PARÍS (FRANCIA).- En París, la ciudad del 'bien manger', lo 'gastronomique' rima con 'éthique' y las opciones para acercarte a la buena cocina sin alejarte de tus principios son tantas y tan apetecibles que merece la pena probar a qué sabe la 'nouvelle cuisine' solidaria.
En los últimos años, el comercio justo ha experimentado un crecimiento impresionante en toda Europa, y no es raro que París, a la última hasta en 'solidarité', haya visto florecer en sus calles un gran número de negocios que aseguran el 100% 'commerce équitable' de sus productos.
No te pierdas la comida ecológica de La Mosca Libre.
Entre los restaurantes de 'commerce équitable' destaca por su cocina Mosca Libre. En el noveno arrondisment (3, rue Victor Masse) ofrece menús de sabor mediterráneo (chef italiano) a precios justos tanto para clientes como para productores. Sus platos cambian a diario y la carta se adapta a la estación del año al ritmo de la agricultura biológica. Una pequeña épicerie de artículos de comercio justo completa este pequeño bistrot parisino de los años 30.
París también te lo pone fácil a la hora de llevar la ecogastronomía a casa. Una variedad abrumadora de productos 'bio' y 'fair trade' te esperan en supermercados de barrio y grandes superficies, y algunos incluso te ahorran dirigirte a una sección especial y los ofrece junto a los demás, facilitándote una compra sin problemas de conciencia.
Celebrar tu boda o una reunión de negocios tampoco está reñido con el desarrollo sostenible, Té (le tratieur bio- équitable) lleva a toda la Île de France su propuesta de catering, tan solidaria como espectacular.
Estos espacios proponen, además de menús interesantes, un modelo económico alternativo y de integración. Creados por los vecinos de los barrios en los que se encuentran, cada café o restaurante de los denominados 'asociativos' pretende ser un lugar de encuentro e intercambio. Dan cabida a multitud de asociaciones que consiguen autogestionarse ofreciendo los servicios de un bistrot o cafetería, sin ánimo de lucro y con la hospitalidad como norma.
La Rôtisserie, un restaurante con conciencia.
Entre los más interesantes tenemos, sin duda, La Rôtisserie (4, rue Sainte Marthe). Este restaurante está situado en la frontera entre los 'barrios à la mode' del canal de Saint Martin y los núcleos 'difíciles' de Belleville Este, zona multiétnica y pluricultural. Además de ser un bistrot a 'precios populares' al mediodía, cada noche es tomado por una asociación diferente que ofrece una propuesta de menú por la que los comensales pagan la voluntad o un precio fijo (nunca superior a diez euros). Durante la cena en una de sus poquitas mesas, puedes informarte sobre la asociación en cuestión mientras observas cómo en la cocina, abierta al comedor, preparan un auténtico menú peruano (como fue mi caso). Si prefieres acudir al mediodía, pagarás de 3 a 5 euros por plato y serás atendido por un amable personal acogido a su programa de reinserción laboral. Por si no fueran suficientes los motivos para convertirse en cliente habitual, La Rottiserie te invita además a un plato o tarta de cada diez. Aclaran, eso sí, que la tarjetita que te dan para el seguimiento de consumiciones carece de validez en la cantina del Banco Mundial. Advertidos quedáis.
Le Petit Ney (10, avenue de la Pte Montmartre, 18 arrondisment) no sólo resulta interesante como café asociativo. Se presentan como espacio literario en el que además de probar sus tartas saladas o su rico café ('commerce équitable'), asistirás a presentaciones de libros y otros eventos culturales a los que dan cabida, relacionados siempre con el barrio.
Este movimiento internacional nació en Italia en 1986 y se opone a la estandarización del gusto, luchando desde sus sedes locales (llamadas convivium y repartidas por todas las ciudades del mundo) por recuperar la gastronomía tradicional de cada zona. Prestan mucha atención al cultivo y tratamiento de los alimentos, organizan algunas de las más importantes ferias gastronómicas del mundo y en su 'arca del gusto' censan los productos alimenticios locales en peligro de extinción cuyo consumo hay que sostener.
Date el gusto de comer pausadamente.
En París encontramos tres sedes: Terroirs du Monde (75, avenue Denfert-Rocherau), Paris Mouffetard (38 bis, rue Pascal) y Bastilla (43, Faubourg St-Antoine). Suelen ser casas particulares en las que los miembros del convivium (si eres menor de 30, la afiliación anual cuesta 20 euros) organizan actividades dirigidas a la educación del gusto y pasan un buen rato degustando y compartiendo platos cocinados por ellos mismos. Lo importante es saber qué se está comiendo, por lo que cada plato, diferente según la temática de la actividad, va acompañado de una presentación en la que se habla de su historia, su procedencia e incluso del precio en el mercado de los ingredientes necesarios para su elaboración. En muchos eventos la entrada está permitida a los no miembros, por lo que no dejes de mirar su calendario de actividades si pasas por la ciudad.
Las opciones son muchas y muy distintas. Son un camino a tener en cuenta si no eres el turista canónico, si buscas una interesante alternativa a los prohibitivos precios de los bistrot parisinos y quieres, mientras disfrutas de una rica comida, posicionarte frente a una realidad que cada vez nos gusta menos.
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