El americano Walker Evans está aquí, en la posteridad, fundamentalmente por un encargo: el que le hace la revista 'Fortune' en el año 36 de documentar, junto al periodista James Agee, los estragos de la Gran Depresión más allá de los rascacielos de Wall Street.
Salón, West Virginia, 1935
Evans llevaba ya un tiempo fotografiando para la Farm Security Administration la situación de la población rural americana. Pero, casualidades de la vida, cansado de tanta burocracia, acababa de pedir una excedencia de sus obligaciones laborales con el Gobierno y, sin pensarlo dos veces, se embarcó en el nuevo proyecto.
El resultado de esos dos meses de trabajo fue una serie de magníficas fotografías de tres familias de aparceros del algodón en Alabama. Un puñado de retratos objetivos, fríos, descarnados y directos de los algodoneros y sus casas que ha pasado a formar parte de la iconografía estadounidense, hasta el punto de que hoy en día muchos americanos conocen mejor las caras del matrimonio Burroughs que las de sus propios abuelos. Increíblemente, el reportaje, demasiado duro para la conservadora revista 'Fortune', pasó a engrosar la larga lista de temas encargados y nunca publicados por los editores.
Eso sí, cuando cinco años más tarde se publicó el monumental libro 'Let us now praise famous men', las imágenes de Evans sellaron su reputación como uno de los artistas más influyentes del siglo XX, y le auparon como el padre de lo que él llamaba 'el estilo documental'. Una manera de fotografiar directa, fría, objetiva y de gran impacto, de la que luego confesarían beber Robert Frank, Garry Winogrand, Lee Friedlander, Harry Callahan o Diane Arbus, entre otros.
Un puñado de retratos objetivos, fríos, descarnados y directos de los algodoneros que ha pasado a formar parte de la iconografía estadounidense: muchos americanos conocen mejor las caras del matrimonio Burroughs que las de sus abuelos
Básicamente se podría decir que Evans fotografió lo que en la América de entonces todo el mundo tenía delante de sus narices, pero a lo que nadie daba importancia. Retrató objetos, acontecimientos y personas en los que nadie antes se había detenido y de una manera nueva y diferente. Sin sentimentalismos ni sensacionalismo, con un afán puramente documental, de ordenar la realidad, de catalogarla. Todo esto, remando a contracorriente, en una época en la que la fotografía americana se afanaba en conseguir todo lo contrario, dominada por el 'buen gusto' abanderado por Alfred Stieiglitz y los pictorialistas y lo que Evans llamaba sus imágenes de "senderos brumosos de octubre".
Así que, si no tienen plan para este puente, andan por Madrid y les gusta la fotografía, están de enhorabuena. Esta semana es su última oportunidad para ver cara a cara las fotografías (¡copias originales de la época!) del magnífico Walker Evans. Y no sólo la célebre serie de los arrendatarios cultivadores de algodón. La exposición hace un recorrido por sus primeras fotografías de la vida urbana y la arquitectura neoyorquina, en las que Evans tiene ya un punto de vista diferente al de la época que mantiene en sus 'American Photographs' de los años 30. Continúa con algunas de las fotos hechas por encargo de la dura realidad social en la Cuba de Machado de 1933 y con algunas de la modernísima serie 'The Passengers': retratos hechos a traición, con una cámara oculta bajo su chaqueta, de personas ensimismadas y ausentes viajando en los vagones del metro neoyorquino. Termina con sus últimas fotos, realizadas cuando, a los 70 años, se compra una cámara polaroid SX-70 y fotografía en color carteles, rótulos y señales de tráfico. "Compré esa cosa como si fuera un juguete y me lo he tomado como un desafío. Era un artilugio, pero decidí que debía ser capaz de hacer algo serio. Después de todo me estoy haciendo mayor y, no creo que nadie deba tocar una polaroid hasta que haya cumplido 60 años. Primero hay que hacer todo ese otro trabajo".
No flaqueen, acérquense a la sala de Azca de la Fundación Mapfre este fin de semana y comprueben de primera mano como gran parte de la creación fotográfica actual estaba ya contenida en sus imágenes.
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