos. Aquí van una serie de sugerencias, para vivir una tarde diferente en los campos recoletos.
Si buscas una ruta gastronómica, no te detengas en los bares de la calle Junín, ni en los barcitos del Shopping Recoleta o el Buenos Aires Design. Para encontrar la verdadera esencia del barrio y darle una bomba de sabor a tu estómago, debes detener los oídos, el olfato y estar atento. En primer lugar, presta atención al grito de: ¡Panes rellenos!, ¡Panes rellenos! Exquisiteces con jamón, queso, longaniza, tomate, o cebolla que los vendedores ambulantes de la Plaza Francia ofertan en sus canastos. Ten precaución a que estén frescos y calentitos.
Por otro lado, si tu olfato es agudo y ya te has aventurado en la ruta parrillera, cruzando el puente que separa a la Plaza de la Facultad de Derecho, puedes encontrar los mejores choripanes de toda la zona. Busque a un grupo de taxistas alrededor de una voluta de humo y allí encontrará los manjares de la parrilla argentina. Recomendación: no abusar con el chimichurri.
Si buscas una ruta cultural o artística y alimentar el espíritu, las 'otras' opciones también se esconden debajo de las baldosas. En primer lugar, abre los ojos a los espectáculos callejeros que ofrece la Plaza Francia, allí encontrarás al viejo intérprete de Silvio Rodríguez, con sus viejas y nuevas canciones, con la desafinación justa. A unos pocos metros, en el camino que rodea al Centro Cultural y a lo largo de plaza, podrás observar a las estatuas vivientes. Culto a la paciencia y la quietud, que muchas veces migran hacia Europa para demostrar sus habilidades. También, a unos pocos metros, puedes hallar espectáculos callejeros. Entre los mejores, un dúo de hermanos cómicos que tiene un repertorio de chistes inigualables y un grupo de circo que mezcla música, breakdance y malabares.
Músicos animando la Plaza Francia.
Finalmente, si quedas insatisfecho, visita las muestras estables de la Biblioteca Nacional, a menudo dedicadas a un autor de la literatura argentina, con un recorrido a través de obras imposibles de encontrar o aspectos poco conocidos. Por último, no olvides la librería Norte, de la familia Yanover.
Si lo que deseas es volver a ser un joven irracional que se aventura en experiencias nuevas, el barrio de la Recoleta ofrece también otras opciones. Por un lado, puedes ir a la parte más alta del ala derecha de la Plaza Francia, agacharte, enrollar tu cuerpo como un panqueque (un crêpe) y dejarte caer a través de los 100 metros de loma verde que ofrece la plaza. Seguramente, seas interpelado por los jóvenes con cara de '¿Y este estúpido qué hace?', pero te habrás sacado un par de años de encima.
Además, puedes acercarte con un skate o bici de freestyle a la explanada de la Facultad de Derecho, donde encontrarás a numerosos jóvenes sorteando las dificultades que la policía y el cemento les ofrecen. Finalmente puedes aventurarte en los caminos del circo. No siempre, pero casi todos los fines de semana, un grupo de profesores de circo cuelga una cuerda floja entre dos árboles y lo invitan a uno poner en juego su equilibrio. Recomendado: llevar a las suegras a la cuerda floja.
Amor oriental en la Recoleta.
Si vienes a Buenos Aires en busca de amor, la Recoleta esconde sus Romeos y Julietas. En primer lugar, encontrarás por todos lados a parejitas besándose y revolcándose por el césped. Esa imagen impresionista puede contagiar tus pupilas y provocar una actitud compulsiva hacia las mujeres u hombres argentinos. No temas en imitarlos, nadie va a censurarte.
También, si caminas por el sendero que separa al Centro Cultural Recoleta de la Plaza, encontrarás una fila de tarotistas, que en voz baja y seductora, te invitarán a sentarte y adivinarte el futuro. El amor puede ser una de sus preguntas y quién sabe…
Por último, voy a dejarte un secreto. La Recoleta esconde un árbol donde, dicen, habita Eros. Pocos lo conocen, pocos han oído de él. Llegué a sus pies hace mucho tiempo, en manos de una amante que me llevó ciego y sin descubrir el camino. El árbol, creo, descansa cerca de la Biblioteca Nacional y a pasos de un monumento. Los resultados, los dejo a tu libre albedrío…
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