TOKIO (JAPÓN).- Si no has estado en Tokio, es imposible acertar con la imaginación cómo es. Vendrán a la mente imágenes de rascacielos y neones, de chicas disfrazadas, de anime y manga, de karaokes, pescado crudo y consolas de videojuegos, de japoneses trabajando de más, porque es su forma de hacer huelga, y que es la mayor mentira que se ha podido difundir.
También están hartos del coche...
Y yo no me cansaré de luchar porque se conozca de verdad esta ciudad, este país al que los medios hacen tan mala publicidad.
Tokio tiene rascacielos, muchos, y el sol de noche son neones que invitan a pasar horas en un karaoke con los amigos. Pero Tokio también son casas de madera de uno y dos pisos, templos y tiendas de barrio, madres que llevan a sus hijos al colegio y les dan la merienda que han preparado la noche anterior para que se la coman en el recreo.
Adolescentes que trabajan a tiempo parcial los fines de semana o por las tardes después de la universidad para ganarse un dinero extra que les permita hacer un viaje, o comprarse una bici mejor o, claro, que si la nueva Playstation que acaba de salir...
Jóvenes que empiezan su primer trabajo mientras tratan de encontrar la forma de pagarse una vivienda. Abuelas que cuidan a sus maridos y a sus nietos, mientras sus padres pasan las horas en la oficina. Gente con alegrías, tristezas, sueños, esperanzas, hobbies... que tienen en mente estudiar para intentar hablar un poco más de inglés, ahora que se ven tantos extranjeros por la calle. Y que nos ayudan siempre con una sonrisa en la boca y muchas reverencias, y nos elogian si hablamos un poco de japonés, aunque sea mal, como suele ser el caso.
Cultura tradicional que todavía permanece en las celebraciones, en todos los dojos de Karate, Aikido, Judo, Sumo, en las clases de la ceremonía del té, de caligrafía... en las formas, en las maneras, que, aunque sean fingidas, hacen que todo fluya aunque a veces sea de manera demasiado artificial, robótica.
Tokio es salir a pasear, y que alguien te hable y te pregunte de dónde vienes y por qué te gusta su país. También es que a veces te pare la policía y te interrogue o que se levante el que está sentado a tu lado en el tren por ser extranjero, o que te sea muy dificil que te alquilen un piso o te abran una cuenta en el banco si no hay una persona japonesa que responda por ti. Algunas veces es no saber muy bien qué se está comiendo o dónde va el tren al que uno se ha subido.
Todo esto, y mucho más, es Tokio y es Japón, con sus muchas cosas buenas y sus cosas malas. Pero quedarse con el primer párrafo de este artículo me produce el mismo efecto que cuando algún japonés cree que en España estudiamos flamenco en la escuela, nos encantan los toros y comemos paella hasta para desayunar.
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Estupendo artículo, yo también odio las generalizaciones simplonas. +
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Los que vivimos o visitamos Madrid pasamos muy a menudo por lugares que, hace ya varias décadas, marcaron la historia del país. Lo hacemos casi sin darnos cuenta. Quedar con alguien en la Puerta del Sol sin ser conscientes que en ese mismo lugar un presidente del Gobierno fue asesinado. O pararnos en un semáforo en la Plaza de la Independencia, lugar donde el coche de otro presidente fue tiroteado. ¿Quieres saber más de los magnicidios que tuvieron lugar en Madrid?
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