Los nervios de un acontecimiento social importante, una sala calurosa llena de gente, la visión de la sangre tras una extracción en el hospital... Son muchas y muy variadas las causas que pueden provocar o favorecer una actuación repentina y potente del sistema parasimpático.
El parasimpático, que forma parte del sistema nervioso autónomo, tiene como función principal mantener el estado de relajación de la mayoría de los sistemas del cuerpo (exceptuando sistemas como el digestivo, el urinario y el reproductor, donde tiene el efecto contrario). En ocasiones, pasa a tomar el control de forma rotunda hasta el extremo de hacer perder la conciencia a la persona. Se produce así el llamado síncope vasovagal causado por el parasimpático, la causa más frecuente de todos los desmayos y que una de cada cuatro personas sufrirá alguna vez en su vida.
Pero antes de explicarlo con profundidad, veamos un ejemplo de este fenómeno en una situación de estrés (Ay, los nervios del directo...)
(Cualquiera diría que la publicidad de después "Este mundial tumbamos a todos" fuera con recochineo y todo...)
¿Qué ha ocurrido? Ante una situación puntual de estrés, cada persona reacciona de forma distinta, aunque la mayoría responde ante el estrés con el sistema nervioso simpático. El cuerpo queda en un estado de alerta, la frecuencia cardiaca aumenta, la tensión arterial se eleva, el metabolismo se dispara... El individuo se prepara así para el acontecimiento. Sin embargo, a veces, esto no ocurre y la persona en lugar de mantenerse en alerta, se queda en un estado de inconsciencia y se desmaya. En lugar de prepararse, el sistema nervioso ha optado por hacer que la persona permanezca completamente inmóvil.
Esta estrategia, al igual que la del sistema nervioso simpático tiene una explicación adaptativa. Cuando el hombre se enfrentaba cara a cara a los peligros de la naturaleza, a veces, lo mejor no era prepararse para luchar o huir (sistema nervioso simpático), sino permanecer lo más quieto posible.
Cuando el parasimpático se pone en marcha, los vasos se dilatan y el corazón late más lentamente y con menos fuerza. La tensión arterial cae y el cerebro, al estar en la zona más elevada del cuerpo, es el primero que se resiente al no llegarle sangre
Lo que ha ocurrido con este presentador es que ha sentido la situación como estresante y, en lugar de actuar el sistema nervioso simpático, lo ha hecho el parasimpático (aunque inicialmente es el primero el que actúa). Factores como el calor (por los focos y por el traje) pueden ayudar aún más a que se dé el desmayo. La deshidratación por el sudor y unos niveles bajos de glucosa en sangre por estar bastante tiempo sin comer también ayudarían, pero puesto que no sabemos si estuvo sudando ni si había comido hace mucho, lo dejaremos en duda.
Cuando el parasimpático se pone en marcha, los vasos se dilatan y el corazón comienza a latir más lentamente y con menos fuerza. Como resultado de ello la tensión arterial cae en picado y el cerebro, al estar en la zona más elevada del cuerpo, es el primero que se resiente al no llegarle sangre.
Bastan alrededor de 15 segundos sin aporte sanguíneo en el sistema reticular activador (el que permite que estemos conscientes) para que se produzca el desmayo. A más tiempo sin riego sanguíneo, mayor tiempo de inconsciencia y también de complicaciones. Sin embargo, en los síncopes vasovagales no se van a dar complicaciones, el desmayo provoca que el cerebro vuelva a recibir sangre al instante gracias a que el cerebro se coloca a la misma altura que el resto del cuerpo.
Sin embargo, a veces, (antes de que el síncope en sí mismo se manifieste) ocurren otra serie de hechos que ya avisan a la persona y a los de alrededor que está a punto de desmayarse, es el llamado presíncope. En este caso, con nuestro presentador futbolero hay dos manifestaciones que se evidecian al instante. La primera es la afasia (alteraciones en el lenguaje). Si te fijas en el vídeo puedes ver que poco antes de caerse articula más lentamente las palabras, poco después se entrecortan y ya casi al final suelta palabras sin sentido. Justo cuando pronuncia esas palabras, además, vemos un ligero balanceo, un mareo, que precede a la caída.
Todo lo anterior es una serie de rasgos objetivos que todos podemos comprobar, pero hay un abanico mucho más florido de síntomas, es decir, manifestaciones que sólo siente la persona que sufre el síncope: Visión borrosa, calor, destellos luminosos rojizos, pitidos en los oídos, sensación de sentir la cabeza "ligera".... La variedad de síntomas que pueden percibirse es enorme y va a depender de cada persona y situación.
También ocurre justo lo contrario, caídas de la tensión arterial tan brutales que no da tiempo ni a presíncopes ni nada, el sujeto se desmaya sin ni siquiera enterarse. Esto último, síncopes sin presíncopes, se dan mucho en algunas fobias como aquellas hacia la sangre y su extracción (hematofobias).
La mejor forma para evitar un síncope es estando atento al presíncope. En cuando lo percibamos lo mejor es sentarse en el primer sitio que encontremos o tumbarse. Así la sangre no tendrá dificultades en llegar al cerebro y evitaremos el desmayo. Pero si no se dan presíncopes y es por un estímulo fóbico lo único que se puede hacer es evitarlo o superarlo.
Si el desmayo ya ha tenido lugar y la persona está inconsciente lo mejor es elevarle las piernas para favorecer aún más que la sangre se dirija hacia la cabeza. También hay que asegurarse de que no ha sufrido ningún traumatismo por la caída, que es la principal desventaja de esta reacción. Además, si los síncopes son muy frecuentes en una persona puede sospecharse una enfermedad cardiaca y en esos casos es recomendable acudir al médico.
En cuanto al vídeo anterior, mucha gente criticó la actuación del compañero que se quedó para decir a los demás de ir a publicidad y no le atendieron inmediatamente. Al ser la causa del desmayo un síncope vasovagal no es algo que corra mucha urgencia si no se ha dado ningún golpe en la cabeza (aunque es algo que no se sabe seguro hasta que se observa después) peor sería para el ego del presentador dejar su desmayo y su recuperación en antena para morbo de los telespectadores (lo mío es simple y sano interés médico, claro).
Aún así, la situación de Lopegetegui no fue tan mala como el de la presentadora del segundo vídeo: no siendo bastante con que se le cayera el decorado encima, su compañera de trabajo ni se inmutó (cuánto compañerismo se respiraba en el plató...). En fin, cosas de los síncopes vasovagales en directo.
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